Redes sociales, adolescentes y mitos sin fundamento

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Adolfo Sánchez Burón, Vicerrector de Investigación de la UCJC, durante la presentación del informe.

Ha sido una constante en la historia de la humanidad. Cada vez que se daba un salto cualitativo en la evolución, sobre todo cuando mejoraba la vida de las personas, eran legión los que avisaban de los peligros desde los púlpitos o las plazas públicas, advirtiendo a los temerosos de lo divino de los males que llevaban acarreadas las modernidades recién aparecidas. Las redes sociales, y el mundo de la web 2.0, no han sido ajenos a la crítica feroz de aquellos que siempre han temido los avances. Los agoreros se han cebado en señalar los peligros que anidan en la Red, cumpliendo su labor de visionarios para traernos la mala nueva que nos llevaría sin remedio a un mundo de oscuridad, cuya vanguardia sería Internet. Uno de sus temas preferidos, con el que acongojaban a millones de progenitores, era la supuesta indefensión con la que los adolescentes de nuestro país campaban a sus anchas por las redes sociales, a merced de todo tipo de  seres despreciables. Como sí, en el caso de ser cierto, no sucediese lo mismo en el mundo que llamamos real. En la calle. Desde hace tiempo, y gracias a un estudio de la Universidad Camilo José Cela, del que hoy se ha presentado la segunda edición, podemos decir que nada está más lejos de la realidad que esas profecías de los abanderados del temor.

El informe Generación 2.0, realizado por el Departamento de Psicología de la citada universidad y presentado por Adolfo Sánchez Burón, Vicerrector de Investigación, Sebastián Muriel, Director General de Red.es e Ícaro Moyano, Director de Comunicación de Tuenti, arroja conclusiones muy interesantes sobre los hábitos de los adolescentes en las redes sociales. Basado en unas 7.000 entrevistas realizadas a estudiantes de la ESO y de Primero de Bachillerato de todas las comunidades autónomas del país, es destacable que el 78,1% responda que conoce y utiliza las redes sociales. Un apabullante 93% dice haber llegado a ellas a través de amigos. Tuenti, con un 80% de preferencia, es la red social por excelencia entre los más jóvenes, a excepción de los catalanes, que se inclinan en su gran mayoría por Facebook.

Pero es en la actividad relacionada con la seguridad donde los encuestados rompen los mitos que con tanto esfuerzo otros se han esforzado en extender. Los resultados no admiten discusión: cerca de un 60% es plenamente consciente de que su privacidad puede correr algún peligro en las redes sociales, por lo que el 73% responde que toma precauciones para protegerla, tales como cambiar sus contraseñas, aceptar sólo a personas conocidas o no compartir datos personales. Sólo un 8% afirma haber quedado con algún desconocido tras haber entrado en contacto a través de Internet, de los cuales un 28% calificó la experiencia como negativa. El dato es pequeño, pero hay que seguir insistiendo en los riesgos que conlleva una actividad de este tipo. Incidiendo en la educación, tanto en casa como en los centros, para un correcto uso de las herramientas de la web 2.0.

Otra mentira, mil veces contada como verdad absoluta, era la dejadez de las relaciones naturales que mantenían los adolescentes en los entornos tradicionales para pasarse las horas muertas delante del ordenador. Falso. Salir con amigos y hacer deporte son las dos primeras opciones elegidas por una amplia mayoría de los participantes en el estudio. Para encontrar el uso de redes sociales hay que bajar hasta la cuarta posición, por detrás de ir al cine, y, ojo, por delante de ver la televisión.

Los adolescentes españoles muestran una madurez digna de alabar en su periplo por la Red. Las preocupaciones excesivas son eso, un exceso, lo que no quiere decir que haya que abandonar cierta vigilancia o que las pautas de comportamiento en la familia, como por ejemplo mantener el ordenador personal en una zona común, no sean necesarias. Demos la justa confianza a quienes se la ganan, máxime si es en el uso de herramientas cuyo manejo afrontan sin necesidad de aprendizaje. Son una generación nacida fuera del concepto “nuevas tecnologías”. Su uso es para ellos una extensión natural de su actividad diaria. Acceden a la información, y eso es poder. Convirtamos esta gran virtud en algo positivo, que multiplique exponencialmente las salidas profesionales de las que disfrutarán en el futuro. Ojalá estos datos pudiesen ser extrapolables a otras capas de nuestra sociedad. Querría decir que este país está preparado para los retos que se le plantean en un futuro más que incierto. Tengamos la generación mejor formada, y la más informada, de nuestra historia. No recurramos, una vez más, al miedo para repudiar lo que desconocemos.

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