Homenaje al fallecido Chato Galante

Palanca contra el olvido, sueño de justicia

  • "Creo que quienes acusan a los 'otros' de querer reabrir heridas se han tenido que topar muy poco con personas como Chato Galante"
  • "Pienso también en su convicción de que algún día Billy el Niño, y lo que él representa, sería juzgado y abriríamos una etapa más luminosa y democrática"

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Creo que quienes acusan a los “otros” de querer reabrir heridas se han tenido que topar muy poco con personas como Chato Galante. Sería imposible que confundieran su búsqueda de justicia con venganza si se hubieran tomado un café con alguien como él, si le hubieran escuchado un rato. No creo que nadie pudiera seguir en esas trece después de observar a Chato a través de sus cristales redondos, de soportar su carácter infinitamente amable, de paladear sus convicciones y de escuchar un relato lleno de anhelo de un país mejor. Debe ser, supongo, que no le conocieron.

Soy bastante joven, tampoco tanto, pero he nacido más de una década después de la muerte del dictador. Me gustaría ver la foto de Franco en blanco y negro, pasar la página de la apolillada historia, pensar que es agua pasada y que ya estamos más que alejados de todo aquello. Pero este es un país donde huele a putrefacto bajo la alfombra, con miles de víctimas en fosas, y al mismo tiempo incapaz de juzgarse a sí mismo por asuntos serios, por crímenes de lesa humanidad. Con Chato entendí que de aquellos barros, estos lodos, y que es inadmisible hacer como si nada, tragar con eso y conformarse.

Pero este país, con sus miserias, tiene gente con luz propia, aunque a veces no sean tan visibles. Chato ha sido una palanca contra la impunidad de los criminales, la desmemoria y la ausencia de justicia. Al mismo tiempo ha sembrado esperanza de cambio. Desde que comenzó a participar en la querella argentina contra los crímenes del franquismo, hace ya casi una década, empezó una intensa lucha. Supongo que no es fácil claudicar para alguien que fue detenido cuatro veces, estuvo más de cuatro años en la cárcel y soportó torturas que él mismo calificaba de “inhumanas” solo por oponerse a un régimen feroz contra los derechos humanos más básicos.

Supongo también que quienes no le conocieron pueden incluso pensar que hablaría con desprecio de su torturador, Billy el Niño, quizás con algo de asco, pero no había ningún resquicio de eso en sus palabras. Caminaba por encima de aquello. Hablaba tan solo del derecho a que los delitos no quedaran impunes, de la necesidad democrática de juzgar a quienes hicieron tanto daño y, sin embargo, tienen hasta reconocimiento. Queda bien reflejado en El silencio de otros, ganadora del Goya a mejor documental, donde se plasma su lucha y el de otras víctimas del franquismo. Recuerdo que me encontré con él y su codirectora Almudena Carracedo en su estreno en los cines de Plaza de España. Estaba muy contento con la acogida que había tenido la película y por haber acercado el tema a los jóvenes. Sabía que el antídoto es que ellos, nosotros, recordásemos.

La última vez que hablé con él fue por teléfono. Teníamos un café pendiente. Me contaba que estaba ganando la batalla contra el cáncer y yo, la verdad, es que hasta hace poco pensaba que así sería. Me parecía un contratiempo incapaz de detenerle. Me han contado las personas cercanas a él que una semana de este terrible virus ha sido suficiente para hacerle mella y no lo ha podido superar. Es injusto que haya tenido que enfrentarse a la oscuridad sin poder estar rodeado de la gente a la que él tanto acompañó, de sus amigos de la querella argentina y de La Comuna Presxs del Franquismo a quienes respaldaba y animaba, liderando muchas batallas con gran entusiasmo. Y no pueden homenajearle como quisieran, al menos por ahora.

Pienso en que viajó miles de kilómetros para buscar justicia fuera de nuestro país y que casi una década después seguía esperando. Me parece que es injusto que se haya tenido que ir de esta manera. Pero pienso también en su firme convicción de que algún día Billy el Niño, y lo que él representa, sería juzgado y abriríamos una nueva etapa más luminosa y democrática en nuestro país. No se me ocurre mejor homenaje que recoger ese hilo y seguir cosiendo para que entre todos podamos llegar a verlo.

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