ENTREVISTA / El sociólogo publica "Miyazaki en Europa. La influencia de la cultura europea en el genio japonés"

Pau Serracant: «Las películas de Miyazaki no esconden las partes duras de la vida»

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Pau Serracant, autor del libro sobre Miyazaki/ Foto del autor
Pau Serracant, autor del libro sobre el cineasta japonés, Hayao Miyazaki. / Foto cedida por el autor

Los de más años lo conocemos por su participación en los dibujos animados (ahora: animes) Heidi y Marco, pero su gran éxito internacional fue La princesa Monokone, en los años 80.  Hayao Miyazaki, que obtuvo el primer Oscar entregado a una peli de animación, en 2002, por El viaje de Chihiro, es un cineasta peculiar, un rarito de apariencia formal que encierra a un rebelde con causa. Después de una larga carrera cinematográfica, llena de éxitos y reconocimientos –no se quejará– Miyazaki anunció su retirada en 2013, tras poner en la calle otra exitosa película, El viento se levanta. Para alegría de sus seguidores, ha rectificado –es de sabios hacerlo– y volverá a la carga con un anime que estará listo para 2020, año en que se celebrarán los Juegos Olímpicos en Tokio. El caso es que Pau Serracant, sociólogo, coordinador de investigación del Instituto Catalán de la Juventud, se ha fijado en este ilustre japonés para escribir un libro: Miyazake en Europa. La influencia de la cultura europea en el genio japonés (Dolmen 2017), que se presenta hoy, 1 de junio, en Casa Asia, de Madrid. Antes de eso, le ha dedicado unos minutos a cuartopoder.es.

– ¿Por qué ha escrito este libro? ¿Quedan secretos en la vida de Miyazaki?

– Sobre la vida y la obra de Miyazaki se han escrito infinidad de libros y artículos, pero ya en la primera película suya que vi, Porco Rosso, me llamó la atención que un cineasta japonés hiciera una película de animación ubicada en un pedazo del Adriático en la convulsa Europa de entreguerras. Luego fui observando que en todas sus películas hay influencias de la cultura o de obras europeas, ya sea de forma profunda o a partir de anécdotas o pequeños homenajes. Empecé a documentarme y vi que no se había escrito ninguna obra específicamente centrada en este tema: cómo la influencia de la cultura europea es fundamental en la vida de Miyazaki, en su concepción del mundo, y cómo esta influencia se aprecia en todas sus películas.

– Miyazaki se entregó desde niño a la literatura infantil europea...

"El Viejo Continente le fascinó. Incluso estuvo en Gales con los mineros que perdieron el pulso contra Margaret Thatcher"

Es este interés del Miyazaki niño y adolescente por la literatura infantil y juvenil europea el que provoca un interés que dura toda su vida. De su lista de 50 libros infantiles de todo el mundo, 39 son europeos, e incluye obras de autores contemporáneos como clásicos del  XIX y XVIII, entre ellas, Robinson Crusoe o Los tres mosqueteros. De joven siguió su interés por la literatura europea y en sus inicios profesionales trabajó en producciones basadas en obras europeas, como Heidi, Marco o Ana de las Tejas Verdes, y viajó a Europa en varias ocasiones para preparar estas y otras producciones. El Viejo Continente le fascinó: sus ciudades, sus paisajes, el artesanado, incluso estuvo en Gales tras la derrota de los mineros en su pulso con Margaret Thatcher y le impresionó el sentido de solidaridad que percibió entre ellos.  

Lo interesante del caso de Miyazaki es que es representativo de muchos autores japoneses de la segunda mitad del  XX: crecieron en un contexto muy occidentalizado y en sus inicios profesionales se nota mucho la influencia de la cultura europea, en Miyazaki, y estadounidense, en muchos otros autores. Pero a medida que van madurando se percibe un claro retorno a los orígenes, una búsqueda de la identidad, las tradiciones y la cultura  japonesas: cinco de sus primeras seis películas están ubicadas en Europa o con resonancias europeas; mientras que únicamente una de sus últimas cinco lo están. Esta vuelta a los orígenes se da también en Tezuka, “el Dios del manga”, o Mizoguchi, un clásico del cine japonés.

– ¿A qué cree que se debe su rechazo a la animación y la cultura norteamericanas?

