Santuarios de animales: así son los refugios antiespecistas que se extienden por el estado
- El antiespecismo está contra “la discriminación que hacemos las personas considerándonos por encima de otras especies, justificando su uso y opresiones”.
- De la imposibilidad de lograr un cambio inmediato en nuestra relación con los animales, nacen los santuarios de animales. En España ya rondan la treintena
La intuición de que el ser humano se aprovecha de los animales y los trata de manera injusta siempre ha estado latente. El primer matemático puro, Pitágoras, quien practicaba el vegetarianismo, sentenció que “mientras los hombres sigan masacrando a sus hermanos los animales, reinará en la tierra la guerra y el sufrimiento”. Otro de los genios de la humanidad, Leonardo da Vinci, aseguró que “llegará un día en el que los seres humanos se contentarán con una alimentación vegetal y se considerará la matanza de un animal como un crimen”.
El antiespecismo, aunque pueda parecer una moda reciente, defiende la continuidad lógica de este pensamiento. Se posiciona contra “la discriminación que hacemos las personas considerándonos por encima de otras especies, justificando su uso y opresiones”, explica Lourdes, de Las Carolas ACAF (Asociación Cultural Antiespecista Feminista). El especismo, para quienes lo critican, entronca con el machismo o al racismo. Estas discriminaciones “comparten la jerarquización, la sumisión, el uso de la fuerza y la cosificación para poder ejercer violencia”, explica la activista a cuartopoder.es.
Ahora, el antiespecismo es una causa que todavía está lejos de movilizar a amplios sectores de la sociedad. Según el informe The Green Revolution, entendiendo la relación veggie' realizado por la consultora Lantern en 2017, solo un 0,2% de la población española es vegana. Es decir, tan solo ese pequeño porcentaje de personas se niega a consumir cualquier producto de origen animal, lo que incluye lácteos y huevos. Pero además hay que tener en cuenta que ser antiespecista va más allá de ser vegano: es un posicionamiento teórico-político que abarca cualquier utilización de los animales, ya sea para comerlos (granjas), para divertirnos (circos y zoos) o para vestirnos (lana o cuero).
Proyectos de urgencia para “sanar” a los animales
De la imposibilidad de rescatar a todo animal que sufre a causa del ser humano, nacen los santuarios de animales. La filosofía consiste en “rescatar” al menos a algunos animales que vienen de granjas y de situaciones de maltrato para que puedan convivir con sus cuidadores en armonía, procurando su máximo bienestar. Aunque la web Infoanimal recoge unos 20 santuarios en todo el estado, las activistas consultadas por cuartopoder.es indican que en los últimos tres años han aparecido algunos nuevos y puede haber una treintena en total.
Uno de los más veteranos es El Valle Encantado, en la Comunidad de Madrid, que gestiona Esperanza desde hace casi siete años. Ahora mismo habitan en este lugar unos 100 animales: perros, gatos, ovejas, burros, cerdos, palomas, canarios, roedores... “No fue una decisión premeditada. Vine a una finca rústica con mis perros y busqué una casa adaptada para una perra que tiene problemas de movilidad. Siempre he tenido el ramalazo de rescatar animales y además era vegana. La cosa fue yendo a más porque es muy difícil decir que no cuando te llegan animales. Si no los ayudas tú, no hay otra solución", explica.
Esperanza nos atiende en una de sus pocas pausas, ya que tiene mucha faena por delante. Aunque cuenta con la ayuda puntual de unos diez voluntarios, hay muchas tareas en El Valle Encantado. La labor la combina con algún trabajo externo como veterinaria experta en acupuntura y ozonoterapia con animales. El sacrificio lo compensa con las dos alegrías que le dan Aisha y Dani, una cerdita sin orejas y un burro con una pata amputada, un caso excepcional porque estos animales normalmente son sacrificados cuando ya no sirven para el trabajo.
Al otro lado del teléfono, atienden Fany y Pilar, las dos personas que gestionan con otras dos el santuario Almas Veganas, que se encuentra en Lleida. El colectivo se define como antespecita, transfeminista, libertario y ecologista. Sus 37 animales –galinas, gallos, conejos, cabras, perros, gatos, ratas...-- ahora están muy bien atendidos, aunque en el pasado no han tenido una buena vida. “Tenemos algunos que vienen de la industria o mal llamadas mascotas que sufren abandono. Les damos cuidados emocionales, veterinarios y, dentro de lo que cabe, el máximo espacio posible”, indican.
Aunque creen que en el movimiento vegano los santuarios son lo más cercano a la liberación animal, no es fácil encontrar donaciones para sacar adelante el proyecto. “Para autogestionarnos tenemos un huerto y hacemos impresión digital personalizada para asociaciones: camisetas, bolsas, vestidos, merchandising... También tenemos una guardería canina para cuidar a los perros de otras personas”, comentan. Además, reciben visitas para difundir su filosofía y dar a conocer el santuario. Son visitas de máximo cinco personas, siempre bajo la premisa de que los animales no sufran.
Darse a conocer es importante para estos santuarios, ya que la visibilidad ayuda a sostener los proyectos que realizan. Por eso, el refugio de Álava La vida color frambuesa, que lleva sobre el terreno tres años, tiene una cuenta en Instagram muy cuidada, que acumula más de 3.500 seguidores. También realiza charlas y conferencias. Sin embargo, prefieren no recibir a los curiosos porque muchos de sus 56 animales –gallinas, patos, palomas, una yegua, una cabra...-- se sentirían violentados por sus “traumas emocionales” con los humanos.
Entre los cuidados que realizan a los animales se encuentra una implantación de hormonas a las gallinas para que dejen de poner huevos. Las gallinas en estado salvaje ponen entre 12 y 20 huevos al año, pero han sido modificadas por el ser humano para aumentar su producción, según explica María Gonzalez, que gestiona el santuario con su pareja. “Es algo que la industria nunca dice, pero para las gallinas cada huevo es como un parto, imagínate si ponen un huevo al día. Las matan con un año porque al año y medio empiezan a presentar graves problemas de salud. Al ponerles el implante llegan a vivir siete u ocho años más”, explica.
¿El antiespecismo gana adeptos?
Para Pilar y Fani “cada vez hay más conciencia, pero cada segundo siguen muriendo millones de animales”. En la misma línea, María sostiene que “el antiespecismo está aumentando muchísimo”, pero ve difícil que triunfe. “Conlleva no ir al circo, no ir al zoo y es más fácil no pensar en que la vaca muge porque se preocupa cada vez que la alejan de su cría”, indica.
Además, ser la antiespecista perfecta es prácticamente imposible, según sostiene Esperanza. “Es algo que no puedes llevar a la realidad al 100%. Obviamente tenemos nuestras preferencias por algunos animales: protegemos a nuestros favoritos de los parásitos o de los depredadores. Hay que llevarlo a la práctica de una manera cabal y sensata”, aconseja.