Vuelo hacia la ignominia

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Carmelo Gómez, en una escena de la miniserie. / telecinco.es

No hay límites en el horizonte. Hablemos claro: el buen gusto y el sentido de la ética de los directivos de algunas cadenas de televisión es inversamente proporcional al tamaño del estómago de sus audiencias.

La casquería siempre ha estado de moda, pero las TV Movies, un formato demasiado reciente en España, no así en EEUU ni en Europa, permite adentrarse en cualquier asunto a un precio razonable. Y claro, pocas cadenas desaprovechan esta oportunidad de ganar unos puntitos de share con cualquier acontecimiento llamativo.

El accidente de un avión de Spanair hace dos veranos en el aeropuerto de Barajas, en el que murieron 154 personas que iban a Canarias, no iba a ser menos, aunque sólo hayan pasado dos años, aún no sepamos las causas oficiales, estemos a la espera de juicio y la Asociación de Afectados del Vuelo JK5022 haya mostrado su rechazo . Eso son minucias, cosas que no van con la TV.

En puridad las TV Movies son telefilmes, o sea, películas realizadas específicamente para la televisión de una duración aproximada a las de cine, aunque en España se suelen confundir con el formato similar de miniserie, pues las cadenas han creado una fórmula sui géneris y suelen ofrecerlas en dos o tres entregas con un día o una semana de separación entre ellas para rellenar programación y ganar audiencia y dinero con las pausas.

La diferencia fundamental entre las TV Movies patrias y las originales de EEUU son los temas. Allí suelen estar basadas en hechos reales y reflejan situaciones afectivas complicadas o circunstancias personales dramáticas, pero que permanecen en el terreno de lo privado, casi de lo anónimo. Aquí los productores y las cadenas han encontrado el filón de los hechos sociales e históricos relevantes y no hay acontecimiento llamativo que se les escape.

Por no ser pesados, recordamos Padre coraje, sobre la lucha de un padre por encontrar a los asesinos de su hijo, que dirigió para Antena 3 Benito Zambrano al poco de triunfar con Solas; El solitario, sobre el famoso atracador de bancos, emitida también en Antena 3; Fago, basada en el asesinato de su alcalde, Manuel Grima, que emitió La 1 antes del juicio contra Santiago Mainar, el principal encausado y ahora condenado a 20 años, y que produjo El Mundo TV del defenestrado Melchor Miralles; o la estupenda 23 F, el día más difícil del Rey, que supuso la primera aparición en la ficción de la figura del rey, interpretado de manera brillante por Lluís Homar.

Esperando en la nevera, en rodaje o en producción hay toda una retahíla de títulos de variada temática. Sólo en Tele 5, Felipe y Leticia, sobre los príncipes de Asturias, con Amaya Salamanca en el papel de princesa; otra parte más de La Duquesa (de Alba), Paquirri… Y parece ser que hasta Felipe González tendrá su TV Movie.

Volviendo a Vuelo IL 8714, ayer la cadena de Fuencarral se tiró de cabeza a la piscina de la indignidad bajo el pretexto de que el telefilme es una ficción centrada en la investigación del accidente. Claro, por eso los abundantes flashbacks a la sala de embarque, las conversaciones de los pasajeros, los niños correteando en el aeropuerto, el azar de la asignación de asientos o la pérdida salvadora del avión, los diálogos de los pilotos y la tripulación, etc. Menos sangre y cadáveres se pudieron ver todas las variantes de bajeza moral, insensibilidad con el dolor ajeno y exhibición de poca conciencia.

Para colmo, tras la primera parte, el miércoles que viene es la segunda, emitieron un documental sobre el accidente titulado Las voces de la tragedia, con declaraciones de supervivientes, expertos, familiares, etc. y en la página web de Telecinco relacionan de manera nada ambigua el accidente con la serie.

