El órdago de Roberto Jiménez pone a Bildu a las puertas del Gobierno de Navarra

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Jiménez, ayer defendiendo la comisión de investigación en el Parlamento. A la izquierda, Barcina y Lourdes Goicoechea. / Jesús Diges (Efe)
Jiménez, defendiendo ayer la comisión de investigación en el Parlamento. A la izquierda, Barcina y Lourdes Goicoechea. / Jesús Diges (Efe)

Por mucho que Elena Valenciano asegure que el PSOE no iniciará ninguna “aventura política con Bildu” tras la nueva crisis política de Navarra por un nuevo caso de corrupción que afecta a la presidenta Yolanda Barcina y a su vicepresidenta Lourdes Goicoechea, las matemáticas electorales no salen.

Roberto Jiménez, líder de los socialistas navarros, anuncia una moción de censura contra el Gobierno de UPN y se presenta como alternativa a la actual Presidencia en base a que el PSN-PSOE fue en las últimas elecciones autonómicas la segunda fuerza más votada pero, obviamente, la realidad electoral de Navarra hoy en día ya no es así.

La candidatura encabezada por Roberto Jiménez consiguió el 22 de mayo de 2011, 51.238 votos frente a los 111.474 de Unión del Pueblo Navarro y los 49.827 de Nafarroa Bai (Na-Bai), una coalición nacionalista encabezada por el partido Aralar. Por su parte, Bildu, la heredera de Batasuna, logró 42.916 papeletas, ocupando así la cuarta posición, por delante del Partido Popular -23.551- y de los 18.457 votos de Izquierda-Ezkerra, la versión navarra de Izquierda Unida, que aquí tiene un claro componente vasquista al integrar también a Batzarre.

Tal vez Roberto Jiménez, que dice contar con el respaldo de Rubalcaba y, por lo tanto, de Elena Valenciano, “sueñe” con repetir esta clasificación electoral en los comicios anticipados a los que están abocados los navarros, pero, se mire como se mire, para bien o para mal, la dictadura de los hechos anuncia un panorama político bien distinto.

Como es más que sabido, el principal componente de Nafarroa Bai es el partido Aralar, antigua escisión de Batasuna dirigida por Patxi Zabaleta. Este partido, con fuerte implantación local, es el que da la mayor parte de los votos a Na-Bai, mucho más que el PNV y los independientes de Uxue Barkos. Pero Na-Bai como marca electoral en estos momentos solo existe sobre el papel, ya que Aralar decidió hace dos años por amplia mayoría integrarse en Bildu, por lo que, lógicamente, la mayor parte de los antiguos votos de Nafarroa Bai irán a la nueva versión de Batasuna y no a Geroa Bai, la nueva firma política que Uxue Barkos registró tras la marcha de Aralar y con la que alcanzó el acta de diputada al Congreso en las últimas elecciones generales.

Aunque el PSN, también duramente afectado por los continuos escándalos de corrupción y de forma especial por el caso de las dietas de Caja Navarra, consiguiera el milagro de mantener sus algo más de 50.000 votos, lo matemáticamente más que probable es que la suma de Bildu y de Aralar sobrepase con creces esa cifra, situando a la nueva Bildu como la segunda opción política de Navarra y, por lo tanto, con legitimidad para postularse como eje de una alternativa de Gobierno frente a la probable alianza de UPN y PP.

Si la comisión investigadora aprobada por el Parlamento navarro demuestra las nuevas denuncias contra Yolanda Barcina y su vicepresidenta, y la moción de censura sigue adelante, como ha prometido Roberto Jiménez, se iniciará un proceso que terminará en unas elecciones anticipadas coincidiendo con las europeas el 25 de mayo. Será entonces cuando el PSOE se verá de nuevo ante la tesitura de elegir entre la opción regionalista de UPN-PP y la vasquista de Bildu.

En el primer caso con un Gobierno de UPN apoyado por los socialistas o viceversa. Y algo parecido ocurriría con la segunda posibilidad. Podría, incluso, formarse un Gobierno liderado por el PSN en minoría junto a Izquierda-Ezkerra y Geroa Bai, aunque, de una u otra forma, tendría que haber un acuerdo con los parlamentarios de Bildu para poder sacar adelante la investidura.

El siempre complejo panorama político de Navarra permite cualquier combinación, por muy sorprendente que parezca. El PSOE ya ha dado en otras ocasiones cambios imprevistos de última hora. El más reciente, el pacto de Gobierno con UPN firmado el 21 de junio de 2011, pacto que duró apenas un año y que terminó con la expulsión de los consejeros socialistas del Gobierno por Yolanda Barcina el 15 de junio de 2012. Aún más sorprendente fue el giro brusco que obligó al cabeza de lista Fernando Puras a presentar la dimisión tras las elecciones forales de 2007. Ese año y pese a las promesas electorales de gobernar con las fuerzas nacionalistas, desde Ferraz se impuso el pacto gubernamental con UPN.

La respuesta a esta incógnita no la tiene nadie y solamente se podrá dar cuando se conozcan los resultados electorales del 25 de mayo. Entonces sabremos si, como asegura Elena Valenciano, el PSOE no se implica en ninguna “aventura política con Bildu” o si, como contradictoriamente ha afirmado el también destacado dirigente socialista Eduardo Madina, se deja gobernar a la “otra realidad política” de Navarra.

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