La sombra de Dalí es alargada

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El mes de octubre dos de las instituciones culturales más importantes de Madrid, el Museo Thyssen Bornemisza y la Fundación Juan March, expondrán muestras muy distintas pero aupadas a un denominador común, el surrealismo. La de la Thyssen será grande e intensa y será inaugurada el 8 de octubre. La de la Juan March el 4 de octubre, apenas unos días antes que la de la Thyssen. Su título, además, Surrealistas antes del surrealismo. La fantasía y lo fantástico en la estampa, el dibujo y la fotografía, parece servir de proemio al título de la del Thyssen, El surrealismo y el sueño. Parece casualidad, quizá lo sea, pero creo reconocer en todo ello la sombra alargada de Dalí: como si las instituciones, con esto de la crisis, hayan optado por no arriesgar en demasía. Dalí, personaje imprevisible, posee algo previsible, una muestra suya es, de seguro, éxito legendario. No es de extrañar, por tanto, que lo que él representa en cierto modo en el imaginario popular sea potenciado de una u otra manera en otras exposiciones.

Ello nada tiene que ver con la excelencia de lo expuesto. La muestra del Thyssen, por ejemplo, comisariada por José Jiménez, reúne 183 obras de artistas vinculados al movimiento surrealista. La nómina impresiona: desde André Breton a Joan Miró pasando por René Magritte, Max Ernst, Jean Arp, André Masson, y, por supuesto, Salvador Dalí… una exposición de la que bien puede afirmarse es de las mejores con que nos toparemos en la temporada que se inaugura ahora, si quitamos las grandes retrospectivas de los clásicos que nos tienen preparadas instituciones como el Prado.

Pero uno percibe detrás de todo esto el regusto por el legado daliniano. El movimiento surrealista es muy complejo, atiende  a muchas facetas, y la del sueño es fundamental, esencial para entender su impronta a lo largo del siglo. Pero el artista que hizo del sueño algo esencial para entender su arte, el artista que hizo que el sueño formase parte de ese imaginario fue Salvador Dalí.

Tal es así que Alfred Hitchcock, en su película Recuerda, nos introduce en una vulgarización un tanto esquemática y pretenciosa del psicoanálisis, pero en la retina del espectador siempre quedarán las imágenes con las que Dalí pergeñó los sueños de un atormentado Gregory Peck. Y ese espíritu ha sido el que se ha elegido para ilustrar las obras de los surrealistas expuestos. Podemos referirnos a obras de alta cultura para remediar tamaño razonamiento. Así. La influencia de la obra de Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, publicada en 1900, obra fundacional del psicoanálisis y libró que revolucionó gran parte de las premisas intelectuales en que iba  a embarcarse el nuevo siglo. Si me apuran hasta un libro como ese magnífico de Albert Beguin, El alma romántica y el sueño, que abríó al público francés esa inesperada correspondencia con el movimiento romántico alemán en una época en que se estaba gestando el surrealismo en ese país. El espíritu del tiempo, sus secretas conexiones, hizo que el movimiento surreal, heredero en tantas cosas del gesto romántico, coincidiese con ese estudio crítico afamado y que se ha mostrado referencial con el paso del tiempo.

Pero nos queda la sensación de que si miramos hacia Hitchcock y su olfato mediático es probable que terminemos dando en la diana en lo tocante al espejo en que ahora nos miramos: y detrás de todo ello se encuentra la sombra de Dalí, una sombra contada en número de visitantes. Ni más ni menos.

La Fundación Juan March, por su parte, inaugurará una muestra el 4 de octubre, pocos días antes que la del Thyssen, que se inscribe dentro de las modas de las exposiciones más recientes, donde la didáctica, el aprendizaje en aspectos de la historia del arte, parece ineludible, al modo de una lección propia de ámbitos universitarios. Así, esta Surrealistas antes del surrealismo. La fantasía y lo fantástico en la estampa, el dibujo y la fotografía donde se expondrán 200 obras, entre dibujos, grabados, fotografías, collages, libros y revistas, de un abanico de nombres que reflejan gran parte de la historia occidental del arte desde la Edad Media hasta nuestros días.

¿De qué otra manera se puede reunir obras de Alberto Durero con Brassaï? ¿ o de Piranesi con Paul Klee?  Los nombres no dejan lugar a la duda: Martin Schongauer, Jacques Callot, Goya, Max Klinger, Alfred Kubin, el extraño artista amigo de Ernst Jünger, Picasso, Hanna Höch, Dalí, otra vez, de nuevo, Hans Bellmer, André Masson, Maurice Tabard… agrúpenlos por parejas disformes e intenten reunir sus afinidades y les puedo asegurar que el ánimo que ha movido a los responsables de la muestra es sólido  e inteligente.

Detrás de todo esto hay un afán didáctico, de enseñar ciertas claves de historia del arte que parecen suplir los cursos universitarios. Es parte del reclamo que las exposiciones se han sentido obligadas a proponer por aquello de la rentabilidad, una rentabilidad, por otra parte, de noble propósito. Sin embargo el que en la rentrée madrileña coincidan dos exposiciones dedicadas al surrealismo después del previsible boom de la muestra daliniana da que pensar: la variedad y el riesgo  se están sacrificando en aras de una rentabilidad previsible. Y esto no es jugar a alumbrar hechos futuros, es el presente puro y duro.

2 Comments
  1. Cuartopoder says

    Este post aparece desde hoy, 7 de febrero de 2014, sin la fotografía que lo ilustraba –un detalle de la obra de Dalí ‘Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar’- atendiendo al requerimiento enviado por el despacho de abogados Roca Junyent, en nombre de la Fundación Gala-Salvador Dalí, según el cual la imagen promocional de la exposición ‘El surrealismo y el sueño’, celebrada en el Museo Thyssen-Bornemisza del 8 de octubre de 2013 al 12 de enero de 2014, supone una infracción de los derechos de propiedad intelectual titularidad de la Fundación, además de constituir, en su conjunto, actos de competencia desleal.
    cuartopoder.es, que utilizó la imagen con el único objetivo de promocionar la exposición, ha decidido atender el requerimiento a fin de evitar un litigio judicial sobre el que advierte el mencionado despacho.

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