Sira Rego: “Un país no es democrático si justifica el cierre de fronteras”

  • Entrevista a la cabeza de lista de IU para las europeas
  • Actual portavoz federal de IU y responsable de Estrategias para el Conflicto, es concejala de Hacienda e Innovación Energética en Rivas y colabora con cuartopoder.es

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Sira Rego (Rivas, 1973) es la cabeza de lista de IU para las elecciones europeas 2019. La candidatura de IU se incluirá dentro de la confluencia Unidas Podemos Cambiar Europa, en la que forman parte también Podemos, Equo y otras fuerzas políticas, como Barcelona En Comú. Actualmente, Rego es la portavoz federal de IU y la responsable de Estrategias para el Conflicto de esta formación. Es concejala en Rivas de Hacienda e Innovación Energética.

Atiende a cuartopoder.es, medio del que es colaboradora, para tratar temas como la crisis europea surgida por el auge de la extrema derecha, el debate europeo sobre la inmigración o la importancia de llevar voces municipalistas a Bruselas. Además, tratamos con ella acerca de la reciente decisión del Tribunal Supremo de que los impuestos de las hipotecas no sean pagados, finalmente, por la banca, ya que Rivas fue el Ayuntamiento que llevó hasta el Supremo esta cuestión.

— Europa está convulsa. ¿Cuáles son los principales retos de la izquierda en este sentido?

— El gran reto que tenemos es romper con una Europa aparentemente polarizada. Por un lado, vemos una configuración basada en unos postulados económicos que han generado un estado de recortes estructurales en toda la UE, es decir, una Europa gobernada por los mercados. Por otro, una Europa que, frente a esto, se siente tentada a volver a unos valores reaccionarios, de extrema derecha. Ninguno de los dos casos tienen en cuenta las necesidades de los pueblos. Frente a ese escenario de dos grandes proyectos que avanzan de espaldas a las necesidades de la gente, la izquierda se tiene que posicionar.

Evidentemente, no compartimos ni la configuración y arquitectura europeas, ni las relaciones de poder económico. Pero, tampoco compartimos la pugna de la extrema derecha en auge, que tiene un proyecto internacionalista, que va más allá de Europa, lo estamos viendo. Frente a estas dos opciones, la izquierda tiene el reto de saber dónde pone su foco, su energía, su trabajo y proyecto. Tenemos claro que el proyecto tiene que mirar directamente a la gente trabajadora de Europa y fomentar una alianza entre esta gente. Tenemos que poner el foco en los intereses de las clases populares de los distintos pueblos de Europa.

— Y eso, ¿cómo se hace?

— Aquí hay varios elementos a tener en cuenta. Por ejemplo, los modelos económicos de los estados, el cómo se genera una alianza entre los distintos proyectos económicos de los estados europeos para cubrir y poner en el centro las necesidades de vida, de las comunidades y pueblos de Europa. Creo que si la mirada cambia y se dirige desde las necesidades de los mercados hacia las de las gentes, la propuesta se reconfiguraría radicalmente.

Por otro lado, hay que luchar por una Europa de los derechos humanos. Estamos asistiendo en este momento a un debate vergonzoso en el que los derechos humanos se ven secuestrados para justificar determinadas políticas. Un país no es democrático si justifica, por ejemplo, que se cierren fronteras y que mueran seres humanos en el mar.

— Precisamente, el debate de la inmigración será uno de los temas más importantes de la campaña y de la próxima legislatura en Bruselas. ¿Qué debe hacer la izquierda para evitar ese enfrentamiento entre clases populares originarias y llegadas de otros países?

— .La derecha hace su relato y pone el foco del problema en la inmigración. En España no hay problema con las personas migrantes, el problema del paro o precariedad tiene que ver con los intereses de la banca y las grandes corporaciones. Quien expulsa a la gente de sus casas son los bancos, el enemigo son los bancos, esos son quienes nos roban, lo acredita la sentencia del Tribunal Supremo. La izquierda tiene que ser honesta y decir que el enemigo no es el que viene de fuera, es el que se sienta en los consejos de administración de las grandes corporaciones y tiene al poder judicial en la palma de la mano para que actúe en su beneficio.

— Pero ese discurso xenófobo está calando en barrios populares, donde conviven día a día personas de distintos orígenes. Algunos medios de comunicación tienen mucha responsabilidad. Pero, ¿cómo se puede evitar?

