Gran gaita

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grand_pianoEl principal problema de tener una buena idea es que se quede solo en una idea, el otro es no tener más que una. A Grand Piano le sucede lo segundo. Sobre una ocurrencia argumental brillante los productores han montado un largometraje de noventa minutos con actores de cierto empaque y un director que domina la técnica, pero no es suficiente para sostener una historia basada en el suspense y se han quedado a medias.

El guión de Grand Piano se dedica  a estirar la goma, como hacen algunos periodistas en sus noticias, y, sobre la idea del esperado regreso de un excelente pianista aquejado de miedo escénico al interpretar una pieza de gran dificultad técnica que compuso el dueño del piano sobre el que va a tocar, al que de pronto un misterioso personaje amenaza de muerte si se equivoca en una sola nota mediante mensajes en la partitura y desde un auricular que se coloca después, han querido construir un thriller con tensión, emoción e intriga y sólo lo han conseguido durante unos 15 minutos.

El resto del tiempo es tan sólo una exhibición de dominio técnico y manejo de la cámara, excluyendo ciertos movimientos circulares o planos partidos que recuerdan un video clip o un cortometraje, y una puesta en escena brillante, acompañada de unas interpretaciones aceptables en una suma de situaciones más o menos ordenadas bajo la premisa de la buena idea original. Pero, aunque consigue mantener la atención durante todo el metraje, no es bastante para satisfacer al espectador medianamente inteligente, y al terminar se tiene la sensación de que falta algo, como en un coitus interruptus.

Todo se difumina bajo el andamio de un guión que flaquea desde las primeras secuencias y que no termina de perfilar a los personajes. Por ejemplo, la de la limusina, en la que el trayecto del protagonista desde el aeropuerto a la sala de conciertos es aprovechado para explicar mediante una larga conversación telefónica todos los planteamientos de la trama. O en el epílogo, cuando en el típico desenlace hoolywodiense con los protagonistas rodeados de policía, prensa y ambulancias te dices a ti mismo segundos antes de que pase: “no, no, no será capaz el director de hacer que suceda lo que estoy pensando...”, pero pasa.

Aun así, lo verdaderamente desgraciado del asunto es ver a Frodo -porque Elijah Wood será siempre Frodo Bolsón, a su pesar- dejarse la piel en esta película sin demasiada sustancia en la que hasta John Cusack tiene papel fundamental, aunque breve.

Reunir a estrellas de Hollywood más o menos rutilantes y promocionar que la producción es de Rodrigo Cortés, pretendiendo establecer paralelismos con la inquietante Buried, no es suficiente. Hay que esforzarse un poco más. Y el español Eugenio Mira (The Birthday y Agnosia) no se ha lucido en Grand Piano. Digamos que ha hecho un buen trabajo de realización, pero no de dirección, y se ha limitado a acumular una serie de secuencias y destrezas técnicas sobre una buena idea sin un rumbo marcado. Una lástima. Este piano, en realidad, es una gaita.

1 Comment
  1. cheff says

    Tenía pensado ir a verla, entonces me decantaré por las Brujas de Zugarramurdi

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