El punk sigue cumpliendo años: y van 40

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Sex Pistols en Paradiso
Johnny Rotten y Steve Jones, de Sex Pistols, en 1977/ wikipedia

Hace 40 años, nacía en Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia un tipo de música rock que salía del rock de garaje. Ahora, preclaros representantes del mejor punk, como Marky Ramone, Kim Gordon, de Sonic Youth, y John Lydon (ex Sex Pistols) acaban de publicar sus memorias. Desde el pasado año menudean exposiciones y festivales que mantienen viva la llama.

En La ira es energía (Malpaso, 2015), Lydon reparte leña a diestro y siniestro entre viejos camaradas. En Punk Rock Blitzkrieg (Libros Cúpula 2015) Marky Ramone relata su propia historia, mientras que la cantante de Sonic Youth cuenta la épica de una mujer en un mundo a menudo machista, en La chica del grupo (Editorialcontra, 2015).

Sí, ha llovido desde entonces y puede verse en las pancitas regordetas, las brillantes calvorotas  y los ajados rostros de los valedores actuales del Rebellion Festival  que se celebra en Blackpool cada agosto –ya están preparando el del año que viene- . Pero, que nadie se llame a engaño, las crestas de un rojo chillón siguen en alto, y los imperdibles no se oxidan en medio de una ensalada de agujeros en la ropa; el punk no ha muerto.

De hecho, Ramones había dado su primer bombazo un año antes, en 1974, sin que en toda su carrera llegaran a ser superventas, aunque sí muy admirados por los conocedores de la causa. También The Stranglers. Después, Blondie y su vocalista, Deborah Harris; Sex Pistols, Clash y luego, Bad Brains, The Misfits, Dead Kennedys con su carga política…una lista larga de pioneros, seguidores y los que han seguido, ya fuera de su tiempo propio, Green Day, difundiendo la música de los golpes y del grito, la música de la protesta que, en realidad, nunca ha cesado.

A mediados de los 70, Malcolm McLaren –clave en la formación de Sex Pistols- y Vivianne Westwood -diseñadora de moda punk- eran novios, y supieron impulsar la idea de la rebelión punk en un negocio de moda, la boutique SEX, ahora superviviente como World’s End, en el mismo punto de la londinense King’s Road en el que estaba. Ah, sí, el punk necesitaba un claro signo de distinción, y se vendía en SEX.

Se nota que han corrido los años. Sin embargo, las razones para vociferar la incomodidad de compartir el mundo con el estado de cosas creado: el paro, la injusticia social, el abuso de los poderosos, las mentiras con premio, siguen vigentes. El punk también ha fracasado en ese combate. “Luché contra la ley y la ley ganó”, The Clash dixit.

En el camino han quedado algunos de sus miembros más míticos. El propio MacLaren y su ahijado, Sid Vicious, el jefe de los Pistols; el de Clash, Joe Strummer, tres de los Ramones (sólo sobrevive Marky) y tantos otros; en España, y especialmente en el País Vasco, la estadística de punkies muertos antes de tiempo es también notable.

La conciencia de que el sistema todo lo absorbe en su favor, o sea: para sacar negocio de ello; una cierta impresión de impotencia y –no digo que no- el abuso de sustancias, son parte de las causas que les han conducido a una muerte prematura. Pero, como ellos decían, ¿quién demonios quiere llegar a viejo?

Su testimonio, a base de escupitajos, música de lata y gritos rabiosos, es sobre todo el de la conciencia del individuo, la crítica de lo establecido y el ojo avizor ante el consumismo y frente al dictado de dogmas. Algo que todo humano digno procura tener muy presente. Cada cual, a su modo.

Como sugiere el punk, precisamente: do it yourself. Hay un bonito documento en la red  para quien quiera profundizar en su historia. Por lo demás, quedan las memorias y las conmemoraciones que tanto en prensa como en forma de festivales irán apareciendo sin cesar para que el modo punk permanezca activo.

xLugosi (YouTube)

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