Excesos y olvido de Maruja Mallo

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Cubierta del libro de Shirley Mangini.

Miembro de hecho de la generación del 27, Maruja Mallo fue inclasificable en vida por lo que quizás ahora, 18 años después de su muerte, su recuerdo aún lucha contra telarañas de olvido, y los cuadros pintados por ella, tan alabados por sus contemporáneos, incluido el pope Breton, van encontrando entusiastas comisarios que organizan exposiciones retrospectivas. Un recorrido por su vida es un viaje nutritivo cargado de anécdotas vitales que apenas han sobrevivido al tiempo, ya que Mallo era mujer celosa de su intimidad y poco dada al aireo de su vida.  Una gallega do carallo, en suma.

Supongo que a la hispanista Shirley Mangini, de la Universidad Estatal de California, que ha reunido datos y milagros de la artista en un libro: Maruja Mallo, publicado por Circe (2012), le habrá resultado trabajoso ordenar de forma que resulte coherente y legible al lector de hoy la alegre zarabanda de esa biografía, la algarabía de sus fecundas reuniones con los inseparables Dalí y García Lorca, su amistad, además, con Gómez de la Serna, Neruda, Alberti, Miguel Hernández, que, en algunos casos acabó en abiertos amores, sus más y sus menos con Buñuel, la protección que tuvo de Ortega y Gasset, el jugoso anecdotario que incluye las críticas de su tiempo, terriblemente cursis y condescendientes, que encerraban una misoginia automatizada.

El libro de Mangini ha recibido una crítica dura por parte de Estrella de Diego, buena conocedora de Mallo, entre otras cosas porque considera que el libro, al estar escrito en inglés para un público mayoritariamente norteamericano, adolece de exceso de explicaciones y aclaraciones históricas. Después de leído, dicho sea modestamente, debo decir que el libro me parece muy adecuado para un público español que desconoce cada vez más muchos detalles –algunos importantes- de nuestra reciente historia, así que no creo que sobren. Mangini alude, por cierto, a De Diego, al tratar de incluir a Mallo en alguna vanguardia, ya que la estudiosa española considera que no se la puede encasillar en el surrealismo.

Por otra parte, el pormenorizado relato de las andanzas de Mallo no resta en el libro espacio ni seriedad al comentario de la obra de la artista, minimizando las críticas de su época que menospreciaban su trabajo al remitirse a los aspectos más extravagantes y rompedores de la autora. Cosas como el comentario del insigne crítico Juan de la Encina no confundir con el autor de las églogas: “Veo de nuevo y con  gusto las cosas de Maruja Mallo. Esta mujer diminuta, con sus ojos negrazos espléndidamente inteligentes, y su nariz semita a quien Gómez de la Serna retrató un día con trazo agudo diciendo que era la única bruja joven que había conocido, es además de todo eso, uno de los talentos más graciosos e inventivos de la joven pintura española”. Elogio y puyita paternalista -esencia de los putrefactos- han acompañado a la artista gallega y la sobreviven a poco que se rasque.

Lo cierto es que Maruja Mallo influyó notablemente en la obra de sus amigos más celebrados, especialmente en la época de la Residencia de Estudiantes, pero no sólo. Fue admirada por el insonrible Breton, como se ha dicho, que le compró uno de sus primeros cuadros, y dejó boquiabiertos por su osadía y originalidad a los críticos de su tiempo. Por qué aún se pasa de soslayo ante la importancia de esta artista, a la que muchas veces se ha tildado de “mascota de los surrealistas” es un misterio y, como tantos misterios, difícil de descifrar.

Mangini cuenta en su libro que Estrella de Diego le confesó que se sentía incapaz de sistematizar negro sobre blanco una biografía de la artista, y que prefería disfrutar de su conversación en los últimos años de la vida de ésta, dada su locuacidad irrefrenable.

La audacia de Mallo asustó a sus amigos y a algunos de sus amantes, como Alberti, quien, según todos los indicios, la cambió por otra mujer menos arrolladora con quien no temiera perder el norte. Pero, ¿lo ven? Ya les estoy contando chascarrillos en vez de hablar de su gran figura. El libro de Mangini lo hace y lo hace bien documentado y relatado.

2 Comments
  1. Y más says

    A propósito de las mujeres artistas escamoteadas escribe hoy en Babelia Javier Maderuelo: «Un respeto para María Blanchard». Con mucha razón.

  2. Mara says

    El libro de Mallo escrito por Mangini no sólo es informativo y bien investigado, sino también muy iluminador en cuanto al significado de la obra de la artista gallega. Losmestudios de Estrella de Diego, francamente, no se comparan con este libro. Siempre me he preguntado porque De Diego tiene tanto peso en relación a los estudios sobre Mallo. Su contribución, en cuanto a sustancia, es bastante superficial.

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