La pedagogía crítica de Pasolini

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Cubierta del libro.
Cubierta del libro.

Pier Paolo Pasolini, el escritor y cineasta italiano, asesinado en 1975, es símbolo recurrente que resucita cada cierto tiempo. Estos días coinciden el estreno de una película sobre su figura, que se ha visto en el Zinemaldia de San Sebastián después de pasar por el Festival de Venecia y el de Toronto, que ha realizado Abel Ferrara, y la publicación de una serie de artículos escritos por Pasolini sobre educación, Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas, que ha editado Errata Naturae y que muestra el gran talento que como articulista desplegaba el escritor y cineasta italiano. A ese respecto convendría recordar los Escritos Corsarios, uno de las grandes recopilaciones de artículos escritos en los años sesenta y setenta y modelo de lo que podía dar de sí como polemista. Ni que decir tiene que la película, Pasolini, que interpreta Willem Dafoe, narra los últimos días de escritor e indaga sobre las causas, probables, nunca demostradas del todo, y por ello mismo más verosímiles, del asesinato del escritor, un crimen político disfrazado de connotaciones de venganzas de chaperos y sexo prohibido.

Un tanto escéptico ante los resultados de este filme, prefiero dirigirme al libro. Aquí, desde luego, nos topamos con el Pasolini más genuino y, por lo menos, apartado del ruido mediático que tanto odiaba, sin saber que su muerte se convertiría en eso. En estos artículos, que es una antología sobre textos relativos a la educación y también a la libertad sexual, amén de incluir la entrevista que le hizo Furio Colombo pocas horas antes de que lo asesinaran, nos encontramos de pleno con esa inmensa desconfianza del escritor hacia la sociedad de consumo, una desconfianza que denota la lucidez dolorosa de quien veía transformarse por momentos a grises ciudadanos en zombies sin color redimible alguno.

Así, el artículo que da título al libro, publicado en la revista Tempo en 1972, donde Pasolini afirma que la libertad sexual sin freno alguno conduce a grandes desequilibrios porque fomenta la espiral sin sentido alguno del consumo. Afirmar esto en el 72, año de trangresiones sexuales, de consumo de LSD a espuertas, sólo podía conducir al malentendido. Hoy día sus predicciones se toman como lúcidas tomas de conciencia, y me recuerda aquel artículo recogido en Escritos Corsarios donde criticaba abiertamente el anuncio de la marca de vaqueros Jesús por su escoramiento hacia la banalidad. Pues bien, de esta guisa está lleno este volumen y conviene, ahora que estamos en tiempos de lomces y planes bolonia, leer estos artículos porque aportan una claridad al proceso educativo difícil de hallar. Pasolini, además, tuvo experienca directa con la educación ya que ejerció como profesor, primero dando clases de bachillerato en Valvassone, en Udine, recién acabada la guerra, o luego, estamos ya en 1950, cuando ejerció en un colegio privado de Ciampino, cerca de Roma, por mediación del poeta Vittori Clemente, que sabía de las condiciones de indigencia en que entonces se encontraba el escritor.

Pasolini creyó siempre en el poder de la actitud crítica, hasta el extremo de que la condición primera de la pedagogía tenía que ser la de propiciar esa actidud. El escritor emplea, para imaginar estas condiciones, la del gimnasio. Así, la escuela es un gimnasio donde al niño se le imbuye la distinción entre lo convencional, lo que le conviene y lo rechazable, que es lo divertido, lo original. Bajo el pseudónimo de Erasmo Colus, que tiene cierta gracia y es significativo por su guiño hacia la figura del humanista, publica en Il Mattino del Popolo, en 1947, una serie de artículos donde afirma que la tarea del pedagogo es fomentar espíritus críticos y rebeldes, alejándolos de la obediencia, que les crea una búsqueda innecesaria de seguridad en la vida.

Luego, la defensa de la poesía, que no hace, es curioso, por imbuirse de la poesía misma, sino por lo que ésta tiene de práctica, es decir, cómo mediante el juego de las metáforas y de la introspección en el lenguaje se consigue que el niño supere la pasividad típica que otorga la costumbre. La educación que recibimos sólo se preocupa del tener, del poseer, es una actitud que lleva a la destrucción. Nos hace gladiadores desesperados.

Pasolini, comunista, homosexual, hombre que sabía de la religiosidad profunda, fue, ante todo, un declarado enemigo de la banalidad que sabía instalada en el capitalismo tardío. Se dedicó a ello con el ímpetu de quién cree que en realidad lo único que importa son los valores. La Iglesia Católica le consideró un ímpio en su momento, un hombre que atentó contra la religión del Estado, pero, luego, treinta años más tarde, su órgano oficial, L´Osservatore Romano, afirmó que El Evangelio según San Mateo era la película de toda la historia del cine donde mejor se reflejaba el espíritu de Jesús: en el Sermón de la Montaña llega a decir que los ricos son irreales y los pobres reales.

Opiniones así cierran el volumen , donde se incluyen dos entrevistas que retratan de manera bastante justa lo que realmente significó Pasolini. Este libro, pues, resulta importante, no sólo porque los artículos eran hasta ahora inéditos en nuestra lengua, sino porque, en un mundo donde se han consolidado muchas características aborrecidas por el escritor, sobre todo la banalidad, no deja de ser un consuelo leerle de nuevo, que es como escucharle.

Trailer oficial de la película 'Pasolini'. / Medya Akademisi (YouTube)

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