La ejecución de un error grave

La directora general de la Biblioteca Nacional, cargo que acaba de suprimir el Gobierno para ahorrar fondos públicos, ha dejado claro esta tarde el error de esta decisión en una rueda de prensa en la que ha mostrado su desacuerdo con el documento ministerial que “nadie en su sano juicio puede compartir” por el que la BNE –que está entre las cuatro más importantes del mundo- ve devaluada su categoría.

Milagros del Corral se ha entrevistado este miércoles a mediodía con la ministra de Cultura, González Sinde, quien le ha ofrecido un contrato laboral de alta dirección para que la prestigiosa bibliotecaria no abandone su puesto, lo que no sé si se puede entender bien.

Del Corral ha declinado la oferta después de haber reflexionado sobre la preocupante situación en que queda la Biblioteca Nacional, pues aunque mantiene su Estatuto, lo cierto es que “tendrá que pedir permiso al Ministerio para cualquier nueva actuación”.

Si algo tiene claro Milagros del Corral es que su vida personal no depende de cargos y prebendas. Jubilada tanto de Naciones Unidas como de la Administración española, ya le costó Dios y ayuda al ex ministro Cesar Antonio Molina convencerla para que aceptara el encargo. Seguramente le apetece más marchar a Colombia donde reside su marido que luchar en su patria contra los elementos.

En un comunicado interno dirigido al personal de la institución en que con tanto ahínco y entusiasmo ha trabajado, Del Corral dice entre otras cosas:

“Considerando que la cultura poco importa, las bibliotecas menos, que el supuesto ahorro no existe de hecho, y que la decisión, adoptada deprisa y corriendo y sin ni siquiera alertar a la Presidenta de nuestro Patronato, debió basarse en la consideración de que suprimir la BNE tendría escasa repercusión y menor coste político que cualquier otra alternativa, estimo enormemente injusto que este hecho se produzca tras casi 20 años de autonomía de decisión y en vísperas del  Tricentenario de la BNE, así como una falta de consideración del notable progreso e imagen institucional que, gracias a todos vosotros, ha protagonizado la Biblioteca en todos los campos y tanto en el ámbito nacional como internacional”.

El texto que no disimula la premura con que está escrito, está cargado de emoción y reconocimiento a los trabajadores de la Biblioteca, a los que explica que en su opinión, “la  BNE no merecía semejante tratamiento denigratorio y por ello  he declinado  el ofrecimiento de la Ministra agradeciéndole muy sinceramente la confianza prestada durante los dos años y medio que he permanecido al frente de esta institución”.

Lo cierto es que en muy poco tiempo, el trabajo desarrollado por la BNE bajo el mandato de Milagros del Corral ha sido sobresaliente: la catalogación de fondos antiguos, la digitalización e innovación digital, los nuevos servicios a los lectores e investigadores, las exposiciones y actos culturales, el puesto internacional alcanzado, la captación de recursos, las tareas jurídicas, la imagen institucional, entre muchas otras cosas, lo que no está nada mal.

Mucho me temo, amigos, que asistimos, otra vez, como en otros capítulos de nuestra historia, a la ejecución de un error grave, una especie de bofetón asestado al progreso auténtico: el del conocimiento y la ciencia, la inteligencia y la capacidad de entender el mundo. Todo lo que contiene una biblioteca de la categoría de la BNE. Y a la destitución de una persona de valía de las que no sobran precisamente en España. Con la de lugares a los que podría Zapatero acudir para ahorrar con muchas menos consecuencias negativas reales. Pero el juego político, más atento a los votos y los escándalos que se produzcan en los media, está lejos de saber esto. Hace falta valor.