Las redes sociales son más peligrosas que las páginas porno (o eso dicen)

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Logos de varias redes sociales en la pantalla de un Mac. / fotosdigitalesgratis.com

Estarán de acuerdo conmigo en que el titular de la columna es lo suficientemente atractivo como para que se hayan decidido a perder unos minutos en leer estas líneas. Contiene cuestiones básicas que ahora mismo son garantía de obtener unas buenas visitas en forma de usuarios únicos. Canela en rama para el medio de comunicación. En primer lugar, hablar de redes sociales, así, en general. Es algo que cumplió su propósito durante años, pero que, pasado el tiempo y agotado el recurso, para lograrlo ahora debe ir acompañado de algo de salsa. Picante. Chicha. Si le añadimos el tema del peligro, la cosa se anima. Redes sociales peligrosas... Vale, parece que esto coge color. Vivimos con el miedo metido en el cuerpo la mayor parte del día. A ello contribuyen campañas de sensibilización varias, medios de comunicación, gobiernos y algunos programas de televisión que, sin quererlo, ponen los pelos de punta en mitad de la tarde. El miedo vende. Es el mejor amigo de las audiencias y de los que quieren una ciudadanía un tanto aborregada y más dócil.  Para terminar, una vez aclarado que redes sociales y peligro ya nos garantizan los mínimos, sólo queda rematar la faena como los grandes. Con un pase de pecho con la izquierda que certifique que estamos ante una obra de arte para captar la atención del lector, incluso sin el concurso del experto en SEO. Y  para ello terminamos con... ¡Porno! Cómo no. Redes sociales, peligro y porno. Si alguien no hace click será por dejadez.

La frase que titula este artículo no es mía. La he leído en ediciones digitales de diarios, revistas, blogs... Se corresponde con el titular de la nota de prensa que envió la empresa de seguridad en la Red que realizó el estudio en el que se basa la información. Seguramente tanto revuelo habrá provocado desasosiego en muchos padres cuyos hijos navegan a diario por su red social favorita, intercambiando las partes de su vida que deciden compartir con sus amigos. Esa inquietud lleva al click, y objetivo cumplido. Páginas vistas. La noticia venía a decir, en resumidas cuentas, que hoy día existen en las redes sociales muchos enlaces que nos llevan a códigos maliciosos para nuestro ordenador. Nada nuevo. Antes el nido habitual de esas víboras telemáticas, su refugio desde el que cazar incautos, eran las páginas porno. Lo sigue siendo. La evolución natural de los que tratan de infectar nuestros ordenadores es dejar su rastro de migas de pan para infectar nuestra máquina allí donde más gente acude. Las redes sociales son hoy el gran punto de encuentro de millones de personas en la Red. Las cifras marean, y son el reflejo tanto de su éxito como de la utilidad que todos les hemos encontrado.

La vertiente periodística de este asunto nos dice que, siendo legítimo el titular, se trata de una preocupante escalada hacia el exceso. Es cierto que según un estudio estos códigos maliciosos abundan más en sitios como Youtube, por ejemplo, y que las webs de señores y señoras - y otros seres de la creación - ligeros de ropa han perdido posiciones. Otra cuestión es si la responsabilidad nos debe llevar a utilizar expresiones que alarmen y preocupen a quien no tiene los conocimientos suficientes para ver inmediatamente que no estamos ante el fin de los días de Facebook, ni tendremos que salir a la carrera de Tuenti. Que sólo nos encontramos con una nueva versión de esos correos electrónicos que nos han llegado toda la vida con enlaces dañinos, y que ahora duermen el sueño de los justos en las carpetas de spam gracias a los potentes filtros de los servicios de webmail. Nada más. Sólo algunos medios especifican en letras grandes, como debe ser, a qué se debe la alarma. Los chicos malos se reinventan ajustándose a los hábitos de los internautas, y los buenos elaboran cortafuegos para que sigamos seguros. No hay necesidad para el sobresalto gratuito ni alimentar el pánico. Las redes sociales son tan seguras como siempre, y nuestra única responsabilidad es la de tener algo de cuidado, como lo teníamos antes con el correo o si entrábamos a páginas poco recomendables, de esas que inundan la pantalla con mensajes que llaman nuestra atención diciéndonos que hemos ganado un montón de duros y sólo tenemos que pinchar con el ratón para poder nadar en billetes de quinientos y vivir el resto de nuestra vida como Flavio Briatore. Para duros a cuatro pesetas haga click aquí, les falta escribir entre colores estridentes y parpadeos varios. Que nadie se alarme. Con imponer el sentido común, se acabaron los problemas. Como toda la vida.

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