La primera fumata negra

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Lucia Magi *

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Imagen de la fumata negra que apareció ayer, en torno a las 19:45 horas, de la chimenea colocada en el tejado de la Capilla Sixtina indicando que no ha habido un acuerdo sobre el nuevo Papa en la primera votación. / Maurizio Brambatti (Efe)
(Actualización de las 21:20 horas con la noticia de la primera fumata negra)

ROMA.– Los 115 cardenales electores entran hoy a la Capilla Sixtina, avanzando lentamente en procesión, entre los salones del Palacio Apostólico. Tras escuchar la meditación del predicador Prosper Grech, el maestro de ceremonias Guido Marini grita en latín: ¡Extra omnes! (¡todos afuera!): cantores, prefectos, asistentes que llevan la cruz y las velas salen de la capilla. Dentro solo se quedan los electores. Los personajes de El Juicio Final de Miguel Ángel los miran y advierten desde la pared tras el altar. Allí permanecen las tres urnas: una para votar, otra para escrutar y otra, por si hubiera algún cardenal enfermo, sirve para ir a recoger su papeleta a su cama.

“La última vez, los cardenales decidieron votar al menos una vez antes de retirarse por la noche. Considero probable que tras rezar den paso a un primer escrutinio”, aventura el portavoz Lombardi en rueda de prensa. En abril de 2005, cuando había que encontrar al sucesor de Papa Wojtyla, la chimenea instalada a la izquierda de la cúpula de San Pedro echó la primera fumata a las 20:04 horas. “Fue negra y casi seguramente lo será está vez”, pronostica echando mano de la experiencia.

La predicción de Lombardi se confirmó en torno a las 19:45 horas de hoy. De la chimenea instalada en el tejado de la Capilla Sixtina salió una densa humareda negra indicando que en la primera votación no se había logrado el consenso necesario sobre el nuevo Papa.

“La primera ronda permite oler por dónde tira el viento”, dice Carlo Marroni, del diario Il Sole 24 ore. Está de acuerdo Marco Politi, vaticanista puntero y autor del recién editado Joseph Ratzinger, crisis de un Papado: “El primer escrutinio sirve para sacar de la chistera todos los nombres que los congregados tienen en la cabeza”. Como unas “primarias” para tantear cuáles son las candidaturas en liza. Como descubrir las cartas encima de la mesa de juego. E irse a la cama con algunos nombres ya en la cabeza. La noche les aconseja.

“A partir de la segunda votación –escribe Andrea Tornielli, vaticanista de La Stampa– se verá si uno o dos crecen o si se incorporan a la carrera hombres del banquillo. Con Ratzinger hubo una especie de efecto imán y sus consensos empezaron a aumentar sin parar hasta alcanzar el umbral suficiente”. No hubo sorpresas. En esta ocasión podría ser distinto.

“La vez pasada había una figura de espesor, muy superior a los demás. Era un teólogo único. Estamos hablando de Joseph Ratzinger. Ahora no es así. La elección se efectúa entre dos, tres, cuatro... doce candidatos”, dice el arzobispo de Lyon, cardenal Philippe Barbarin.

La mayoría necesaria para subir al solio de Pedro es de 77 votos, dos tercios de los votantes. Pero el consenso, a pocas horas del ingreso al Cónclave, parece bastante lejano. Están divididos según una línea que a primera vista parece ilógica, como cruzada: los curiales que tienen cargos en el Gobierno central y presionan para no revolver mucho los equilibrios de poder, apuestan por el brasileño Odilo Pedro Scherer, exfuncionario de la Congregación para los Obispos que pertenece al comité de vigilancia del Banco Vaticano; los reformadores, que miran desde lejos la Babelia vaticana, se centran sobre un italiano, pero externo al partido romano: el milanés Angelo Scola, que puede acopiar enseguida entre 35 y 40 votos. Según las cuentas que se hacen en la sala de prensa, sobre él podría caer el consenso de europeos y norteamericanos. Scherer, arzobispo de Sao Paulo, es el front-man del otro bloque y podría cosechar el voto de unos 25 ‘romanos’. Marc Ouellet, canadiense, sería la primera elección para unos 12, entre latinoamericanos y estadounidenses.

El rostro de la Iglesia ha cambiado en los últimos años: la “suciedad” de la que habló el cardenal Joseph Ratzinger en el Vía Crucis de 2005, cuando el enfermo Wojtyla no pudo celebrarlo, salió a la luz y “desfiguró” - para seguir citando al alemán - su imagen en el mundo. Los escándalos de los curas católicos que abusaban de menores y las fracturas de la Curia contadas en los documentos del Vatileaks centraron las conversaciones previas de los purpurados. Pero la Iglesia está sobre todo preocupada por la pérdida de fieles y vocaciones en lo que fue su centro: Europa. “Los electores del Papa, eligen a un Papa no a un Secretario de Estado”, dice Tornielli. Hay que escoger no solo a un funcionario que sepa mantener firmes los hilos de la maquinaria gubernamental. Hay que encontrar a un buen Pastor para un rebaño desorientado. “Lo mismo piden los fieles, la parte importante de la Iglesia –señala el padre James Mulford, fundador de la agencia Zenit, especializada en información vaticana–: un evangelizador, una persona que sea cercana, que pueda dar el ejemplo”.

(*) Lucia Magi es periodista.
2 Comments
  1. Austrohúngaro says

    Los cardenales no se ponen de acuerdo, je,je… ¡A seguir fumando! Y q’el spiritu tanto les ponga una copita de brandi u otra spirituosa, je,je… Y viva la siesta sixtina.

  2. Manolo Tolosa says

    ¿Se han fijado en los grupos de personas que saturan estos días la Plaza de San Pedro? Aquí dejamos once pistas para no perderse nada. http://www.elsenorgordo.com/2013/03/11-claves-para-seguir-el-conclave.html

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