El ‘revival’ del plástico y otras pesadillas ecologistas en la gestión de la covid-19

  • Los ecologistas alertan del "caos" que se está produciendo en el tratamiento de residuos, especialmente, de los sanitarios  
  • "Estamos haciéndole el caldo gordo a la industria del plástico", indica Julio Barea, de Greenpeace
  • También advierten de que se están aprobando proyectos con la respuesta social contenida, como  la ley de Simplificación
 

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Guantes de plástico para entrar al supermercado, toallitas para limpiar las manos, envases desechables. La crisis de la covid-19 ha hecho que los productos sanitarios y de un solo uso hayan invadido los hogares como barrera de protección ante el contagio. La catarsis del virus ha dejado menos contaminación y más espacio para los peatones en las ciudades, pero los ecologistas avisan de que también hay riesgos, especialmente en el tratamiento de residuos y en los proyectos que los políticos reactivan aprovechando la crisis.

Organizaciones como Greenpeace, miembro de Alianza Residuo Cero, alertó esta semana mediante un comunicado de que "la crisis sanitaria de la covid–19 está provocando un grave descontrol en la gestión de los residuos a todos los niveles". Los ecologistas hablan de "descenso del reciclaje en las plantas de tratamiento, el aumento de residuos destinados a vertederos e incineradoras, la ampliación de los vertederos o hasta posibles retrasos en la transposición de las directivas de residuos debido a presiones de la industria", tal y como se describe en el documento.

La emergencia sanitaria ha hecho que durante las últimas siete semanas la única prioridad fuera salvar vidas, pero con la desescalada comienzan a analizarse los primeros datos del confinamiento: según Ecoembes, los residuos del contenedor amarillo se han incrementado un 15%, aunque los desechos en general, han bajado por la paralización de la actividad económica.

Sin embargo, los residuos sanitarios son los que han puesto a prueba la gestión de las basuras. En una orden ministerial se decreta meter los guantes o mascarillas que usamos en casa en el cubo amarillo para evitar los contagios. "Está siendo un caos. No hay capacidad para gestionar estos residuos, con lo cual a veces acaban en vertederos convencionales. Se han aumentado la incineración, pero tenemos las plantas que tenemos y no hay capacidad", explica Julio Barea, de Greenpeace. De hecho, en las dos regiones más afectadas se han disparado. En Madrid han escalado hasta el 300%, mientras que en Catalunya han ascendido hasta el 350%.

"Esperemos que sea una cosa circunstancial y no sea una marcha atrás. Se ha prohibido el triaje manual en las plantas de residuos. Por tanto, aumentan la cantidad de residuos que se llevan al vertedero y que no se clasifican", explica Carlos Arribas, coordinador del área de Residuos de Ecologistas en Acción, que reconoce que algunos ciudadanos han modificado sus hábitos y se han podido "desenganchar" de las buenas prácticas. En los últimos años, el discurso ecologista por el exceso de plástico había empezado a calar, pero los activistas consultados sí temen que la crisis se aproveche para dar un paso atrás en esta materia.

"Estamos haciéndole el caldo gordo a la industria del plástico. Nos dicen que usar y tirar es más seguro, pero el virus es capaz de mantenerse latente y activo en cualquier superficie plástica", explica Julio Barea, de Greenpeace. El ecologista recuerda que la crisis ha provocado también que caiga el precio del petroleo, por lo que fabricar será más barato. De hecho, el Parlamento Europeo votó a favor de prohibir los plásticos de un solo uso a partir de 2021.

Sin embargo, la Alianza Residuo Cero, conformada por Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Rezero, Retorna y Surfrider Foundation Europe, denuncia que el "sector petroquímico está presionando en Bruselas" para rebajar las medidas contempladas en la directiva.

Desde Greenpeace también alertan de que la preocupación por la higiene ha hecho que aumente el consumo de toallitas húmedas para limpiarse las manos un 49%, desde el inicio de la pandemia. "Ninguna es biodegradable, es mentira, tienen compuestos de microplásticos", explica Julio Barea.  El activista advierte sobre el desastre que puede provocar en el futuro esta subida, tanto en forma de atascos en las tuberías como en el medioambiente cuando llegue a la naturaleza.