— Es muy complicado, no controlamos los grandes medios de comunicación. Hay una parte que tiene que ver con el trabajo de las organizaciones políticas a pie de calle, con decir lo que hay de manera clara. Es fundamental que las organizaciones estén muy pegadas al conflicto, no vale solo la política institucional. Sin una organización política que trabaje en los barrios, todo esto no tiene recorrido. Ha habido etapas históricas en las que no teníamos a los medios de nuestra parte y han habido cambios importantes. Hay un enorme reto para tener un proceso de unidad y de trabajo con colectivos sociales, movimientos organizados y vecinos para constituir esto en un poder.

Las organizaciones políticas tenemos que poner instrumentos a funcionar para que se produzca ese elemento de agregación que genera poder. También tenemos una tarea en hacer operativo el sujeto pueblo, una tarea de apoyar y acompañar algunos procesos para que se vuelva algo organizado. Ese papel de agregación también lo tenemos las organizaciones políticas, pero no de secuestro. No creo que las organizaciones políticas tengan que tutelar a los movimientos sociales.

— Al hilo de esto. Esta semana, cuando Sánchez anunciaba medidas para que, a partir de ahora, los impuestos de las hipotecas los paguen los bancos, preguntado sobre qué le parecía que Unidos Podemos convocara una concentración en las puertas del Supremo, respondía que él cree que la oposición se debe hacer en las instituciones...

— Creo que es un error plantear que la política se hace solo desde las instituciones. Con actos cotidianos como decidir dónde hacer la compra, se hace también política. La política tiene que estar viva y decir que se hace en las instituciones significa que la política que puede hacer la ciudadanía se basa en el día de ir a votar, cada cuatro años. Eso es una interpretación parcial de lo que es un proceso político. Para nuestra organización, es al revés, la política se hace en lo cotidiano, el sujeto político es el pueblo. Para eso, conviene que los espacios sean, sobre todo, otros que están más allá de las instituciones. Cuando alguien se constituye en protagonista de lo que necesita como comunidad humana, opera en beneficio del interés general, y eso se da más allá de las instituciones.

— Responsable federal de IU de Estrategias para el Conflicto. ¿Ha descendido la movilización social?

— Siempre hay un proceso latente, en este país, sobre la cuestión de la movilización social. Además, desde hace unos años se está mirando mucho al proceso político, que tiene que ver con la institución concretamente. No creo estemos en una parálisis absoluta de la movilización, creo que hay un momento de esperanza que viene a raíz de la moción de censura y que hace que haya un impasse. Pero, no podemos olvidar que en los últimos meses han habido movilizaciones tan importantes como las del movimiento feminista o los pensionistas.

Veremos cómo se materializa la del sábado, porque estamos viendo una ola de indignación popular por el tema de las sentencias que nos hace darnos cuenta de que la gente sí que está dispuesta a salir a la calle. Creo que hay un estado de alerta siempre con respecto a lo que sucede en el país para dar el salto a la calle. Por otro lado, estamos viendo muchas movilizaciones relacionadas con luchas laborales concretas, con temas sectoriales, como la movilización de los taxistas o de Amazon, que nos dieron una lección.

— Volviendo a Europa. Se prevé que en la próxima legislatura, la extrema derecha tenga mucha fuerza en el Parlamento Europeo, puede que sea el principal grupo de la oposición. ¿Cuál sería un buen resultado para la izquierda?

— Un buen resultado sería ser la mayoría y darle la vuelta a esta Europa que no nos gusta. Tal y como está la estructura, parece irreformable. Esto puede sonar irreal, en todo caso, un buen resultado sería parar el avance de la extrema derecha y tener peso suficiente para ser freno también a las políticas de recortes y precariedad.

— Durante los últimos meses, hemos visto un debate en el seno de la izquierda, gran parte de él se ha discutido en cuartopoder.es, sobre la dicotomía entre soberanía nacional y popular y la propia Unión Europea. Del mismo modo, de cómo algunas políticas de la extrema derecha pueden parecer más rupturistas con la estructura comunitaria que las de la izquierda. ¿Qué opina?

— Me resulta un debate profundamente masculino, en primer lugar, me sorprende ver que casi todas las voces hayan sido masculinas. El problema es dónde se pone el foco, a mí me da la sensación de que Salvini no representa los intereses de las clases populares, tampoco de las italianas. Me da la sensación de que hay unas élites económicas que, cada una de ellas, representan sus intereses concretos y que hay una parte, la extrema derecha, que hace como que interpela a su pueblo, pero no creo que sea así. Lo que hace Salvini o el M5E son grandes palabras, pero luego no se materializan como algo rupturista.

