Carme Valls: “La medicina ha avanzado menos en las enfermedades crónicas de predominio femenino”

  • Entrevista a la política, endocrinóloga y experta en medicina con perspectiva de género, autora del libro ‘Mujeres invisibles para la medicina’

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Carme Valls Llobet (Barcelona, 1945) ha estudiado la salud de las mujeres durante gran parte de su vida. Especializada endocrinología, es pionera en la medicina con perspectiva de género. Aunque ha sido testigo de los avances, entiende que la mujer sigue estando relegada por las ciencias de la salud. Ahora la editorial Capitan Swing ha conseguido que plasme su sabiduría en el libro Mujeres invisibles para la medicina, una reedición mucho más completa de un libro que publicó hace 14 años. En él explica "las agresiones que pueden recibir las mujeres por la falta de investigación", mientras discurre por la sexualidad, el dolor o las enfermedades de prevalencia femenina. Es un ensayo didáctico y armonioso para encontrarnos y conocernos más, que invita a revisarse cada tanto. Hablamos con ella en cuartopoder.

Hace mucho que usted empezó a investigar la salud de las mujeres. ¿De dónde nace la inquietud?

– Comenzó cuando me di cuenta que en la Facultad de Medicina no nos habían explicado el ciclo menstrual muy a fondo. Tuve la oportunidad de estudiar en los años 70 en la Escuela Iberoamericana de Endocrinología. Al empezar a trabajar en el Ambulatorio de García Noblejas en Madrid, vi que las personas que entraban por la puerta eran mayoritariamente mujeres, aunque yo pensaba que era en Ginecología donde vería más mujeres. Me di cuenta de que muchas patologías como las enfermedades del tiroides, la falta de azúcar o la diabetes, las presentaban más mujeres que hombres. Luego estuve en Barcelona en el Centro de Análisis y Programas Sanitarios (CAPS) y allí pude organizar el primer congreso de Mujer y Calidad de Vida. Me sirvió para hacer en los 90 mi tesis sobre morbilidad diferencial: hay mujeres que tienen enfermedades diferentes o enfermedades iguales que evolucionan diferente o síntomas distintos. De esto hace 30 años. Ha habido avances y retrocesos. En algunas especialidades como en la Cardiología ha habido avances, entendiendo que hay diferencias, pero en otras especialidades hay silencio porque no avanzamos en estudiar a las mujeres más a fondo. El ciclo menstrual fue muy estudiado en los años 2000, pero de golpe pararon los artículos. La medicina tiene olas de investigación dependiendo de quien la paga o si interesan a la industria farmacéutica para obtener más dinero. Me metí en esto por ciencia y también por experiencia, porque vi que había patologías que probablemente eran de predominio femenino.

Estamos en el año 2020 y en mitad de una pandemia de covid-19. ¿Sigue fallando la investigación médica cuando se trata de las mujeres?

"El síndrome post-covid será de predominio femenino porque a las mujeres les ha afectado a más partes del cuerpo"

– En la pandemia retrocedemos. En los trabajos mas importantes que se han hecho de la covid-19 no se diferencia por sexo. Se contagian más las mujeres, pero a partir de los 80 mueren más los hombres. Se está contagiando mucha gente y se contagia de forma diferente. Si eso no se publica en los trabajos de investigación, no se entenderá la evolución de la enfermedad. Los hombres enseguida hacen la pulmonía doble, y en las mujer afecta a mas órganos del cuerpo: más diarreas, más problemas musculares, cansancio... El síndrome post-covid será de predominio femenino porque a las mujeres les ha afectado a más partes del cuerpo. Si no estudiamos la ciencia de la diferencia, no podemos entender la evolución de las enfermedades ni tratarlas adecuadamente. Estamos en 2021 y continuamos con la ambigüedad, aunque el Ministerio de Sanidad publica los datos diferenciados por sexos desde el primer del día.

Dice en su libro Mujeres invisibles para la medicina que algunas feministas temen que al estudiar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres aumente la discriminación hacia ellas. Usted discrepa. ¿Por qué?

