Hormigón, cervezas y mamá

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No es nada fácil retratar la adolescencia sin caer en la condescendencia o el maniqueísmo. Las películas que se acercan a ella, aunque sea indirectamente, suelen venir recubiertas de un envoltorio artificial de justificaciones innecesarias o reivindicaciones morales más o menos evidentes que hacen complicada su digestión o afrontan el tema desde el punto de vista grupal, con lo que queda diluida cualquier profundización psicológica.

Sin embargo Andrea Arnold ha sabido mostrarnos en Fish Tank (pecera en inglés) con sutileza y distancia el tránsito difícil -para algunos imposible- de la adolescencia a la madurez de una joven problemática que vive en los suburbios hormigonados de una gran ciudad británica con su hermana pequeña y su madre divorciada, a la que han expulsado de la escuela, tiene problemas de relación con sus amigas y su única afición es el hip hop y algo de alcohol de vez en cuando.

Arnold nos ha descubierto el mundo complejo de sentimientos contradictorios y desbocados de una adolescente taciturna de la Inglaterra obrera a través del enfrentamiento y la comparación con otros personajes, elegidos con el mismo acierto que los actores que los encarnan: una madre en la cuarentena cuya vida empieza a declinar en soledad y con la que establece una rivalidad inevitable, una hermana descarada que empieza a ser consciente de lo que sucede alrededor, un hombre afable y enigmático del que se enamora la madre que trae la luz a todos durante un tiempo, un joven vecino con las mismas incertidumbres que ella…

Fish Tank nos habla también sin que nos demos cuenta de la incomunicación, de la soledad, de la falta de amor, del egoísmo, del aislamiento, del cambio, del crecimiento, de la ruptura…, pues todos los personajes, que viven como los peces en un acuario dando vueltas a los mismos errores sin tocarse para que no salten chispas de rencor, han llegado a un momento en el que deben elegir para su salvación un camino distinto.

Esta directora británica posee un sentido de la narración extraordinario y mediante matices y sugerencias logra revelar la realidad que se esconde bajo de las cosas que pasan. Su cine es, salvando las distancias, como una escultura de Oteiza, de la que ya no se puede arrancar ni un gramo de hierro sin que se desvirtúe porque ha logrado atrapar la esencia de lo esculpido. No es un cine emocionante, ni artificioso, sino desapasionado y despojado de lo accesorio en el que la cámara nos muestra con respeto y veracidad situaciones cotidianas de unas personas que se mueven por la cuerda floja en una etapa de sus vidas.

Parece fácil rodar una película de esta sequedad, pero es justo lo contrario, y es aquí donde se aleja de Ken Loach -su referente inmediato-, pues ella observa a sus personajes con distancia, sin tomar parte ni juzgarlos, al contrario que aquel, que no renuncia a su postura y su militancia.

Porque Andrea Arnold, esta inglesa del 68 que empezó tarde en el cine pero que lo ha hecho con fuerza y determinación, tiene las mismas preocupaciones que sus compatriotas Ken Loach (Lloviendo piedras) y Mike Leigh (Todo o nada) o la canadiense Courtney Hunt (Frozen River), la misma mirada de Lone Scherfig (An education)  y el Gust Van Sant más intimista (Elephant), y la misma sensibilidad de Hirokazu Koreeda (Still Walking).

Se dio a conocer por su primera película, Red Road, incluida en un proyecto ideado por los “dogmáticos” daneses Lars Von Trier, Lone Scherfig y Anders Thomas Jensen en el que tres directores noveles debían rodar una película con los mismos personajes creados por ellos. Arnold fue la primera que lo hizo y con su película ganó el premio del jurado en Cannes en 2006, por cierto, el mismo año que Ken Loach se llevó la Palma de Oro con El viento que agita la cebada.

Con Fish Tank, su segunda incursión en el largo, ha vuelto a ganar el mismo premio francés en la edición de 2009 junto con un BAFTA a la mejor película inglesa y el de mejor dirección y mejor actriz revelación de los Premios de Cine Independiente Británicos, lo que confirma que no estamos ante una directora cualquiera, sino ante alguien que despierta con justicia el interés de la crítica internacional y de algunos espectadores, de momento pocos, y el nuestro también.

5 Comments
  1. ecoylogica says

    Tengo muchas ganas de ver esta película y por supuesto tu crítica inivita a verla. De todas fomas, no es un poco exgerado compararla con tantos realizadores?

  2. Pascual Serrano says

    Ecoylogica, sí, es un poco exagerado, pero a veces conviene exagerar. Digamos que se acerca a ellos en los temas, la mirada y la sensibilidad, aunque le falta maduración. Un saludo

  3. apim says

    Gracias a estos comentarios supe sacar provecho de ésta gran pelicula. Sin duda un buen análisis Pascual.
    Gracias !

  4. Pascual Serrano says

    Gracias a ti, apim, espero que te gustase.
    Saludos

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