El ‘negacionismo’ climático se nutre del dinero de fundaciones conservadoras

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Una decena de fundaciones conservadoras o ligadas a la industria petrolera financian el negacionismo climático en Estados Unidos. / Cortesía del profesor Robert J. Brulle, Drexel University

Con una buena cantidad de dinero aún se podría hacer creer a la mayoría de la gente que la Tierra es plana o, al menos, sembrarle dudas sobre su redondez. A pesar de la ingente cantidad de datos que atestiguan el calentamiento del planeta, los sucesivos intentos por implantar un sistema global que revierta o al menos frene el calentamiento global han fracasado. Buena parte de ese fracaso se debe a la posición de Estados Unidos. Allí, un poderoso movimiento ha bloqueado toda acción política para reducir las emisiones. Un estudio muestra ahora cómo una decena de fundaciones conservadoras nutren de dólares al negacionismo climático.

Estados Unidos es el segundo mayor responsable de las emisiones de CO2 que están calentando el planeta. Según el Atlas Mundial del Carbono, con datos de 2012, aquél país emitió a la atmósfera 5.118 millones de toneladas de CO2. Solo China, con 9.621 de millones de toneladas los supera. Para hacerse una idea, las emisiones de España fueron de 277 millones de toneladas. Estados Unidos es también uno de los pocos países que no ratificó el Protocolo de Kioto, que busca una reducción significativa de los gases de efecto invernadero. Aquella decisión, tomada por el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, nunca ha sido revertida por su sucesor, Barack Obama. Y no lo ha hecho porque no podía.

Mientras que en el resto del mundo apenas nadie niega el calentamiento global y, en España, el 86% de la población considera que el cambio climático es resultado de la actividad humana, en Estados Unidos la mayoría aún no se lo cree. Según Pew Research, casi el 70% de los estadounidenses está de acuerdo con que el planeta se está calentando pero sólo una minoría le echa la culpa a los humanos. Peor aún, aunque el 97% de los estudios científicos apuestan por el origen antropogénico del cambio climático, la población estadounidense piensa que la ciencia está dividida.

"Creo que el contra movimiento del cambio climático ha tenido influencia en esto", dice Robert Brulle, sociólogo medioambiental de la Universidad Drexel. Brulle lleva años estudiando la emergencia de este contra movimiento y acaba de publicar su última investigación en la que muestra como un puñado de fundaciones conservadoras, la mayoría creadas por grandes fortunas relacionadas con el petróleo o con industrias dependientes de los combustibles fósiles, han conseguido polarizar a la sociedad estadounidense hasta hacer inviable cualquier acción política que supusiera limitar las emisiones de CO2 de Estados Unidos.

El negacionismo climático nació en 1989, apenas unos meses después de que las Naciones Unidas impulsaran el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el mayo esfuerzo científico para calcular el alcance del calentamiento global, su impacto futuro y que medidas tomar para combatirlo o mitigarlo. Su último informe advertía de que el cambio climático está siendo peor de lo estimado anteriormente y que su origen es antropogénico. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Durante la última década, la ceguera en forma de ignorancia se ha impuesto en Estados Unidos. Y se ha impuesto sobre la ciencia a base de dólares. Brulle ha analizado el conglomerado de organizaciones, think tanks y fundaciones que conforman lo que él llama contra movimiento del cambio climático (CCCM, por sus siglas en inglés). Siguiendo la consigna follow the money (sigue el dinero), el sociólogo expone en la revista Climate Change quién financia a quién. Su trabajo identifica a 118 organizaciones, de las que ha obtenido datos sobre 91 de ellas, que han recibido cerca de 7.000 millones de dólares entre 2003 y 2010, una media de 900 millones anuales.

Robert Brulle, sociólogo medioambiental de la Universidad Drexel. / Universidad de Drexel

¿Y de quién reciben tanto dinero?  "En general, de donantes muy ricos", responde Brulle. Cruzando datos de Foundation Center, una especie de directorio de fundaciones, con la información financiera enviada por las distintas organizaciones al Servicio de Impuestos Internos, la agencia tributaria estadounidense, Brulle ha identificado a los que financian el negacionismo climático. Aparte de los ingresos propios de las grandes organizaciones empresariales, la mayor parte del dinero procede de unas 140 fundaciones. Pero apenas una decena de ellas copan el 40% de las donaciones.

Todas las principales fundaciones donantes son conservadoras y lo son en el doble sentido de la palabra. Ideológicamente, son firmes defensoras de la iniciativa privada, el Gobierno mínimo y el capitalismo, también en la filantropía. Económicamente, detrás de todas ellas hay grandes intereses económicos que se verían afectados si se limitaran las emisiones. En algunas, como la ExxonMobil Foundation, la conexión con el negocio del petróleo es evidente. Pero también lo es en la fundación de los hermanos Koch, cuya empresa, Koch Industries, es la segunda mayor empresa privada de Estados Unidos y que se dedica al petróleo, el gas y la industria química. O la tríada de Scaife Foundations, dirigidas por un multimillonario que debe buena parte de su fortuna también a los combustibles fósiles.

Lo que muestra también el estudio de Brulle es que el dinero que financia el negacionismo cada vez se esconde más. Desde 2006, emergen con fuerza los nombres de Donors Trust y Donors Capital Fund, dos organizaciones sin ánimo de lucro que reciben donaciones para financiar a otras ONG conservadoras. Pero aquí, la pista del dinero se pierde. Las donaciones son prácticamente anónimas. Ambas organizaciones aportan ya el 25% del dinero que las fundaciones conservadoras dan al CCCM.

Se da la circunstancia de que esta emergencia coincide con el descenso de aportaciones públicas de fundaciones como la de los hermanos Koch o la de la petrolera ExxonMobil. Para Brulle, el aumento de la ocultación se debe a "la mala publicidad" que les granjeaba su apuesta pública por el negacionismo climático. En conjunto, el 75% del dinero que recibe el CCCM hoy no es rastreable.

El sociólogo estadounidense concluye su análisis haciendo una analogía con el teatro: "Como en un espectáculo teatral, hay estrellas ante los focos. En el drama del cambio climático, son a menudo prominentes científicos críticos o políticos conservadores. Sin embargo, sólo son la parte más visible y transparente de una producción más grande. Sosteniendo este esfuerzo hay directores, guionistas y, en especial, una serie de productores, en forma de fundaciones conservadoras". Sin tener claro este teatro no se podría entender, añade, "como el cambio climático antropogénico se ha convertido en algo discutido en Estados Unidos en vez de en un hecho científico".

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