– Dicen algunas que, si hablamos de diferencias, se tomará cualquier diferencia como inferioridad. Eso no es cierto. El hombre debido a la testosterona tiene un desarrollo muscular diferente, lo cual le permite hacer fuerza bruta, pero no necesariamente hacer tareas finas, una cosa necesaria para la humanidad. El cerebro femenino tiene más conexiones entre el cerebro derecho y el izquierdo. Aquí algunas biólogas muy buenas y muy feministas dicen que eso se debe a que hemos criado a las crías y hemos conectado el cerebro del trabajo y el amor. Muchos hombres dicen que como tenemos el cerebro así, tenemos que cuidar nosotras. Pero los estudios biológicos son biológicos y no se les debe meter estereotipo de género. El que estudia mete su ideología y sus estereotipos de género en las investigaciones que hace y eso nos ha pasado en la medicina respecto a las mujeres.

También rebate que la violencia contra las mujeres sea algo intrínseco a la naturaleza humana.

"Siempre se ha considerado a la mujer inferior porque, si no era importante lo que hacía, era más fácil dominarla"

– Si fuera una cosa intrínseca sería algo que no se podría cambiar. Tendríamos que ir protegidas con traje de buzo todo el día. A a algunos estudiosos les ha ido muy bien decir que esto es consecuencia de que el hombre es muy fuerte y tiene mucha testosterona. Esto es falso. Hay hombres muy tiernos con testosterona. Tampoco se puede exonerar la violencia por alcoholismo, que también lo han intentado. Ha habido una forma de enmascarar las relaciones de poder. Son muchos años de historia: el hombre mandaba y la mujer se sometía. Esto empezó con el patriarcado como explico en el capítulo De Diosas a Invisibles. Se acompañó de una teoría filosófica y Aristóteles colaboró mucho. Siempre se ha considerado a la mujer inferior porque, si no era importante lo que hacía o si lo que hacía era pecado, era más fácil dominarla. La base de la violencia de género para muchos hombres que la ejercen es que la mujer no vale nada o solo vale si él la quiere. Es un estereotipo tan metido en el cerebro... Eso sutilmente está en que ellas no lleguen a dirigir periódicos o a determinados puestos de poder. Por ejemplo, no hay ninguna catedrática de Ginecología en España. Los estereotipos están metidos en todas partes... Las mujeres creen que no pueden ser tan buenas como los hombres y eso les hace daño psicológicamente, y más, por supuesto, a las que sufren violencia de una pareja.

También en el libro abarca la importancia de los profesionales de la salud en detectar la violencia de género y actuar a tiempo.

– Este ha sido un cambio en positivo. Hace 30 años, cuando había un caso de violencia, el médico veía unos morados que no podían haber sido por una caída en la escalera, y decía: este es otro problema, un tema privado. Ahora ya se considera un problema de salud pública, tanto por la Ley de Violencia de Género que se hizo en España como por la Ley General de Sanidad. Los médicos, las médicas y enfermeras tienen que detectarlo también en Atención Primaria y pueden recibir ayuda de la Fiscalía y la Policía si ven que la persona está en peligro y quiere denunciar. Aquí ha habido un gran avance, aunque aún faltan recursos para que estas mujeres que quieren denunciar tengan ayuda para que ellas y sus hijos puedan rehacer sus vidas.

¿Las mujeres padecemos más dolor? ¿Se empatiza lo suficiente con nuestro dolor?

– Sí a lo primero, no a lo segundo. Me extiendo. Tenemos más dolor porque padecemos más patologías crónicas que producen dolor: las enfermedades autoinmunes son de predominio femenino. Las enfermedades tiroideas que causan dolor muscular generalizado también son de predominio en mujeres. Hay 50 mujeres que tiene una tiroiditis autoinmune por un hombre que la tenga, y puede extenderse la patología tiroidea a una de cuatro mujeres de la población. A veces se hace una afirmación, desmentida por la misma ciencia, de que las mujeres enseguida sienten el dolor. Si fuera así, ya nos hubiéramos desvanecido todas la primera menstruación. Eso se hace para justificar por qué tantas mujeres van a consulta con dolor. La medicina ha avanzado menos estos años en las enfermedades crónicas, de predominio femenino, que pueden producir dolor.

En el libro dice algo que puede sorprender a muchas mujeres. Dice que la regla no tiene que doler. ¿Por qué nos duele a tantas entonces?

