Un juez de Nueva York acaba de despertar a Google de su sueño de crear una nueva Biblioteca de Alejandría, esta vez suya. El acuerdo firmado entre el buscador y las grandes asociaciones de autores y editores de EEUU para digitalizar millones de libros va "demasiado lejos", dice la sentencia. El juez ve un claro riesgo de monopolio cultural y teme que la empresa tecnológica se aproveche de su posición de dominio. Mientras tanto, Google ya lleva escaneados más de 15 millones de títulos.
En la tarde de ayer, el juez federal Denny Chin dio a conocer su veredicto a un caso que tiene entre manos desde 2005. Un año antes, Google desveló un plan para digitalizar libros en el que llevaba trabajando meses casi en secreto. Tras acordarlo con las principales bibliotecas de EEUU, el buscador escanearía sus fondos para llevarlos a internet. "Incluso antes de iniciar Google, soñábamos con hacer accesible en línea la increíble cantidad de información que los bibliotecarios organizan con tanto amor", dijo entonces Larry Page, cofundador de Google. Pero su ambición se topó con los derechos de autor. La sociedad de autores de EEUU, Authors Guild, y la Asociación de Editores Americanos (AEA) demandaron a Google por violar la propiedad intelectual de escritores y editoriales. Google se avino a negociar y, tras tres duros años, llegaron a un acuerdo: el buscador pagaría 125 millones de dólares (88 millones de euros) al año en concepto de royalties. También pagaría el 63% de los beneficios que pudiera obtener en el futuro por la comercialización de una obra. Los autores que no quisieran participar del negocio tenían hasta la semana que viene para hacerlo saber.
El acuerdo sólo gusto a estos tres. Una miríada de autores, expertos en propiedad intelectual, asociaciones de derechos civiles no querían este acuerdo que daba demasiado poder al buscador para convertirse en el gran intermediario cultural. También lo rechazaron grandes de la industria tecnológica como Microsoft o Amazon, que temían que Google les echara del negocio. Incluso el Departamento de Justicia de EEUU mostró su objeción. Le preocupaba, por un lado, la posición de monopolio que podría alcanzar Google. Además, el acuerdo le entregaba el control absoluto sobre las obras huérfanas, aquellas de las que se desconoce su autor o no ha sido encontrado pero que, a diferencia de las obras de dominio público, aún están sujetas a derechos de autor. También se personaron en el caso gobiernos como los de Alemania y Francia.
Para el juez, el acuerdo "daría a Google una ventaja significativa sobre sus competidores, recompensando su copiado masivo de obras con derechos de autor sin permiso". De hecho Google ha seguido con su programa de escaneo durante el juicio. En diciembre de 2010 superó la cifra de 15 millones de libros digitalizados. También ha acelerado su expansión a otros países. En Europa, pocos se le han resistido. En España, según aclaran desde CEDRO, casi ninguno de los autores y editores se ven afectados por el acuerdo. Y la Bilioteca Nacional se apoyó en Telefónica para digitalizar su fondo.
El juez no se opone a la idea del acuerdo en sí. Lo que rechaza es el cheque en blanco que otorga a Google. De hecho, invita a las partes a presentarle otro. Pero en el nuevo, el modelo que exige es que los autores se apunten voluntariamente. En el rechazado, estaban incluidos por defecto y eran ellos los que de forma expresa debían de decidir salirse. Aunque pueda parecer un cambio cosmético, Google se vería obligado a conseguir autorizaciones una a una. Peor aún, se quedaría sin poder aprovecharse de las obras huérfanas.
Google y los representantes de la industria ahora tienen que decidir si reforman el acuerdo siguiendo las directrices de la sentencia o lo rehacen incluyendo a las partes que siguieron con la demanda. Pero ni los autores independientes ni la industria tecnológica ni el Gobierno parece que vayan a ceder en sus pretensiones. "El fallo ratifica las objeciones de una amplia muestra de voces que se levantaron contra Google y sus socios (desde el Departamento de Justicia y los fiscales generales del Estado a autores y editores independientes pasando por defensores del consumidor y de la intimidad y miembros de las comunidades académica y bibliotecaria", dijo ayer el abogado Gary Reback, de la Open Book Alliance. Esta organización engloba a las empresas tecnológicas que mas temen los planes de Google, como Amazon, Yahoo o Microsoft. Pero también están varias asociaciones de escritores independientes y de bibliotecas o la Internet Archive. Ellos proponen un Google Books pero sin Google, una verdadera nueva Biblioteca de Alejandría abierta a todos.
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