Sobre la 'crisis de pareja' de EEUU e Israel

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El vicepresidente de EEUU, Joe Biden (izda.), en la reunión que mantuvo con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Jerusalén, el pasado 9 de marzo. / David Lienemann (Casa Blanca)

Algunos defienden la idea de que la alianza entre Estados Unidos e Israel, sostenida por los lobbies de presión judíos en Washington, es inquebrantable. Es cierto que ambos comparten intereses estratégicos y una idea común de Oriente Próximo donde el Estado judío sea la indiscutible superpotencia militar, como también es cierto que la política exterior de Washington desde el 11-S (que derivó en la invasión de Irak y Afganistán y en amenazas contra Siria e Irán) y la creciente agresividad de Tel Aviv hacia sus vecinos, amparada y legitimada por EEUU ante las instituciones internacionales, ha aumentado el número de atentados en todo el mundo.

Pero, ¿conviene a la actual Administración de Washington conservar esa alianza, por mucho que mantenga sus acuerdos militares, sea cual sea la postura del Gobierno de Israel? Varios indicios hacen pensar que al incidente diplomático que ha envenenado las relaciones de los tradicionales socios se suma un reciente descubrimiento por parte de Obama: el apoyo incondicional a Israel, y especialmente al actual Ejecutivo ultraderechista, cuesta vidas norteamericanas.

El periodista Mark Perry daba detalles clave, que han sido muy comentados en Oriente Próximo, el pasado día 13 en la revista Foreing Policy. Perry se hacía eco de la reunión mantenida el pasado 16 de enero en el Pentágono entre el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de EEUU, almirante Michael Mullen, y una delegación del Centcom [el organismo militar norteamericano encargado de velar por la seguridad en Oriente Próximo] enviada por su máximo responsable, el general David Petraeus, para debatir las repercusiones del conflicto entre israelíes y palestinos en la imagen norteamericana.

Según Perry, los delegados de Petraeus basaban sus conclusiones en una reciente gira por los países árabes en los que se habían entrevistado con muchos de sus dirigentes, y todos advertían de que la convicción más extendida es que “Estados Unidos es incapaz de plantar cara a Israel, que los socios árabes del Centcom están perdiendo la fe en las promesas norteamericanas, que la intransigencia israelí en el conflicto están poniendo en peligro la reputación de EEUU en la región y que el propio George Mitchell [enviado especial de EEUU para Oriente Próximo] es, como le describiría secamente un veterano responsable del Pentágono, ‘demasiado viejo, demasiado lento y demasiado tardío’”.

La reunión, según Foreing Policy, no tiene precedentes: nunca antes el Centcom se había pronunciado sobre el conflicto árabe-israelí, como tampoco había pedido –como hizo– al Pentágono que los territorios palestinos pasaran a su zona de influencia. El Departamento de Defensa se negó a entregarle el dossier, pero el mensaje parece haber calado: la defensa a ultranza de Israel, sobre todo después de la desproporcionada guerra del Líbano (2006), la sangrienta ofensiva contra Gaza (2008-9, que le valió acusaciones formales de crímenes de guerra), los impunes asesinatos del Mossad y la política de colonización en Jerusalén Este y Cisjordania (imparable pese a los ruegos de Washington (que exige ‘gestos’ hacia los palestinos) y medio mundo, no benefician a EEUU.

Eso explicaría otra de las jugosas filtraciones obtenidas por Perry. Una vez consumado el insulto –el anuncio de la construcción de 1.600 viviendas judías en el sector árabe de Jerusalén en plena visita del vicepresidente norteamericano Joe Biden a Israel– Biden estalló en cólera ante el primer ministro Netanyahu. “Esto está comenzando a ser peligroso para nosotros”, le habría dicho el ‘número dos’ de EEUU, según el diario israelí Yediot Ahronot. “Lo que estáis haciendo aquí cuestiona la seguridad de nuestras tropas de combate en Irak, Afganistán y Pakistán. Eso nos pone en peligro y pone en peligro la paz regional”, añadió Biden.

Hay que entender la enorme sensibilidad que implica, para todo el mundo musulmán, la ocupación israelí de Jerusalén Este, capital de un futuro estado palestino y ciudad que acoge la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del Islam tras La Meca y Medina. Cada semana, protestas multitudinarias tienen lugar en diferentes estados musulmanes donde se queman banderas israelíes y norteamericanas. El conflicto israelí palestino es el meollo de los problemas de Oriente Próximo y germen del enorme malestar de los árabes hacia Occidente. De ahí que resulte sorprendente que la Administración estadounidense no se hubiese percatado antes de que su tajante apoyo a Tel Aviv –quien a la postre carece de amigos, como demostró el bombardeo del navío norteamericano USS Liberty por parte de cazas israelíes en 1967, que mató a 34 estadounidenses– no sólo le cuesta simpatías, sino que alienta los ataques contra objetivos norteamericanos, equiparados con el común enemigo israelí.

