Turquía vuelve al clima de guerra de los 90

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Parece inevitable. Turquía se precipita hacia un clima bélico que no se conocía desde los años 90, cuando la guerra contra los kurdos se cobró cientos de víctimas, más de 3.000 pueblos destruidos y cerca de un millón de refugiados. Según diferentes fuentes,  las operaciones del Ejército contra las guerrillas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se están extendiendo por todas provincias orientales del país, registrándose combates en lugares tan distantes entre sí como la costa mediterránea, el centro de Anatolia, las fronteras con Georgia y Armenia y, sobre todo, a lo largo de toda la línea divisoria de Irak.

Milicianas del PKK durante un entrenamiento. / Kurdish info

El propio mando militar ha reconocido que en los dos últimos meses ha perdido medio centenar de soldados y oficiales. La nueva escalada creció progresivamente a lo largo de 2009, pero se ha intensificado a partir de que Abdulá Ocalán, el líder kurdo encarcelado en la isla de Imrali, reconociera el 31 de mayo que sus gestiones para encontrar una salida política habían fracasado. Al día siguiente, la Confederación de Pueblos del Kurdistán  (KCK), brazo político del PKK, ponía fin a la tregua unilateral mantenida desde el 13 de abril del pasado año.

A partir de este anuncio, no han cesado los ataques a puestos policiales y del Ejército desde la provincia de Kars, fronteriza con Georgia, hasta el golfo de Iskenderun, en el Mediterráneo, y desde Erzincan, en el centro de Anatolia, hasta la frontera con Irán. También se han registrado enfrentamientos en las provincias de Elazig, Bingol, Mus, Mardin y Sirnak, pero, sobre todo, en la zona montañosa que separa a este país de su vecino iraquí.

Explosión de una bomba en una zona del norte de Irak durante los bombardeos de la aviación turca. / Kurdish Info

Según ha informado ampliamente la prensa turca, el incidente más grave ocurrió el 19 de junio en Gediktepe, una pequeña localidad de la provincia de Hakkari situada junto a la línea divisoria con Irak, donde murieron al menos 11 soldados tras ser atacado un destacamento militar por una columna de guerrilleros. El primer ministro, Tayip Erdogán, tuvo que suspender una cumbre con representantes de países europeos para asistir en la ciudad de Van al funeral por los soldados fallecidos.

El mando militar turco también ha reconocido que, en respuesta a este ataque, unidades turcas han penetrado varios kilómetros dentro de territorio iraquí, con apoyo de aviones y helicópteros de combate que han vuelto a bombardear zonas de Irak donde, según el Ankara, tiene sus bases el PKK. Debido a estos bombardeos, varios pueblos del norte de Irak han sido desalojados por sus habitantes, que han denunciado la destrucción de viviendas y graves daños en sus rebaños.

Para comprobar estas denuncias, una delegación de las Naciones Unidas se desplazó el 21 de junio a esta zona para supervisar sobre el terreno los efectos de los bombardeos en las comarcas de Amadiya, Mergasur y Sidekan. De acuerdo con la Asociación turca de Derechos Humanos (IHD), debido a este tenso clima de guerra habrían muerto en los dos últimos años cerca de 40 civiles. Entre las últimas víctimas, se encuentran Islam Kesici, que fue alcanzado por disparos cuando, a finales de mayo y junto a otros habitantes de su aldea, se disponía a cruzar la frontera con Irán; también habría fallecido por los últimos bombardeos Rusen Mihemed Haci, una niña de 14 años, otra de 15 de nombre Zahide Muhamed Mecid, y Rekan Huseyin, cuya casa fue alcanzada por una bomba en el distrito de Çukurca.

También de acuerdo con fuentes locales, el Ejército estaría concentrando miles de soldados hipotéticamente para lanzar una nueva operación dentro de Irak. A lo largo de esta franja fronteriza, el Ejército turco mantiene desde hace años varias bases sobre  territorio iraquí, contando incluso con un aeropuerto en la localidad de Bamarni. El ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Hosyar Zibari, ha denunciado que estas incursiones y bombardeos suponen una violación de la soberanía de Irak, y  una organización juvenil local ha anunciado que, si continúan las incursiones turcas, enviarán a la frontera “escudos humanos”.

Banderas del PKK situadas en un control de esta organización en la zona montañosa del norte de Irak junto a la frontera iraní. / Manuel Martorell

Según un comunicado del movimiento kurdo de liberación, el giro represivo dado por el Gobierno de Tayip Erdogán durante el pasado año ha obligado al PKK a poner fin al alto el fuego. Entre los motivos que han llevado a la ruptura, cita la prohibición del Partido de la Sociedad Democrática, el encarcelamiento de 1.500 personalidades y cargos vinculados a esta organización, la detención del llamado Grupo de la Paz, enviado por el PKK en septiembre del pasado año como gesto de buena voluntad, y los 262 operativos que, según los cálculos de la guerrilla, habrían lanzado contra ella el Ejército de Ankara.

Con el objetivo de frenar la escalada militar, el pasado 26 de junio, decenas de personas se manifestaron en Taksim, conocida y céntrica plaza del Istanbul europeo, con pancartas en las que se podía leer: “No queremos morir”; “No a la guerra, si a un paz honrosa”.  Las organizaciones convocantes aprovecharon la ocasión para recordar que en este conflicto ya han muerto, desde 1984, más de 40.000 personas.

La Asociación pro Derechos Humanos de Turquía (IHD) también hay denunciado que en estos días están volviendo a registrarse hechos que no ocurrían desde mediados de los 90, el periodo más duro de esta guerra no declarada. Por ejemplo, la IHD asegura que sus observadores han confirmado que en el distrito de Hasankeyf, cerca de la ciudad de Batman, los militares incendiaron los pueblos de  Keçeli y Pulumatu, impidiendo después a sus habitantes apagar el fuego que consumía sus casas. Según varios informes, incluido uno del Parlamento turco, en los años 90 más de 3.000 aldeas y caseríos fueron quemados o destruidos con el objetivo de privar a la guerrilla de su apoyo popular.

Estado en que quedó una vivienda en uno de los pueblos del norte de Irak bombardeados por la aviación turca. / Karlos Zurutuza

De la misma forma, habitantes de las comarcas de Hizan, Tatvan y Guroymak  están denunciando que, a través de la megafonía de las mezquitas, los mandos militares han prohibido abandonar los pueblos sin previa autorización del Ejército, dando instrucciones para que quien desee salir del pueblo informe antes al puesto policial o militar más cercano de los motivos que justifican el desplazamiento.

En este ascendente clima de guerra, la prensa turca ha destacado las palabras de la madre de uno de los 11 soldados muertos en Gediktepe (Hakkari), que se preguntaba cómo se podía enviar a un muchacho a combatir contra  una experimentada guerrilla en las montañas con solo dos semanas de entrenamiento. “Lo entregué vivo y me lo devuelven muerto”, dijo Husnucemar, madre de Mutlu Saydam,  para después aclarar que se sentía “orgullosa de ser turca” pero que pedía al Ejército y al Gobierno “que pongan fin a esta guerra antes de que aumente el número de muertos”.

3 Comments
  1. peste de políticastros says

    Y en España le meten tres años de carcel a un joven Kurdo por tirarle un zapato al despreciable presidente de turquía, que ni siquiera le pasó cerca al merluzo. Le condenan por «atentado a jefe de estado extranjero y contra las relaciones internacionales de España», vamos lo mismo que el gobierno Cubano a la disidencia, delitos inexistentes. Menuda aberración jurídica, si se lo carga, le condenan proporcionalmente a bastante menos. !Menuda justicia democrática la española!

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