De las muchas muertes de un poeta

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Como informa temprano y claro cuartopoder, la sociedad que gestionaba las actividades del centenario de Miguel Hernández, que se cumple en octubre próximo, ha quebrado. No hay mejor fuente: el Boletín Oficial del Registro Mercantil. Que no quepan dudas. Resulta paradójico que se produzca esta noticia justo cuando más falta hace que esa sociedad funcionara comm’ il faut para que no se hiciera evidente lo que tantos piensan, me temo que con razón: que a los españoles nos encanta despreciar la cultura olímpicamente (Houellebecq). 

Lo cierto es que los que han trabajado, o intentado trabajar, con los miembros de esta sociedad recién quebrada saben que hay mucho mar de fondo alrededor de la figura del poeta. Si quieren, se lo pueden preguntar a Joan Manuel Serrat que acaba de hacerlo y cuyo fruto es un disco de canciones. ¡Qué faena! En esta España dolida de cultura enclenque por la falta de alimento, a la figura de un poeta le salen granos en vez de aureolas brillantes y luminosas.

¿Quién debiera tener esos fondos del poeta, dejando aparte el mar de fondo político que hay en todo esto? El Ayuntamiento de Elche a quien se los confió la viuda, Josefina, cuando abandonó Orihuela por el trato que dio al poeta después de la guerra. Para un estudioso muy importante, de cuyo nombre no puedo acordarme, lo ideal sería que la Biblioteca Nacional, que prepara una gran exposición para octubre, fuera el organismo encargado de arbitrar y peritar este legado.

Así pasaría en un país moderno, europeo, civilizado, como es España, en el que las fuerzas políticas y los individuos poco escrupulosos no utilizaran la memoria de los poetas para captar votos, o lo que haga falta. Pero en el país moderno y civilizado que es España esas fuerzas y esos individuos importantes sí se permiten este juego mercantil de baja estopa. Y así nos va.

Y todo esto ocurre, además, cuando ha salido una polémica biografía, firmada por un profesor emérito de la universidad de Aix-en-Provence, Eutimio Martín,  que ha puesto muy malhumoradas a algunas personas que conocen y admiran la obra del poeta, como es el caso de Blanca Andreu, de la que hablaremos en este blog a propósito de su reciente libro. Quizá uno de los aspectos más desagradables se refieran a la relación de Hernández con las mujeres, o mejor, a la manera que tuvo alguna vez de hablar de ellas, como recogió en un libro José Luis Ferris, Pasiones, cárcel y muerte de un poeta.

6 Comments
  1. Blanca Andreu says

    No estoy «malhumorada», querida Elvira. El asunto es que se está haciendo pasar un grueso libelo por una biografía.

  2. ehuelbes says

    Nadie podrá negarte el derechio al mal humor cuando la causa es justa, Blanca. Demasiado ruido alrededor de un poeta, ¿no te parece?

  3. me says

    El joven Eutimio hizo algo muy parecido con ‘el joven Lorca’. La historia se repite.

  4. estrella says

    Es sospechoso que se estuviera hablando de hacer una película con Depp como protagonista y que ahora no haya dinero para un sencillo homenaje.
    No se deberían necesitar millones de euros para recordar el centenario del nacimiento de una poeta.

  5. el cartero says

    llego con dos días de retraso… ¡cómo no vine antes!.
    es un placer estar a su lado, elvira. muy bien dicho!
    mi merengada admiración por usted. y por sus tres amigas que hoy la acompañan.

  6. adolfo says

    He leído con gran interés esta entrada, una anterior sobre el mismo asunto, y las entradas de Blanca Andreu. ¿De modo que, según Eutimio Martín, Hernández es un maestro de marketing? Y que fue pastor de cabras, y no de ovejas. Qué desilusión. Cabras sacrílegas, como las de Polifemo. Será interesante ver si el libro de EM recibe siquiera UNA reseña “seria”, por un experto en la materia, o si todo se va a reducir, como siempre, a los titulares, a entrevistas en los periódicos, donde se habla de una “polémica biografía,” etc. etc., y sólo consiguen que se vendan más ejemplares. Confiemos en ese “pais moderno y civilizado” que menciona Elvira Huelbes; país donde la crítica – e incluyo en la crítica la biografía– ha estado rarísimas veces a la altura de la poesía.

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