Analizada desapasionadamente y si no se hubiera basado en un accidente real y reciente, no estaría mal del todo. Hay ritmo, y está muy bien interpretada y bien dirigida. Pero esto ahora no toca, como decía Pujol. En la vida hay que tomar elecciones morales a menudo, aunque haya gente que ni si siquiera sepa lo que quiere decir esa palabra, y nosotros la tomamos. Es impresentable.

Podemos llegar a entender, que no justificar, lo de los productores y las cadenas –es su sucio trabajo a cuchillo y sin escrúpulos en la lucha por la audiencia, y al fin y al cabo son casi entes abstractos-, pero nos cuesta aceptar que grandes actores como Carmelo Gómez, Emma Suárez o Fernando Cayo, entre otros, se sumen al aquelarre. Claro, que con tanto triunfito televisivo copando series y películas a lo mejor la dignidad y los principios hay que comérselos con patatas o metérselos por el negro agujero. Eso, o el hambre.

Seguro que habrá gente que justifique su emisión en virtud de la libertad de expresión o la libre creación. Allá ellos. Y lo más triste de todo es que es muy probable que entre los 1.755.000 telespectadores que la vieron, 11% de share, habrá algunos familiares de muertos, desesperados tras dos años sin saber a quién echar las culpas de su desgracia, que consideren este engendro televisivo una ayuda o una venganza. Lástima.

7 Comments
  1. MULTIVAC says

    Tenemos que ver «Un Juego de inteligencia» y meditar, dejar de agarrarnos al «que si la gente lo ve». La television se ha convertido en el verdadero Tribunal de este Pais, aunque sin los mismos derechos para defenderse uno. No la he visto, solo por lo que lei previamente respecto a la oposicion de los familiares de los afectados, y una pena, ya que, me encanta Carmelo Gomez como Actor (pero mi unica forma de quejarme es no viendo la pelicula)

  2. Eulalio says

    Es una opción moral respetable, pero creo que con no ver la publicidad tienes bastante, Multivac, porque no creo que en tu casa tengas un medidor de audiencia y lo mejor de esta afrenta son los actores.

  3. MULTIVAC says

    No Eulalio, es cierto que no tengo medidor de audiencia -una pena-, tampoco pretendo moralizar (y me dan miedo aquellos que lo pretenden)… es una mera opcion personal que exteriorizo… y solo pretendo lanzar una reflexion…. Por cierto, yo «tampoco conozco a nadie que tenga un medidor de audiencia en casa»

  4. KING SPINCH says

    No hagamos demagogia, señores, porque sabemos muy bien que en estos grandes siniestros ni siquiera las víctimas, dentro de su legítimo e inmenso dolor y todo lo que se quiera, ni siquiera ellas se ponen de acuerdo en la mayoría de los casos. Y esto no necesita demostración, porque es un hecho que siempre se repite.

    Algunos familiares se quejan (puede que con razón) de que el seguimiento mediático de la gran catástrofe no les deja vivir en privado su duelo, de que no tienen la intimidad de llorar a sus seres queridos sin la indiscreción de una cámara o un micrófono, un noticiero o un periódico tocando las narices, buscando la entrevista que emocione a los espectadores. No tienen espacio para procesar su sufrimiento. Pero legítima es también la labor de informar de estos medios, como legítimo es el sueldo que cobra un periodista free-lance contratado expresamente para cubrir la noticia, y no es inmoral que cobre ese mes gracias a mostrar la angustia de las víctimas del trágico accidente.

    Pero por otro lado, otros familiares se quejan (también con razón) de lo contrario, que cuando se van las cámaras, los micrófonos y los fotógrafos a otra parte y les dejan por fin en paz, ya pasan a ser unos olvidados, se lamentan de que la tragedia no ha tenido repercusión, reclaman airadamente que nadie les presta la atención debida y protestan porque ya no tienen la oportunidad de que la opinión pública sepa los entresijos dramáticos de su caso. La falta de seguimiento mediático les resta fuerza y poder para exigir a los políticos la justa y rápida aclaración.