"Despreciar el dolor es contribuir a invisibilizar lo que le pasa a la mujer"

– Cuando una menstruación es tan dolorosa quiere decir que hay alteraciones. Tenemos unos estereotipos que pasan de madres a hijas, de “ya verás cuando te duela la regla”. Y no tiene por qué. El problema es que la sociedad cada día tiene más contaminación ambiental en aire, agua y alimentos. Esto aumenta los niveles de estrógenos del cuerpo. Las menstruaciones se están alterando más, hay más endometriosis, que es una enfermedad derivada del exceso de estrógenos ambientales. Hay una ciencia. Eso lo tendríamos que saber y no despreciar el dolor de la menstruación. El diagnóstico de la endometriosis, que es una enfermedad que se inicia con dolores en la menstruación, se alarga hasta ocho años, una cosa incomprensible porque ahora podemos hacer ecografías antes. Eso podía pasar hace veinte años, pero no ahora. Si hay dolor que no se pasa en los primeros tres meses con antiinflamatorio normal, se debería hacer una ecografía. Despreciar el dolor es contribuir a invisibilizar lo que le pasa a la mujer. Y darle anticonceptivos sin haber estudiado por qué tenia este dolor, también contribuye a esa invisibilización. Tapamos los problemas con las mujeres y no los resolvemos, es una constante en el libro. En la sexualidad: buscamos la viagra femenina, pero no han podido encontrarla porque la sexualidad de la mujer es diferente. Como no podían entenderlo, pero querían algo, fabrican la pastilla rosa, que acaba siendo un antidepresivo, administrado durante todo el año para tener un orgasmo más al mes. ¿Esa es la sexualidad que queríamos? Un orgasmo más al mes se consigue con una mejor relación, más respeto y un poco de cariño.

Se espera que la futura ley trans elimine el requisito del diagnostico médico de disforia para que una persona trans pueda cambiar el sexo en el registro. ¿Qué valoración hace usted?

"Creo que hay que profundizar mucho más en las medicaciones que aceptan las personas trans"

– He trabajado mucho con las hormonas, ya que soy endocrinóloga de formación. Creo que hay que profundizar mucho más en las medicaciones que aceptan las personas trans. Creo que se les ha de dar más información científica. Que ellas decidan sobre su sexo, me parece una cosa respetable, tan respetable como un homosexual, una bisexual o una lesbiana. Otra cosa es la medicalización. No es una decisión solo filosófica, o cambio de nombre en un carnet de identidad. A mí me preocupa mucho todo lo que está pasando con la hormonación de niños y niñas. Lo que está claro es que cualquier medicación que se da un cuerpo puede cambiar los caracteres secundarios exteriores, puede salir pecho o vello en la barba, pero las células del cuerpo no cambian. El hígado continuará funcionando como si fuera de mujer u hombre, y el hígado elimina las hormonas, las degrada y las cambia, y según como sea un sexo, la hormona que le das puede transformarse en la contraria. Todo esto no sé si lo saben las personas trans y los médicos que las tratan. Siempre que me lo han pedido, les he dado la información y ayudado a reflexionar si valía la pena transformarse. Una cosa es que no queramos ser como el estereotipo de la sociedad y otra cosa es que queramos ser mujeres como el estereotipo de la sociedad. Las mujeres somos diferentes. Somos altas, pecho pequeño, pecho grande... El Tribunal Superior británico ha limitado el hecho de hormonar a niños y niñas porque luego no tendrán vuelta atrás cuando tengan 18 años. Esto es muy complejo. Yo ahora estoy intentando recopilar toda la información que puedo, pero de entrada hay que dar a entender que, al cambiar el sexo, no lo cambiamos todo.

¿Cómo podemos combatir esa invisibilización de las mujeres? ¿Cuáles son las claves?

– Por una parte, podemos combatirlo exigiendo que se visibilice a la mujer en todas las ciencias y concretamente en las ciencias de la salud. Que se incorporen las diferencias en todas las ciencias. En un capítulo final de mi libro le digo a la mujer que, como eso no va a ser fácil, no se resigne a padecer crónicamente y busque soluciones incluso que no sean solo médicas. Le propongo la posibilidad de hacer un renacimiento personal, que pueda dedicarse a cosas que le produzcan mejor estabilidad emocional: tener una hora propia, tener la sensualidad desarrollada... Y que intente buscar el placer en las cosas de la vida porque tardaremos un poco en parar su dolor. También, por ejemplo, no comulgar con la idea de que enseguida te den un sedante. Puedes pedir que se busque un poco más qué te está pasando.

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