Mentira antisemita a la francesa

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A propósito del ataque de Israel a la flotilla humanitaria que pretendía romper el bloqueo de Gaza, ha vuelto a los medios de comunicación y a las tertulias de café y cerveza el eterno conflicto entre Israel y Palestina, en el que parece que no caben opiniones tibias y se ha de militar en uno u otro bando al margen de los hechos objetivos y los datos conocidos.

Viene a cuento esta introducción porque el estreno en España de la última película de André Téchiné, La chica del tren, no podía haber encontrado momento mejor, pues relata unos hechos que acaecieron en Francia el 9 de julio de 2004, cuando una joven francesa denunció una agresión antisemita en un tren por parte de unos jóvenes de origen africano y todo el país y sus instituciones, incluido el presidente Chirac, se aprestaron a condenarla y a proclamar que el antisemitismo no cabía en Francia. Al cabo de tres días la chica confesó que la denuncia era falsa.

Teniendo en cuenta que el remordimiento está presente en el subconsciente colectivo francés desde el régimen colaboracionista de Pétain en la II Guerra Mundial, que Francia es uno de los países europeos que más judíos tiene en su territorio (casi medio millón) y que desde los años sesenta acoge mucha inmigración magrebí y musulmana por su pasado colonial (recuérdense los incidentes de los suburbios de París de hace un par de años), la culpa estaba servida. Es lo que sucedió en Francia hace tiempo, lo que inspiró la obra de teatro de Jean Marie Besset, RER, en la que está basada la película de Téchiné, y lo que ha motivado finalmente que éste último coja otra vez la cámara.

A pesar de que somos grandes amantes del cine francés, incluido el cine político y social de directores como Téchiné (Los juncos salvajes, Los ladrones, Lejos…) o Guediguián (Marius y Jeannette, Mi padre es ingeniero, Presidente Mitterand…) y de que la película cuenta con dilectos actores como Catherine Deneuve o Michel Blanc, hemos de decir que en esta ocasión Téchiné se ha quedado conscientemente en la superficie del relato y ha rodado una crónica cinematográfica algo fría de unos hechos muy lejanos, olvidándose de profundizar en las motivaciones y en las consecuencias, que posiblemente fuesen una parte muy interesante de esta historia.

La ha dividido en dos partes muy diferenciadas argumental y formalmente. En la primera presenta los hechos y los personajes: la joven de los suburbios que busca empleo con la ayuda de su madre viuda, el joven campeón de lucha del que se enamora, el famoso abogado judío que fue amante de su madre hace años y que le puede dar trabajo… y en la segunda, mucho más breve, las consecuencias personales. Pero tanto en una como en otra nos faltan muchas referencias y sobre todo las causas primeras.

Los motivos de la chica no están claros, ni tampoco las consecuencias sociales y políticas de su falsa denuncia. Y parece que los guionistas, entre ellos, el director y el autor de la obra de teatro, han querido ocultárnoslos deliberadamente para que seamos los espectadores quienes las forjemos internamente, dedicándose ellos a la narración de lo sucedido sin más consideraciones. Las motivaciones de la joven parecen internas y psicológicas y las consecuencias sociopolíticas nos las podemos imaginar sin leer las hemerotecas.

De la película nos quedamos –ya hemos dicho que tenemos debilidad por el cine francés- con la brillante puesta en escena, casi teatral, de la segunda parte, y el planteamiento ágil y resolutivo de la primera, donde la acción predomina sobre los diálogos. También con la excelente interpretación de los actores, los jóvenes y los mayores, a pesar de que la siempre magnífica presencia de Deneuve le reste un poco de credibilidad a su personaje suburbial y de que el gran Michel Blanc (Monsierur Hire) tenga tan sólo un papel secundario.

Y siendo condescendientes –ya hemos dicho que nos gusta el cine francés- aceptamos pulpo como animal de compañía y nos quedamos también con el retrato de los conflictos sociales soterrados que insinúa la película en cuanto a emigración colonial, desmotivación social, diferencias religiosas, sentimiento de culpa, soledad adolescente, falta de oportunidades… Es decir, con el retrato de una sociedad compleja, conformada por distintos grupos sociales, religiosos y raciales que han de repartirse la tarta y convivir en el país de la libertad, la igualdad y la fraternidad.

1 Comment
  1. SANTANDER says

    Magnifico argumento… pero no entiendo abordar un tema tan novedoso, que da tanto juego, que permite aportar una opinion, para dejarlo abierto, a reflexion del espectador, sin aportar una propuesta, o una conclusion…. el asunto, que desconocia, da mucho juego… es imposible no verla, solo por curiosidad, despues de lo dicho en la cronica.

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