¿Hay alternativas?

Tanto Barea como Arribas son rotundos: sí, hay alternativas y la mayoría de veces pasa por apostar por material reutilizable (como en mascarillas) o recuperar los buenos hábitos. "El plástico no necesariamente es sinónimo de mayor seguridad", recuerda el activista de Ecologistas en acción. El virus también sobrevive durante varias horas en superficies plásticas, por eso, muchas personas optan por limpiar los recipientes de los supermercados cuando llegan a casa: "Lo mejor sigue siendo comprar a granel y llevarte tus envases limpios de casa", argumenta Barea.

Arribas recuerda que si se quiere lavar fruta y verdura, el agua con lejía alimentaria sigue siendo una opción viable. Las frutas envueltas en plástico en los supermercados siguen siendo un atentado contra el medioambiente: "El papel cartón es una alternativa muy firme y su reciclaje es mucho más sencillo".

Volver a la vida eco durante el estado de alarma no ha sido fácil. Hasta el pasado 30 de abril, el Ministerio de Sanidad no permitió desplazarse para cuidar los huertos individuales (los no profesionales). Además, los pequeños agricultores profesionales también han sufrido el cierre de mercadillos donde vender su producto. "Se han visto perjudicados. La venta de canales cortos ha sido cortocircuitada, ya que algunos productores dependen de esos mercados", explica Arribas.

Sin embargo, Barea cuenta que para otros ha sido una oportunidad. Los españoles han apostado durante las últimas semanas por aumentar la compra de productos frescos y la producción local: "Ha dependido de si el productor tienen su propio canal de distribución, por eso, ha sido heterogéneo". En este caso, tener una tienda online o una furgoneta propia para el reparto ha sido esencial para mantener a los clientes o ganar otros nuevos.

Proyectos de tapadillo

Pero la crisis de la covid-19 también ha tenido una cara B. Los ecologistas denuncian que está sirviendo para implementar proyectos políticos que en otras circunstancias encontrarían más resistencia activa. El ejemplo paradigmático es el Decreto ley de Mejora y Simplificación de la Regulación para el Fomento de la Actividad Productiva en Andalucía, que el Gobierno de Juan Manuel Moreno aprobó el 9 de marzo y que modifica 21 leyes y seis decretos. Pocos días después, se ordenó el confinamiento y a principios de abril se convalidó en el Parlamento autonómico en pleno estado de alarma. Además, el Ejecutivo central ha llevado el documento al Tribunal Constitucional que ha acabado anulando dos artículos. 

Las organizaciones ecologistas más importantes tacharon en un comunicado esta norma de "retroceso inaceptable en las garantías ambientales de las normas andaluzas, un grave ejercicio de falta de transparencia y un atentado a la participación pública". Para defenderse, Moreno no dudó en usar la tragedia de la covid-19, alegando que Andalucía va a tener un millón y "necesita medidas de choque", según cita Europa Press.

"Van a aprovechar para ampliar la actividad de los vertederos de Nerva y Bolaños. En otra situación, ese proyecto tendría una respuesta social, que ahora se está conteniendo. Las autoridades aprovechan para aprobar proyectos de instalaciones industriales que deberían suspender sus plazos de tramitación", explica Arribas. La Junta ha abierto a información pública dos proyectos para prolongar la actividad de estas dos instalaciones tan polémicas.

Barea, además, alerta de que las plataformas ecologistas de Galicia denuncian que la Xunta reactivó el 30 de abril la tramitación administrativa de proyectos en materia ambiental, con el estado de alarma activo y la población aún confinada. Y, por tanto, dejando a los ecologistas sin posibilidad de organizar sus actividades habituales y con acciones de protesta. "En pleno estado de alarma no da tiempo y revisar ese tipo de cosas", explica el portavoz de Greenpeace sobre el trabajo de sus compañeros gallegos.

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