Ninguna organización española está entre las más innovadoras

Sin innovación no hay progreso científico, económico o social. De una crisis como la actual sólo se sale con nuevas ideas y nuevos productos. Pero no hay ninguna empresa privada, universidad u organismo público español que aparezca entre los más innovadores del mundo. Además, haciendo un análisis de los sectores más punteros no parece que el panorama vaya a cambiar en los próximos años.

Thomson Reuters acaba de publicar su 2011 Top 100 Global Innovators, una iniciativa que analiza datos de patentes y otras métricas relacionadas para identificar a las empresas e instituciones que son líderes mundiales en innovación. Cuanto antes se cierre este capítulo doloroso mejor: no hay ninguna española. Ni por número de patentes registradas o concedidas, ni por su calidad, ni por su influencia en otras invenciones, las organizaciones españolas, ya sean privadas, públicas o híbridas no salen en la lista.

Aunque el ranking de Thomson Reuters se apoya sólo en la propiedad intelectual como indicador de innovación, su metodología es a prueba de bombas. Expresan el éxito como una ratio entre las patentes presentadas y las finalmente concedidas. En muchas ocasiones, los registros son de baja calidad o irrelevantes y son desechados por las oficinas de registros. Otro indicador que usa la consultora canadiense para elaborar su lista es el alcance global de la patente. Parten de la idea de que si una empresa registra una invención ante las oficinas de patentes de Europa, China, Japón y EEUU, lo que llaman la patente cuatrilateral, es que debe ser lo suficientemente buena como para protegerla en todo el mundo. La influencia la miden con la frecuencia en que los competidores mencionan una patente del innovador en sus invenciones. Por último, sólo incluyen aquellas compañías con más de 100 patentes de calidad en los últimos tres años.

Si se agita ese cóctel el resultado revela que el 40% de las organizaciones más innovadoras son de EEUU, Asia acoge al 31 %  y Europa aparece en tercer lugar, con un 29%. Del viejo continente salen en la lista nombres de seis países. La potencia regional es Francia, con 11 representantes de los más variados sectores. Tras firmas como el consorcio Airbus o Alcatel-Lucent, destaca la presencia de centros de investigación que no son empresas, como el Commissariat à l’énergie atomique, IFP Energies Nouvelles o el Centre National de la Recherche Scientifique, la versión gala de nuestro Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Los tres están impulsados por el Gobierno francés y soportados con dinero público.

En el listado global se echa en falta algún representante de China. Como dicen en el informe: "La ausencia de empresas de China es notable y subraya el hecho de que aunque China es el líder mundial por volumen de patentes, cantidad no equivale a influencia y calidad".

Por sectores, el informe vuelve a mostrar que vivimos en la Era de la Información. La fabricación de componentes electrónicos y semiconductores copa el 14% de la lista. Sólo una de estas empresas es europea. El equipamiento para telecomunicaciones y la fabricación de hardware también están entre los primeros, alternándose con el sector químico y el de maquinaria. Es en este último el único en el que Europa se adelanta a los otros dos gigantes. Llama la atención que sectores como el farmacéutico, el de los hidrocarburos o el del motor estén en la cola de la innovación.

"La innovación es una vía de crecimiento y prosperidad para las empresas y los países que buscan superar una economía deprimida y lograr una ventaja competitiva ", dijo David Brown, de Thomson Reuters. Podría ser una afirmación interesada en vender su métrica. Pero los datos revelan la importancia de la innovación frente a otras variables. El índice S&P 500, que elabora la consultora financiera Standard & Poor’s, organiza las grandes compañías que cotizan en EEUU por su capitalización en bolsa. Se supone que ahí están las más grandes y que las acciones son un indicador de la pujanza de una empresa.

Pues los ingresos medios por capitalización bursátil de los innovadores de este Top 100 fue un 5% mayor que el de las compañías que salen en el S&P 500 en 2010. Más aún, ese año, crearon 400.000 empleos, un porcentaje respecto a 2009 mayor que las del S&P 500. Además, dedicaron más del doble de dinero a I+D que las de la lista bursátil. La economía real, basada en la creación, y no en la especulación con acciones, aún puede ser rentable y más productiva socialmente.

De la ausencia de España en esta lista no tiene la culpa la crisis actual, pero la presencia en ella sí podría ser una forma de superarla. Por supuesto que hay excepciones al páramo de la innovación española. El Banco Santander y Telefónica aparecen entre las 35 primeras empresas europeas en inversión en I+D según el Scoreboard de la Unión Europea, publicado en octubre. La operadora es, junto al CSIC, la que más patenta en España. Pero cuatro árboles, por frondosos que sean, no hacen bosque, aunque sea mediterráneo.