A golpes en familia

Hay un cine esencial y directo, alejado intencionadamente del artificio y la retórica, que a nosotros nos gusta especialmente. Muchas de las películas de antes que ahora se han convertido en clásicos eran así, ahora sólo lo son algunas honrosas excepciones y sobre todo las producciones del llamado cine independiente.

Es el caso de The fighter –qué obstinación en no traducir los títulos-, dirigida por David O. Russell, un tipo original y perezoso que había hecho dos películas inclasificables pero interesantes (Tres reyes y Extrañas coincidencias) y que ahora nos sorprende gratamente con esta producción de, entre otros, Darren Aronosfky (El luchador), que la iba a dirigir en un principio, y Mark Wahlberg, que la protagoniza.

The fighter nos cuenta la vida de dos hermanastros de la ciudad postindustrial de Lowell, entorno decadente de la costa este de Estados Unidos, que tratan de triunfar en el mundo del boxeo. El mayor, Dicky, tuvo su oportunidad hace años al tumbar al mítico Sugar Ray Leonard, pero después el crack acabó con sus ilusiones. El pequeño, Micky, la tiene ahora en sus manos, pero hay demasiados intereses afectivos y económicos opuestos a su alrededor pugnando en una especie de cuadrilátero emocional: a un lado, su madre y manager y sus esperpénticas hermanas, al otro, su novia y su padrastro, y por encima de todos la alargada sombra de su hermano admirado. Micky deberá hacerse valer e imponer su criterio entre la discrepancia si quiere conseguir algo, sabiendo que todos son necesarios.

Con colores y texturas peculiares y con un formato general brillante y especialmente descuidado, en el que se introduce astutamente el rodaje de un documental de la HBO sobre el crack en Lowell y las retransmisiones deslumbrantes de los combates de Ward, The Fighter se aleja argumentalmente de epopeyas y dramas pugilísticos como Rocky, Huracan Carter, Marcado por el odio, Toro salvaje e incluso Cinderella Man, y se acerca un poco más a Million Dollar Baby, con la que guarda algunas coincidencias formales y narrativas en cuanto a la sobriedad de la puesta en escena y la presencia de la familia y la determinación del protagonista.

Esta excelente película que nos cuenta una historia simple y conocida, en la que lo que pasa en la calle es más importante que lo que pasa en la lona, la sostiene un guión sólido y casi imperceptible, un director genial y las sobresalientes interpretaciones de sus actores protagonistas. Aunque apreciemos el esfuerzo baldío de Wahlberg para no desentonar entre tanto talento destacan por encima de todas las actuaciones de Melissa Leo (Frozen River), como la madre de Micky, Amy Adams (Sunshine cleaning), como la novia, y Christian Bale (El maquinista, American psycho, Batman), como el hermano, quien a nosotros nos parece un poco sobreactuado -al fin y al cabo es un actor de método- pero que está llevándose bastantes premios por este papel y puede que hasta consiga el Oscar.

The fighter logra entretenernos y emocionarnos con una propuesta muy sencilla, algo bastante raro últimamente, donde todo parece que ha de ser pompa y relumbrón. Está basada en hechos reales. Micky Ward y Dicky Eklund viven todavía en Lowell -los podrán ver entre los créditos finales si no se levantan- y Sugar Ray Leonard se interpreta a sí mismo en un pequeño papel. Una delicada y brillante joya tallada por gente muy interesante.