Damasco, o el principio del fin

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BEIRUT.– Pregunto a un respetado activista sirio, original de Damasco pero exiliado en Beirut desde que su nombre apareció en las listas negras del régimen, sobre la espectacular ofensiva contra Damasco. ¿Es este el principio del final de Assad? "El principio del final comenzó en marzo de 2011", responde. "Esto es sólo un paso más del final".

Todo parece indicar que el régimen sirio puede tardar aún tiempo en caer, pero es indudable que los últimos acontecimientos podrían acelerar su colapso. Desde hace cinco días, el Ejército Libre de Siria (ELS, la facción desertora) combate en las calles de la capital en escenas inimaginables hasta hace pocos días. Los enfrentamientos ya no se limitan a suburbios como Midan, Barzeh, Hamaeh o Qudsiyah, como ocurría antes. Ahora barrios del centro de la capital como Mezze -enclave diplomático-, Qaboun o Moudanniya, así como Kafr Shorshe, se encuentran bajo fuego de artillería, con los accesos, según los vecinos, cortados por barricadas y hombres armados que impiden la entrada de las fuerzas del régimen. La respuesta de la dictadura, en algunos barrios, ha incluido el uso de helicópteros artillados. Damasco ha pasado de ser inmune al contagio a convertirse en una versión de Bagdad.

Combates y explosiones se producen a escasa distancia del palacio presidencial de Bashar Assad, y lo que es más importante, el régimen se ha descubierto vulnerable. El aparente ataque de ayer contra la sede de la Seguridad Nacional en plena reunión de emergencia para tratar los combates ha sido un golpe contra el núcleo de poder de la dictadura, no tanto por la muerte del ministro de Defensa, el general Daoud Rajha (en el cargo desde el año pasado) o la del general Hassan Turkomani, responsable de la célula de crisis, como por la de Assef Shawkat, el cuñado de Bashar Assad, pieza fundamental de un régimen basado en las relaciones familiares.

Además, el ministro del Interior y el responsable de la Seguridad Nacional habrían resultado heridos en un ataque que ha suscitado sospechas. No hay imágenes del mismo, y según la corresponsal de la BBC en Damasco, las ventanas del edificio en cuestión están intactas y ayer no se podía apreciar más seguridad de la habitual. Por la red circula ya la teoría de que las víctimas murieron en un ataque anterior, reclamado por el ELS el pasado mayo y negado por Damasco, y que se habría maquillado ayer para justificar una respuesta militar aún más dura, ahora que la guerra ha llegado a la capital.

Desde que se incorporó a la familia, Assif Shawkat, casado con Bushra Assad (única hermana del actual presidente) a mediados de los 90, se esforzó por abrirse un hueco en el clan dirigente y lo logró. Pasó a convertirse en el responsable de la Inteligencia Militar desde su matrimonio, si bien sólo fue confirmado oficialmente en el cargo en 2000. Quince años controlando la Inteligencia y también la ocupación -tutela, según algunos- del Líbano, país donde dejó una estructura interna a la que se responsabiliza de algunas acciones encaminadas a desestabilizar el país de los Cedros. En 2010 se le apartó del cargo para nombrarle viceresponsable del Estado Mayor sirio: para algunos, un castigo por no haber impedido el asesinato del líder de Hizbulá Imad Mughniyeh en Damasco y, para otros, un ascenso que tendría que haber derivado al frente del Estado Mayor.

Se desconoce el nivel de infiltración del Ejército Libre de Siria en las filas regulares. En anteriores visitas a Siria, los desertores aseguraban que son muchos a los que se recomienda que no abandonen el Ejército, pese a desearlo, para prestar servicios desde dentro como el que explica que ayer una explosión sorprendiera a la cúpula de Seguridad. Según los activistas, el ataque fue protagonizado por un guardaespaldas de los presentes, si bien no está claro si fue una explosión suicida o el responsable se limitó a detonar explosivos.

El ministro de Defensa sirio, Daoud Rajha, fallecido en el atentado de ayer, día 18, en una imagen facilitada a Efe por la agencia oficial SANA el pasado 10 de julio.

