A pesar de que no somos aficionados a las películas de miedo, precisamente porque nos dan mucho miedo, voluntariamente condicionado, y de alguna manera protegido, tras leer en algún sitio que se trataba de un thriller, fuimos a ver Expediente Warren con los dientes apretados y recitando el mantra “tan solo es una película, piensa en el rodaje, imagina los técnicos que hay detrás”. Pues bien, a los pocos minutos ya sabía que iba a terminar incorporando en mi inconsciente imágenes, recuerdos y miedos nuevos para que me acompañasen desde entonces en las noches de pesadilla junto a los de El exorcista, El resplandor o La semilla del diablo.
Con el inquietante subtítulo de “basada en hechos reales”, Expediente Warren nos cuenta la historia de una familia (matrimonio y cuatro niñas de edades variadas) que se traslada a vivir a una bucólica casa en el campo recién comprada. Enseguida descubren, atemorizados, que suceden cosas extrañas y recurren al matrimonio Warren, especialista en posesiones y exorcismos, para que intenten descubrir las causas y acabar con la maldición.
Nos recuerda a la magnífica, y lamentablemente efímera, serie protagonizada por Jessica Lange, emitida primero en Fox y luego en Cuatro, American Horror Story, pues reúne los mismos ingredientes de casa poseída, nuevos inquilinos y asesinatos antiguos… pero el director de Insidious, y también de Saw, ha confeccionado con herramientas tradicionales un producto nuevo, original y bien armado.
Con un guión interesante, que integra las posesiones espirituales con la realidad dramática apoyada en documentos y hechos reales, una fotografía cuidada, una puesta en escena medida y una música desasosegante, el australiano James Wan (Saw, Insidious…) ha creado una interesantísima película de miedo y cierta intriga que reúne todas las claves del género de manera equilibrada: muñecas, cajas de música, armarios, sótanos, espejos, sonidos, voces, presencias, posesiones, perros, espectros, niños…
Ambientada en los años setenta, introduce también psicofonías, fotografías del movimiento, registros de vibraciones y otros métodos de investigación y artefactos de la época que ahora están tan de moda como recurso dramático en muchas ficciones televisivas. Expediente Warren es miedo al estilo antiguo aderezado con una trama interesante de cierto suspense que consigue mantener el interés del espectador hasta el final, elevándose a la altura de los clásicos mencionados al principio desde el punto de vista artístico, técnico y argumental, y quedando sólo por debajo de ellos en su trascendencia o relevancia histórica, por aquello de que ya no hay nada nuevo que contar.
El reparto cuenta con una clásica como Lili Taylor (Cosas que nunca te dije, El sueño de Arizona…), una estupenda Vera Farmiga (Up in the air, Código fuente y Patrick Wilson (Prometheus ...), que despliegan una interpretación correctísima. James Wan se ha ganado nuestro respeto como director y a pesar de lo dicho al principio, algunas películas de miedo también nos gustan. Pero no lo digamos muy alto. Por aquello de los fantasmas.