Un tipo de New Jersey

1
Frank Sinatra, en 1947
Frank Sinatra, en 1947 / William Gotlieb (Wikipedia)

Si le dicen a un neoyorquino aborigen que un tipo de New Jersey, canijo y de familia de inmigrantes, con amigos en la mafia y algunas cuentas pendientes con la justicia, más machista que la testosterona, y así sucesivamente, iba a convertirse en emblema de Manhattan le da un pasmo. Y sin embargo, Frank Sinatra lo hizo. Este año es su centenario y la ciudad insomne ha preparado una mascletá a su manera para celebrarlo: exposiciones, películas, discos recopilatorios, conferencias y fiestas.

Nacido en condiciones no óptimas,
al bebé Sinatra le jorobó el partero un tímpano al usar los fórceps con los
que lo arrancó del recinto materno, así que la vida del cantante empezaba, desde el principio de todo, con complicaciones que fue atesorando
con el paso de los años: de chaval enclenque y flacucho que se esforzó por ponerse cachas sin éxito, a base de boxeo y natación, a escolar aficionado a cubrirse de gloria y de polvo –Mark Twain dixit- en las peleas frecuentes con sus compañeros de clase.

Pero hubo una cualidad en la que perseveró La Voz –como se le conoce para la posteridad- y ésa es su confianza en sí mismo, su absoluto convencimiento de que era bueno; en realidad, el mejor. Su idea de que la canción debe ser parte de una conversación, y no algo ajeno a ella, le condujo a interpretar con naturalidad, como si se tratara de algo que no requiriera esfuerzo alguno, ligero, fluido, acariciador.

Su voz de barítono tuvo parte de la culpa, pero la maestría con que dirigía el aire de sus pulmones y su capacidad de proyectar la voz ampliando el rango hasta límites sorprendentes hizo el resto. Eso y una vis interpretativa entre chaval chuleta y tipo simpático que fue transformándose en un hombre casi de fiar con el paso de los años.

Así que, desde el pasado 4 de marzo –y como queriendo responder a la pregunta “¿te gustaría vivir para siempre?”- se exhibe en la Biblioteca Pública de Nueva York Sinatra: An American Icon, una exposición multimedia, de entrada libre, que incluye fotografías inéditas del cantante, sin duda dirigida a sus fans más freaks del planeta de la música y alrededores. La muestra estará allí hasta el 4 de septiembre en que se desplaza al Museo de los Grammy, de Los Angeles, entre otros destinos a lo ancho y largo de Estados Unidos.

Durante este mes de marzo la galería de exposiciones de fotografía musical del Hotel Morrison, del Soho neoyorquino, exhibirá su muestra particular, llamada The Sinatra Experience, que desvelará fotos del artista contenidas en el archivo familiar.

Pero no sólo EEUU se aplica a recordar a La Voz, también en Europa se hacen pinitos para evocar al monstruo: en el London Palladium se prepara una obra de teatro, titulada significativamente Sinatra, para el mes de julio. Incluso en el rincón más impensable, la bella y española ciudad de Jaca, los más sinatristas pueden encontrar el rastro de su ídolo con los detalles que se relatan en un blog muy completo.

Si a mi me dicen, cuando estaba en mis 30 y hasta mis 40, que iba a escribir con admiración de un tipo chuleta y medio mafiosillo, bastante condescendiente con las mujeres –por no ir más lejos- y que cantaba canciones románticas me habría partido de la risa. Sin embargo -como el propio Sinatra dice en una canción de las más fáciles- “en el otoño de mi año” se alza su figura y se reactiva La Voz, se va tornando simplemente enamoradizo su antiguo rasgo machista  y, tengo que reconocerlo, es lo justo, se agranda su antes esmirriada figura.

Se admiten comentarios sobre el video, impagable, del dueto con Diana Shore, amiga, que no amante, por una rara vez.

Fernando Figueiredo (YouTube)
1 Comment
  1. Patronio says

    Se dice que también era bastante ‘condescendiente’ con algunos hombres.

Leave A Reply