La cabeza del régimen, sin embargo, parece seguir intacta. Sólo eso explica que rápidamente el ministro fallecido fuera sustituido  -Fahad Jassim al Feraj será el nuevo titular- y que el ministro de Información Omran Soaf ofreciera poco después una rueda de prensa de contenido inquietante, donde se advertía que el régimen sólo "ha empleado el 8% de sus efectivos" según relataba en su cuenta twitter la periodista Hala Jaber, con amplia experiencia de trabajo en Damasco, en lo que parece una amenaza abierta de lo que puede venir a continuación.

Es legítimo preguntarse si en la reunión de emergencia, celebrada para estudiar la respuesta a los combates en Damasco, no estaba presente Maher Assad, hermano menor del presidente y responsable de la IV División de Infantería, responsable del grueso de la represión (y, por cierto, antiguo enemigo declarado de Assef Shawkat, a quien llegó a disparar hace unos años). De haberlo estado, es más que probable que resultase herido. La misma pregunta es pertinente en el caso del rais Bashar Assad.

El cambio más importante que implica el ataque de ayer es que el régimen se siente, por primera vez, vulnerable. Ahora no son sus soldados quienes mueren sino sus más altos responsables de seguridad. No sabe cuántos casos más de infiltrados pueden amenazarlo, ni tampoco puede desembarazarse de sus colaboradores más estrechos ante el temor de quedarse solo. Como explicaba a la agencia Reuters Ayman Abdel Nur, antiguo alto cargo del Baaz y asesor y amigo personal de Bashar Assad hasta que se enemistó con el régimen tras solicitar reformas democráticas, "incluso aquellos que le quieren ahora temen que no les pueda garantizar más su seguridad". Para ellos el presidente Bashar Assad es, a su juicio, "inútil y vive en una burbuja" que le hace incapaz de entender la envergadura de la revolución.

Es de temer que la dictadura reaccione de forma violenta, como ya se adelantó ayer cuando se advirtió que ésta será "la última batalla". Los precedentes históricos son de una similitud preocupante: en 1982, años después del inicio de una revolución similar en pos de reformas que terminaría siendo marcada por los ataques de los Hermanos Musulmanes sirios, entonces con fuerte presencia en el país, un atentado frustrado contra el presidente Hafez Assad detonó el violento final de la revuelta. El hermano de éste, Rifaat, entonces a cargo de las fuerzas de elite y hoy exiliado en España, lanzó su poder militar contra la ciudad de Hama, el Homs de entonces, demoliendo literalmente buena parte de la ciudad y matando a miles de personas en algo más de una semana: entre 10.000 y 40.000 sirios murieron, según las diferentes estimaciones.

La reacción del régimen en el 82 hace temer una reacción similar estos días. Y la represión interna no es la única opción del régimen, al que se considera capaz de abrir frentes externos (Líbano, Israel) si se ve amenazado. Las deserciones -algunas muy sonadas, como la del general Manaf Tlass, responsable de la Guardia Republicana y miembro del clan que rige Siria- aumentan a medida que pasan los días y la determinación de los rebeldes sigue permitiéndoles controlar partes del territorio sirio. Por el momento, los activistas denuncian acciones de shabiha, la milicia alauí leal al régimen, contra barrios de Damasco en un paso más hacia el conflicto sectario.

Sin embargo, todos estos factores no tienen por qué desembocar en la caída del régimen, como estima Patrick Seale, autor de Assad, la lucha por Oriente Próximo, en declaraciones a Reuters. "Bashar y su régimen han quedado profundamente desestabilizados pero hay algunas dudas de que puedan ser derribados por los rebeldes por las siguientes razones: la protección de Rusia, la oposición dividida y la ausencia de apetito por una intervención militar". 

2 Comments
  1. jvrgarrido says

    Robert Fisk clava la situación en Siria: EEUU quieren oleoducto desde Oman hasta los puertos de Siria para aislar Irán http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/fisk/robert-fisk-sectarianism-bites-into-syrias-rebels-7964251.html

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