Erdogán abre las puertas al reconocimiento de los genocidios ocurridos en Turquía

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Fotografía mostrando a un grupo de mujeres y niños alevis apresados por fuerzas del Ejército turco. / Dersimzaza

Al pedir públicamente y en nombre del Estado perdón por el genocidio de Dersim, el primer ministro  Tayip Erdogán ha abierto en Turquía un amplio debate sobre las masacres ocurridas en este país, un hecho que podría incluso replantear la negación de otras campañas de exterminio, de forma especial la que afectó a los armenios y cristianos asirios a comienzos del siglo XX.

En el caso que ha provocado la actual polémica, todos los habitantes de Dersim, mayoritariamente de religión alevi, fueron asesinados o deportados a otras partes del país entre los años de 1936 y 1939, tras ser aplastada una revuelta general de las tribus locales. Aunque varios historiadores aseguran que fueron decenas de miles los muertos, los pocos documentos oficiales que se han podido consultar reconocen solo la cifra de 13.806, siendo un número similar los que fueron trasladados a la fuerza, fundamentalmente a las provincias de la costa mediterránea. A partir de 1939, Dersim fue declarado oficialmente un territorio “no habitable” y su nombre, de origen kurdo (literalmente, Puerta de Plata), fue modificado por el turco Tunceli, que quiere decir “Puño de Hierro”.

El debate ha estallado debido a que Erdogán, tras presentar formalmente sus excusas, insinuó que el  principal grupo de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), había sido el responsable de esos crímenes y que, por lo tanto, también debía pedir perdón. Al CHP, de orientación socialdemócrata y con fuerte presencia política en la citada región, le ha faltado tiempo para aclarar que durante el periodo en que ocurrieron los sucesos de Dersim, Turquía era un sistema político de partido único y que, por lo tanto, no se pueden comparar estas dos situaciones históricas. La parlamentaria Sebahat Akkiraz ha puesto también en duda la sinceridad de Erdogán al señalar que, si realmente quisiera aclarar lo ocurrido, debería facilitar las investigaciones sobre otros sucesos semejantes.

Viñeta alusiva al aplastamiento de las rebeliones publicada por Cumhuriyet en 1925.

Akkiraz se refería, en concreto, a las matanzas mucho más recientes de Karamanmaras, Sivas o Corum, ciudades en las que la comunidad alevi, considerada herética por los suníes y que tiene en Turquía al menos diez millones de seguidores, ha sufrido persecución por parte de grupos islamistas suníes y de ultranacionalistas turcos, en concreto de la organización Lobos Grises. Las palabras de Sebahat Akkiraz no se quedaron ahí porque la diputada del CHP pidió a Erdogán que explicara a cuántos alevis ha promovido para altos cargos de su Administración, afirmando, a renglón seguido que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de orientación suní, “ha echado a los alevis del Gobierno”. Akkiraz llegó a decir que Erdogán es “el moderno Selim”, comparándolo así con el sultán otomano que persiguió sin piedad y de forma sangrienta a los alevis durante el siglo XVI.

Echando más leña al fuego, el viceprimer ministro, Bulent Arinc (AKP), ha dicho que buena parte de la responsabilidad de aquellos hechos hay que atribuirla a los tribunales creados durante la Guerra de Liberación liderada por Mustafá Kemal Ataturk, fundador de la República de Turquía, para expulsar a las tropas extranjeras tras la I Guerra Mundial. En su opinión, si se hicieran públicos los archivos de estos tribunales, se sabría que ocurrieron “otras tragedias como la de Dersim”

Varios destacados columnistas y profesores universitarios han comenzado a intervenir en la polémica, pidiendo que también se abran otros archivos secretos de la época, en concreto los de las Fuerzas Armadas, y señalando que, si realmente se quiere saber la verdad, hay que tratar igualmente las matanzas de los cristianos armenios y asirios en las dos primeras décadas del siglo XX, las exacciones contra los judíos en los años 40 y la persecución contra los griegos en los 50.

Eso es lo que ha declarado, por ejemplo, Hakan Yucel, sociólogo de la Universidad de Galatasaray, quien pone en duda la sinceridad de Erdogán. “El Gobierno manipula estos hechos. En realidad, no quiere abrir el libro de las masacres cometidas en Turquía porque, en ese caso, también tendría que hablar de los armenios”. Ahmet Demirel, historiador de la Universidad del Bósoforo, se ha sumado a la petición de abrir los archivos secretos y ha dicho que las nuevas investigaciones debieran tener como conclusión lógica un hecho de una profunda trascendencia: reescribir los libros de texto con los que los niños turcos aprenden la historia de su país, ya que estos libros niegan la existencia de todas estas masacres.

Demirel, en una entrevista al periódico de lengua inglesa Deily News, aclara, además, que las masacres de Dersim se iniciaron después de que la revuelta de las tribus alevis había sido aplastada y toda la zona estaba ya bajo control del Ejército, de lo que se deduce que la “operación”, como se le denominó oficialmente, había sido concebida como una campaña de limpieza étnica.

Pinar Ogunc, columnista del periódico Radikal, también cuestiona la sinceridad gubernamental, recordando, por ejemplo, que el actual Ministerio de Cultura ha prohibido la distribución y proyección del documental Dersim 38, del cineasta Cayan Demirel, considerado, junto a El carruaje negro, de Ozgur Findik, uno de los principales trabajos históricos sobre estos hechos. Según este ministerio, Dersim 38 no podía ser comercializado en formato dvd ni exhibido en certámenes cinematográficos debido a que atentaba contra “el orden público” y “la salud mental de la infancia y la juventud”.

Imagen actual de Tunceli, desde donde se dirigieron las operaciones contra los alevis en los años 30. / Manuel Martorell

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