    El cine está ahí, cumple su función y tiene su hueco. Dejémos a los curas la labor de manipular conciencias y etiquetar moralidades e inmoralidades enarbolando la bandera de la justicia. Porque a ver si tanto bla bla bla y va a ser un vapuleado telefilme el mejor aliado de unas víctimas para que nadie se olvide de que aquello sucedió y que hay que depurar responsabilidades hasta las últimas consecuencias.

    Entonces los periodistas pueden «hacer su trabajo»… ¿pero los ACTORES y productores no? ¿Son inmorales y oportunistas las compañías de teatro que estrenan una obra de Valle-Inclán el año de su aniversario de muerte? ¿Y es inmoral que el frutero se prepare para vender más uvas la víspera de Año Nuevo? ¿Es imoral e inaceptable que miles de negocios que dependen del turismo se aprovechen de las litugias y rituales que conmemoran la tortura, pasión y muerte de Jesucristo nuestro Señor para hacer el «Agosto» en la Semana Santa sevillana, por ejemplo? Etc, etc…

    Lo dicho, antes de acusar a los demás de flatulencias, revisemos nuestro propio trasero, no vaya a ser que venga con «sorpresa». Y va por los falsos defensores de la justicia y moral popular, los caballeros de las Cruzadas quemando brujas para salvar los pecados del mundo.

  5. Sara Montes says

    Artículo que pone los puntos sobre las íes. Lo más grave de todo es esa advertencia que se puede leer antes del comienzo de la serie («cualquier parecido con la realidad es casual»).

    Hay que ser miserable para insinuar que un accidente de avión con muertos, con destino Las Palmas, con una reparación previa, con niños a bordo, con una pareja que pierde el vuelo en el último momento, con tripulación que viene de Barcelona, con más historias particulares… todo eso debe llamarse «casualidad». La mecla de lo real con lo inventado es tan abusiva que esa serie más que aclarar o ser fiel a la verdad (mejor homenaje a la sociedad)… desconcierta cada 2 minutos en que la serie avanza.

  6. Sara Montes says

    KING: está claro que no se puede pretender que el mundo del periodismo o del cine se mantenga al margen de cualquier tragedia con la excusa de «es inmoral ganar dinero con el dolor ajeno». Se puede entender que es su trabajo siempre que sigan una reglas no escritas de respeto a la verdad.

    Esto es como el trato que te da un profesional de la medicina: mientras sea sincero al paciente y fiel a la ética médica no cabe reproche alguno.

    Sabes muy bien que el manejo periodístico de la tragedia en los días siguientes ha sido apresurado y buscando escenas dramáticas en algunos casos.

    También sabes que la dirección de la cadena anunció esta serie como un ejercicio de ayuda a la población para conocer la verdad y que sirva para perder el miedo a volar. Visita la hemeroteca si no me crees. Ya; por eso se cambia el nº de vuelo y se juegan con escenarios y situaciones según le apatece a director de la serie. El parecido entre la serie y el caso real es que hay muertos y dolor, y poco más. ¿A qué viene ese morreo de una azafata y su novio en plena terminal? ¿Existió en la realidad? Entenderás tanta ignominia cuando tengas alguien cercano que ya no está y se juegue a inventar detalles «sin importancia».

    En ambos casos se abusa de la interrogación para atreverse a insinuar cosas muy fuertes sin poner en riesgo ser llamado al orden o denunciado. Es más cercano a la realidad el documental posterior que la serie en sí. Ese es el error de T-5: que ellos mismos se ponen en evidencia. «¿Puede ser que…?»

  7. Anastasio says

    A mí, me parece que SARA tiene razón. Lo más nauseabundo es que T5 quiera distanciarse del morbo afirmando que sólo está inspirada en el accidente real, cuando elementos dramáticos importantes, como los muertos, los supervivientes, el lugar, las circunstacias… son los mismos. Y también que se emita estando sub iúdice. Ya pasó con Fago, con un acusado en la cárcel, y me pareció una infamia.

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