Rugen los leones de La Alhambra

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El intrépido viajero inglés del XIX, Richard Ford, no tuvo empacho en cortar a navaja la piel de piedra de la fuente de los Leones de la Alhambra para dejar allí grabado su nombre. También es verdad que escribió bellas palabras sobre España, que visitó intensamente, para deshacer las tonterías que sobre ella dijeron los viajeros románticos que le precedieron. Desconozco si es por esta última razón por lo que se mantiene ahí la firma, a pesar de la rehabilitación de esa fuente que le ha tomado a Carmen Tienza diez años terminar. Una turista suiza fue detenida recientemente por pintar en las yeserías del palacio granadino con la idea de dejar su huella en el monumento. Así que la manía de ensuciar y estropear lo bello viene de antiguo y no tiene nacionalidad ni grado de educación: todos lo hacen.

Hace más de un siglo, el norteamericano Washington Irving –ya saben: el de Cuentos de la Alhambra-  se dolió del enjambre de firmas y chorradas escritas a navaja y tinta en el precioso edificio y regaló un cuaderno de firmas de visitantes para tratar de paliar el destrozo. Claro que también se cameló al guarda y logró colarse en las habitaciones del rey Carlos I –y V de Alemania- donde pasó unos meses escribiendo sus cosas. Al menos, él no dejó una huella negativa.

Lo que sigue sorprendiendo es que los visitantes puedan acceder a los yesos de las paredes y toquetear todo, dejando esa grasilla de dedos que luego hay que limpiar. Me pregunto si no sería conveniente, a fin de no tener que rehabilitar paredes otra vez, impedir que el gentío sobe todo, simplemente poniendo cordones de barrera. Hay que tener en cuenta que la Alhambra tiene un tope de visitas de 8.400 diarias. ¿Qué así no se produce el placer del contacto directo? Tampoco se puede ya pasear por entre las columnas del Partenón ateniense y nadie se atreve a poner pegas.

Una restauradora trabaja en una de las esculturas. / Efe

El turismo de masas embrutece el arte, ya se sabe, y también la historia. Como pegotes que se van adhiriendo a las auténticas líneas escritas, los cuentos chinos de la Alhambra, esas tonterías que los guías aficionados cuentan sin cesar como la de que “la leyenda dice que los músicos que amenizaban el baño del sultán eran ciegos”, no. La realidad es que eran cegados a la fuerza, como tantas burradas que se hacían y que la visión romántica sobre el mundo musulmán ha escondido entre velos de colorines. No hay más que leer detenidamente Las mil y una noches para deducir el grado de civilización de esta gente tan exquisita y bestia parda, a la vez. Pero, en fin, cosas parecidas han pasado en los mejores imperios.

Es como la admiración, para mí incomprensible, que los turistas relatan de las dependencias femeninas del Palacio Topkapi, de Estambul: unos lugares cutres situados en un semisótano un tanto siniestro, donde puedo imaginar a un montón de pobres mujeres malolientes, hacinadas, a la espera del capricho fálico del sultán de turno, ante quien se presentaban, eso sí, radiantes de afeites y guirnaldas. O el deleite con que se destaca en la Alhambra, el misterio de la Torre de la Cautiva, donde, por las noches, se aparece una mujer vestida con una túnica blanca, en plan fantasmal. Venga, ya. A lo que íbamos.

Antes de que termine el mes de julio, las autoridades competentes se pelearán por un buen sitio en la foto de la inauguración de la fascinante fuente de los Leones, al fin recuperada por las manos milagrosas de los restauradores a cargo de Tienza. La buena noticia, además, es que aunque ha costado más de dos millones la cosa, comoquiera que la Alhambra se autofinancia, los contribuyentes no hemos tenido que pagar por ello.

Los poemas en aljamiado del palacio entero susurrarán, incluso a quienes no pueden leerlos ni interpretarlos, bellas imágenes a poco que se sepa estar, en silencio y alerta, a la caza del poderoso verso que emana de ese lugar privilegiado. Y para aquellos que van por la vida sin coscarse de nada, ojo; rugirán los leones, fuertes como están ahora, contra los vándalos.

3 Comments
  1. pelogo says

    He tenido la suerte de hacer un pequeño seguimiento a la restauración de leones y fuente, excelente la labor del grupo, ¡olé! por Carmen Tienza. Un saludazo para todos. Pedro.

  2. ATD says

    Cuando se termina un trabajo no se pregunta cuánto tiempo te ha llevado; sino cual ha sido el resultado; y el tuyo ha sido impresionante. Enhorabuena, eres la mejor. Besos

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