CINE / El estreno de la semana

‘Piratas del caribe: La venganza de Salazar’: Depp y Bardem hacen caja

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Piratas del caribe: La venganza de Salazar
Cartel de 'Piratas del caribe: La venganza de Salazar', la quinta entrega de la saga. / Disney España

Sí, el Salazar del título es nuestro Javier Bardem, que aquí se limita a pasar por caja, cobrar un pastizal y meter morcillas en castellano en un personaje planto e infantil. Supongo que este hombre ya estará forradísimo, pero es una verdadera lástima que un tipo de su fuerza y talento ante la cámara se haya entregado al cine más taquillero y vacío desde hace ya demasiados años. Tras su memorable trabajo en Los lunes al son llegó Hollywood y no ha parado de hacer papeles absolutamente olvidables o exagerados. Ahí están No es país para viejos, El amor en tiempos de cólera, Biutiful, Come Reza Ama, To the Wonder, Skyfall, El consejero, Caza al asesino, Diré tu nombre... No ha dado una, ha sido un bodrio tras otro. ¿Y lo próximo? Otra de Frankenstein para Universal. Qué lástima.La nueva de Piratas del Caribe viene precedida de noticias que nada tienen que ver con su producción. Igual que le sucedió a Netflix con parte de su catálogo, hace poco supimos que unos hackers había robado una copia de la película y que pidieron a la todopoderosa Disney un rescate económico. Su amenaza (a cambio de una cantidad desproporcionada de dinero en Bitcoin, moneda digital): subir la película a Internet y chafar el estreno y mermar las abultadas arcas de Disney, que se ha negado al pago y ha dejado todo en manos del FBI.

Si la amenaza se cumple el daño para Disney puede ser tremendo. También para Johnny Depp, que ha sido noticia estos días. Según un despacho de abogados que lo ha demandando (The Management Group), durante los últimos 20 años la estrella ha estado gastando 1,8 millones de euros al mes. Entre lo gastado se incluyen un yate de 16,6 millones, una flota de 45 coches de lujo y un gasto de 640.000 euros al mes en vinos, aviones privados y los salarios de su equipo: una plantilla de 40 personas alrededor de los caprichos y la seguridad de la estrella en horas bajas.

Estas cifras, además de una persona codiciosa y pirada (llegó a comprar 200 obras, entre ellas cuadros de Warhol o Klimt, 13 casas, un castillo francés, un grupo de islas en las Bahamas y hasta una granja de caballos en Kentucky), nos hablan de un tipo que no tiene demasiadas luces y que con esta nueva entrega de la franquicia quiere recuperar el fondo de armario perdido. Y lo hace haciendo lo que sólo el sabe hacer: el mamarracho. Su personaje, Jack Sparrow, sigue siendo insoportable, una mezcla entre pichabrava algo afeminado, borrachuzo, cretino, lento de mollera... una joya, vamos. Y todo unido a la limitadísima paleta de registros de este buen hombre, que es uno de los peores actores que Hollywood tiene en plantilla.

Piratas del caribe: La venganza de Salazar empieza de forma brillante, con un divertido robo a un banco. Todo fastuosamente rodado, con un poderío de producción alucinante. Disney es mucho Disney. También la presentación del villano, el tal Salazar (un remedo de Danny DeVito en Batman Returns), es curiosa. Pero la película enseguida entra en el disparatado e irreal territorio de la franquicia y empieza a cansar demasiado pronto.

La cuca parejita protagonista (Brenton Thwaites y Kaya Scodelario sustituyendo a Orlando Bloom y a Keira Knightley) acaban resultando empalagosa. Sobre todo ella, una aguerrida astróloga. Los dos personajes han sido abandonados por sus padres, a los dos les une la belleza, la juventud y la orfandad. Y los dos, que esto es Disney, acaban encontrando a sus padres en escenas (sobre todo la de ella) de un relamido de morirse.

Muy pobre es la explicación (tan de película de superhéroes) del trauma del villano, en la que nos explican por qué Bardem persigue a Depp (rejuvenecido por los “genios” de los ordenadores). Todavía más torpe (y saturado hasta el empalago de efectos digitales) es el desenlace del conflicto entre los dos y en el que, por supuesto, el bueno gana. Y de los diálogos y sus chistes de cuarta mejor no hablemos.

Volvemos a ese territorio del Hollywood de hoy en el que no sabes si estás ante una película infantil o una película de aventuras adulta. Este film, como tantos otros en la actualidad, no sabe en qué terrenos moverse, está en tierra de nadie, entre lo adulto y lo pueril. También le pasa a Steven Spielberg, por poner un ejemplo famoso. Y sobre todo: la película no sabe presentar un guión mucho más sencillo y con menos subtramas absurdas, algo que requiere a gritos este tipo de propuestas de evasión.

Esto huele a franquicia agotada (a Depp, como a Tom Cruise, se le está quedando cara de señora mayor), pero nunca se sabe. En un Hollywood entregado a los cómics (Marvel y demás tebeos), los juguetes (Transformers) o hasta los juegos de mesa (Hundir la flota) todo es posible. Y no olviden que la franquicia Piratas del Caribe está inspirada ¡en una atracción de Disneyland! Qué tiempos en los que los productores leían y compraban derechos de novelas, ¿verdad?

El plan B: 

Las películas de mi vida es una cita obligada para los muy cinéfilos, una clase magistral para entender el cine y saber más de él, de entenderlo y amarlo mejor. En este documental el director Bertrand Tavernier (Alrededor de la medianoche, Capitán Conan) repasa y analiza el trabajo de grandes directores como Jean Renoir, Jean-Pierre Melville, Marcel Carné o Jacques Becker.

Lo más curioso de este trabajo que dura más de tres horas es que Tabernier no presta atención a la Nueva ola francesa, la generación cinematográfica más famosa en ese país. Muy recomendable para los que matamos por el buen cine.

Disney España (YouTube)

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