Los viajes de Biden y del almirante Mullen a Israel reflejan un nuevo temor. Así lo analizaba la ministra siria consejera de Asuntos Políticos Bouthaina Shaaban, candidata al Nobel de la Paz en 2005, en una reciente tribuna publicada por el Daily Star libanés. “[Las revelaciones de Foreing Policy] significan que la línea dura sionista, como Netanyahu y Lieberman, constituyen el obstáculo real no sólo para la paz regional sino para que Estados Unidos logre sus objetivos en la región, y pone en peligro los intereses de EEUU y su estatus. Los agresivos actos de Israel ya amenazan la seguridad y los intereses occidentales”.

Según la BBC, el cambio de la Administración norteamericana hacia Netanyahu, quien ya en su primer mandato se caracterizó por sus arrogantes desplantes a su principal socio, es tan tangible que una fuente del Gobierno norteamericano ha comunicado al ministro de Exteriores qatarí que EEUU podría abstenerse en una eventual votación de una resolución de la ONU que critique la construcción de asentamientos en Jerusalén Este. El texto aún debe ser llevado al Consejo de Seguridad y es posible que se trate de un ‘globo sonda’ para apaciguar a Israel, pero la amenaza en sí parece otro signo del deterioro de las relaciones. Hasta ahora, Washington ha vetado cualquier resolución contraria a Tel Aviv en el Consejo de Seguridad.

En su famosa cena frustrada con Netanyahu, el presidente Obama le presentó una lista con 13 condiciones a cumplir, entre ellas el cese inmediato de las construcciones judías en el sector árabe de Jerusalén. El primer ministro israelí respondió que tienen el mismo derecho de construir en la ciudad santa como en el resto de Cisjordania (o sea, ninguno) mientras su ministro de Exteriores, el ultraderechista Avigdor Lieberman, calificaba en una entrevista con el diario israelí Maariv las demandas de EEUU de “disparatadas”. La arrogancia israelí es tal que la AIPAC, el mayor lobby de presión judío en Washington, ha llamado a “rebajar el tono”... a la Administración Obama, que no a Tel Aviv.

El hecho de que la Liga Árabe haya exigido al presidente Abu Mazen que congele las [inexistentes] negociaciones de paz con Israel no afecta a Tel Aviv, porque parece no tener ningún interés en llegar a un acuerdo con los palestinos ni tampoco con sus vecinos árabes. Para Obama, eso supone que su 'plan de paz' para Oriente Próximo es más irreal que nunca.  Habrá que esperar para saber si la disputa tiene consecuencias. Como argumentan algunos, en toda relación de pareja hay discusiones. Pero no hay que olvidar que a veces las peleas derivan en divorcio. 

4 Comments
  1. Miriam says

    Si por eso se debe apoyar el derecho a existir de Israel. Ya que los judíos han conquistado esas tierras en guerras-de-autodefensa. Ganadas legítimamente a sus molestos enemigos que siempre han querido «echar al mar al pueblo judío».
    Am Israel Jai.

  2. SEBASTIAN CARO says

    MIRIAM ERES JUDIA

  3. vilaboi says

    La alianza de EE,UU. e Israel No solo es el resultado de los intereses de los lobbies de presión judíos es en mi opinión una alianza estratégica contra el expansionismo islamico, a la vez que una alianza para la autodefensa de Israel, no se si sabrán que a causa del expansionismo islámico los problemas que tienen por ejemplo en Londres (dónde funcionan 49 tribynales islámicos), con personas que defiendan estas posturas en cuatro dias estan aqui en España los citados tribunales. Pero vayamos a la alianza. La alianza es necesaria para frenar los excesos del rigorismo islamista, y en ella (la alianza) tendriamos que entrar los europeos, no se si saben los problemas de los cristianos en Marruecos, Egipto e Irack, sencillamente no hay libertad religiosa. eL EXPANSIONISMO, también ha llegado en parte a España, el diputado del Psoe/Psc, Sr Mohamed Chaid defiende los intereses de una Fundación patrocinada por el Rey de Marruecos. Ha yo no soy judio, soy sensato, España es laica y teóricamente aconfesional (en un pais musulmán no tendria esta opción). No nos damos cuenta de que no hay un solo pais Musulmán democrático. Que el Islam no parara su expasión hasta haber triunfado, lo indica el Corán. Tan ciegos estamos.

  4. coty says

    estan equvocados, los israelies son los usurpadores de las tierras palestinas, los israelies estan haciendo a los palestinos los mismo que les hicieron a ellos, estan violando todos sus derechos, no cumplen con niunguna resolucion del consejo de seguridad, vetadas por su «amigo» EEUU. el pueblo palestino esta sufriendo y luchando por lo q le corresponde, sus derechos a la vida.

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