El malestar de las ciudades

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`When I Woke Up´, obra de Isidro Blasco. / Madrid.org

Varios centros han coincidido en dedicar espacios a la ciudad y el arte, Ciudades habitables, ciudades de futuro, en La Casa Encendida,  Atopía, arte y ciudad en el siglo XXI, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB, siglas que ya casi nadie asocia al CCCP de viejuno recuerdo) y una exposición de escultura.

La primera se plantea la paradoja de si las ciudades son el problema o la solución a los problemas de la sociedad. Estéticamente, la exposición propone un juego concurso multimedia e interactivo que da una pereza casi insuperable a los que sobrepasen los 14 años. Con todo, y dado que no se ve a muchos de 14, acaba una tocando la pantalla y proponiendo ideas de práctica urbana. No está mal; mucho menos infantil de lo que sugieren los colorines y el método. Toques de humor y cierta amable exigencia de esfuerzo.

(Por cierto que La Casa Encendida ha venido ofreciendo una serie de charlas sobre jardines y parques,  espacios verdes en la ciudad, nanojardinería y jardines invisibles, coordinadas por Emilio Blanco y Charo Piñango tan sugestivas que bien podrían repetirse para alegría de unos cuantos. Estamos muy faltos de esas lecciones por aquí).

Para el segundo, la cosa es más purista: el artista ha vuelto al arte por el arte, en vista del agotamiento sufrido por la sustitución del arte por procesos ideológicos con estériles resultados, según Josep Ramoneda, director del centro barcelonés; han vuelto las ideas estéticas y la emoción, añade, “por la vía de una experiencia: el malestar urbano”.

Y en tercer lugar, un escultor, Isidro Blasco, expone su trabajo en una muestra, Aquí huidizo, que puede verse en Alcalá 31, Madrid, hasta el 16 de mayo. Blasco, que vive en Nueva York, añade a la instalación de sus construcciones escultóricas una película clarificadora: Elusive Here (2010) donde expone sus razones artísticas.

La mística absolutista de la codicia del dinero como fin último del éxito de la especie ha derivado en ciudades odiosas en las que cada vez resulta más penoso vivir. La burbuja del ladrillo, rota en mil pedazos, es la causante de lo mal que lo estamos pasando en España y en Gran Bretaña –unos peor que otros, claro está-, aunque la fealdad y el malestar de las ciudades españolas vienen de lejos.

Por otro lado, nadie cree que esta crisis pueda provocar una reflexión útil sobre cómo regresar a la ciudad habitable, con espacios verdes y plazas que convoquen al encuentro y la charla. Espacios donde pueda una darse a la contemplación o a un simple alto en el camino. Aquí quien más quien menos se barrunta que los pillos de cuello blanco y los de chamarreta volverán a la carga del destrozo urbano y campestre en cuanto puedan seguir produciendo billetes a costa de cualquier precio. Todo por la pasta.

En otros países, sin embargo, hay quien hace las cosas mejor. Sin duda un entrenamiento superior de la sensibilidad ocular, auditiva y hasta táctil convierte a los habitantes de Italia o de Francia en gentes que cuidan sus espacios urbanos y rurales con mimo porque, entre otras razones, son para ellos.

En España es como si el espacio público no fuera de nadie y hubiera carta blanca para vandalizarlo y hacerlo inhabitable. Manca finezza. Quizá por eso los estudiantes británicos se vienen aquí a emborracharse, armar un ruido insoportable y ensuciarlo todo: hay bula.

Así que regresamos a donde solemos, como en la historia obsesiva del capítulo de los colgados de El manuscrito hallado en Zaragoza, el libro onírico de Potocki: en el fondo de los problemas de España hay un problema de escuela, de educación, de lectura y de contemplación del arte. Ya sé que acabo de descubrir el Mediterráneo. ¿Qué quieren? No puedo evitarlo.

2 Comments
  1. vilaboi says

    Uno de los problemas de las ciudades aparte de los que Vd. expone es la sobrepoblación se tendría que modificar esta tendencia y ayudar de alguna forma a la reedistribución de la población, más halla de 2/3 millones de habitantes es una aberración incontrolable. Y nada de ciudades dormitorio ya tenemos esa experiencia inversión en infraestructura.

  2. jonathan says

    En Alemania creo que no hay ciudades más allá de dos millones, pero, claro, ¿habría que ser alemanes?

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