Por otro lado, se están cuestionando los derechos de las personas refugiadas como elemento simbólico para hacer políticas a favor o en contra cuando hay elementos de fondo que no se están abordando. Hay refugiados por el efecto del cambio climático y ese debate no se está abordando, por supuesto por la derecha, pero tampoco por las izquierdas. ¿Qué vamos a hacer con un planeta en el que cada vez hay más territorios a los que no hay retorno posible? ¿Qué hacemos para repartir los recursos y los territorios, cuando hay territorios a los que no se puede volver?

No sólo se trata de que Europa tiene que frenar todos los procesos coloniales y postcoloniales que seguimos reproduciendo o dejar de reproducir guerras en el planeta, también tiene que entrar al debate de problemas a los que no han entrado. Yo siempre tendré más en común con una persona trabajadora de cualquier punto del planeta que con cualquier gran empresario de Madrid. El problema no es establecer una línea vertical entre países, sino establecer alianzas internacionales entre personas trabajadoras.

— En la izquierda siempre está ese debate de si hay que salirse del Euro...

— El problema es que el marco económico europeo es antagónico con los intereses de los pueblos y las personas. Esta Europa no nos sirve, hay que trabajar para construir una Europa alternativa. Se trata de establecer alianzas entre pueblos y países con realidades económicas a las que nos condena la estructura europea, defender intereses comunes para crear un modelo alternativo.

— Volvemos a Rivas. ¿Cómo han vivido desde el Ayuntamiento las últimas decisiones del Supremo sobre el asunto de las hipotecas?

— Ha sido una montaña rusa. En cualquier caso, estamos felices de haber contribuido a hacer visible una contradicción profunda de cómo funcionan las relaciones de poder en este país, no deja de ser importante que, al menos, se visibilicen. Lo que hemos puesto siempre encima de la mesa es el interés de las familias de este país. Se estima que son 8 millones de personas que pueden verse afectadas por la sentencia del Supremo. Sin embargo, luego llega la decepción de ver esa alianza entre el poder judicial y la banca, son sentencias que nada tienen que ver con el interés de las familias ni con el interés general, sino con el interés de unos pocos.

Llama la atención que se basen, para argumentar esto, en el enorme perjuicio que esto supone a la banca pero callen algo gravísimo: si es un enorme peso el que tiene que soportar la banca, es el mismo peso el que tienen que soportar las familias. Hay una dicotomía, o se está del lado de la banca, o del lado de las familias. Vamos a pelear hasta el final, agotaremos todas las vías para pelear que esta sentencia se pueda aplicar. Se demuestra que el trabajo y la perseverancia desde lo local da sus futos. IU es una fuerza municipalista y siempre hemos defendido que hay proyectos locales que sirven para cambiar la realidad, esto es una buena muestra.

— ¿Qué puede aportar un perfil como el suyo, que viene de trabajar lo cercano, el municipio, a las instituciones europeas, que siempre se ven tan lejanas?

— A veces, no somos conscientes de cómo afectan las grandes decisiones políticas a la vida cotidiana de la gente. Muchas de las cosas que suceden en Rivas se dictan allá arriba. Lo que pasa arriba está teniendo muchos efectos devastadores para la vida cotidiana, creo que hace falta una mirada municipalista. Hay claves que podremos desarrollarlas más al tener en nuestra mirada a los vecinos. El pago de la deuda, por ejemplo, tiene muchos efectos cotidianos relacionados con los servicios públicos, con que, por ejemplo, las actividades para los niños de un municipio tengan o no cobertura para todos, que hayan listas de espera o no.

2 Comments
  1. antonio says

    exportamos el modelo que no nos ha dado resultado de Rivas a España y de España a Europa, sin desmerecer a Sira hace falta otra manera entender los cambios, porque la que tenemos no ha dado resultados

  2. Farrack says

    ¿Lo dices por tus camaradas de Corea del Norte, Cuba, China, Venezuela…?
    Y a todo esto, de abrir las fronteras ¿a cuantos te ibas a llevar a casa y darle cama, de comer, educación, vestimenta, sanidad…? porque yo no me llevaría a ninguno, es más, endurecería a lo Trump las fronteras, y no quiero que el esfuerzo de mi lomo se lo lleven estos. Pero tú, espero que no quieras ejercer de solidaria con mis cuartos.

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