El autómata exquisito

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Es difícil desligar el nombre de Giuseppe Tornatore de Cinema Paradiso. Son dos expresiones casi indisolubles. Como el matrimonio canónico. Parece que el director italiano solo hubiese hecho una película. Sin embargo, su carrera es larga, fructífera y constante, con títulos como Están todos bien, La leyenda del pianista en el océano, Malena…, en general con estilo y buena mano. En esta ocasión cambia ligeramente de registro y nos presenta una thriller trufado de drama romántico psicológico en el que un reputado tasador de cuadros y agente de subastas, solitario y exquisito, entra en contacto con una joven huérfana misteriosa y con agorafobia que, deseosa de vender el patrimonio de sus padres, requiere sus servicios como tasador.

Manteniendo planos limpios, pinceladas románticas y un aroma costumbrista que nos recuerda al admirado Visconti, el director italiano forja una película emocionante y llena de matices en la que, de manera paralela a la historia de amor, se va armando progresivamente una intriga interesante, en la que el espectador avezado comienza a intuir resoluciones dramáticas distinta al canon que terminará descartando en el trascurso del metraje y en su giro final.

A medida que la historia de amor avanza y cobra fuerza, el personaje de Virgil, el tasador, magníficamente interpretado con gestos y voz por Geoffrey Rush (El Discurso del Rey) –veanla en versión original, si pueden-, se va deconstruyendo y disolviendo en su perfectibilidad, dejando de pertenecerse por primera vez en su vida. Al contrario que el de la joven, brillantemente interpretado también por Silvia Hoeks, quien se va armando como persona sana. Ambos parecen ir siendo redimidos de sus trabas por el amor naciente, y por primera vez el experto en arte es capaz de admirar la belleza real.

Los personajes protagonistas se apoyan en secundarios, interpretados también de manera excelente: Billy (Donald Sutherland), como único amigo y testaferro de Virgil, y Robert (Jim Sturgess), un joven y habilidoso mecánico y restaurador, buen conocedor de las mujeres, al contrario que Virgil, que desde su taller de reparaciones apoya a éste en algunos trabajos y acaba haciendo de confesor y forjando una cierta amistad.

Personajes fuertes y complejos sobre una metáfora de la belleza, el onanismo estético y la falsedad en el arte y en la vida. Personas complicadas con relaciones difíciles, engaños, ambigüedad y amor que redime y condena al mismo tiempo. Belleza formal y estupendas interpretaciones, con un guión solvente y cuidado del propio director y con la música del sempiterno colaborador Ennio Morricone. Excelente oportunidad de ver buen cine europeo.

1 Comment
  1. Y más says

    Más vale darse prisa, que la quitan a la que te descuides.

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