–  Miyazaki es muy explícito al respecto, no le gusta la dualidad con la que, según él, los estadounidenses perciben el mundo y las confrontaciones que este posicionamiento provoca. Él se opuso firmemente a la invasión de Iraq: el “con nosotros o contra nosotros” o el “eje del mal” de los Bush, e imagino que ahora con Trump sus creencias se verán confirmadas. Cree que las religiones monoteístas estimulan el pensamiento dual y la confrontación, mientras que en otras, como el shinto japonés, los dioses tienen otro papel (recuerdo una cita en que dice que los japoneses ponen a los dioses en el baño para curarlos). Aunque hay que decir que está categorización de Miyazaki entre un Occidente dualista y un Oriente integrador es en sí misma simplificadora.

Portada del libro de Pau Serracant.

Más allá de esto, en cuestiones estrictamente artísticas a Miyazaki le repele la mecanización y computerización de la animación que las empresas estadounidenses han impulsado en busca de un mayor realismo. Para Miyazaki la animación es un medio a través del cual el artista expresa su percepción sensorial del mundo y, por lo tanto, lograr un mayor realismo es un propósito que va en contra del sentido mismo de la animación. En el estudio Ghibli, cuando finalmente los productores convencieron a Miyazaki para introducir la computerización en sus películas (para ahorrar tiempo y costes, por supuesto), se pactó que la animación por ordenador serviría no para lograr un mayor realismo sino lo contrario, lograr imágenes que imitasen a la animación manual tradicional.

– Miyazki pone su atención en seres que están algo al margen, que son “perdedores”, como dice Trump –un apellido que significa “triunfo”, por cierto-, ¿hay algun motivo en su biografía para que haga esto?

No comparto la idea de que elige a personajes "perdedores”. Sus películas las protagonizan príncipes, princesas, magos o personas con talento. Sí es cierto que algunos están en los márgenes, en los límites o fuera de la legalidad (como Lupin o Porco Rosso); pero en mi opinión lo que más destaca de los personajes de Miyazaki es que se encuentran en momentos de zozobra, de dudas, que tienen que tomar decisiones difíciles que tienen consecuencias para ellos y para su entorno; y que al salir de estas situaciones son más fuertes, han madurado, y lo han hecho gracias a respetar o incluso ayudar a los demás. De hecho esa es la intención última de la filmografía de Miyazaki: ofrecer un modelo de conducta cívico, responsable, a los niños y adolescentes a quien dirige sus películas.

En una parte del libro, usted subraya la afición del cineasta por la catarsis, cómo un personaje atribulado o confuso puede convertirse en una persona feliz. ¿Se trata, en realidad, de una de sus grandes constantes?

Sin duda es un recurso que utiliza muy a menudo en sus películas. Por ejemplo cuando Chihiro revela a Haku su verdadero nombre y este recupera su identidad, algo que también ocurre en El castillo ambulante. La fascinación de Miyazaki por las catarsis le viene de su propia biografía y se entremezcla con películas que vio de joven y le marcaron. Miyazaki fue un niño y un joven confuso, que rechazaba de lleno su pasado familiar y nacional. A su familia le reprochaba haberse enriquecido gracias a la guerra; y a su país, las barbaries cometidas durante la misma. Miyazaki consigue madurar como persona a través de distintas catarsis que la reconcilian tanto con su padre como con Japón (de ahí el retorno a los orígenes que comentaba antes). Y lo curioso es que la primera catarsis de Miyazaki la provoca precisamente La leyenda de la serpiente blanca, una película de animación japonesa: Miyazaki se enamora de la protagonista y se da cuenta de que su cinismo no conduce a ninguna parte y que lo que realmente debe hacer es utilizar la animación para mostrar el compromiso y la solidaridad humanas, no lo contrario. Más adelante, otra escena de una película de animación (La reina de las nieves, de L. Atamanov), en que una niña-bandida se da cuenta de que su crueldad con los animales proviene de que se siente sola, confirma esta visión del cine en Miyazaki.

"Los personajes de Miyazaki tienen que tomar decisiones difíciles de las que salen más fuertes"

– ¿Qué destaca de Miyazaki? ¿Qué le gusta más de su obra?

Personalmente me encanta la naturalidad con la que mezcla elementos diversos: lo fantástico con lo realista, lo oriental con lo occidental, lo aparentemente infantil con lo adulto, lo local con lo global. Creo que a pesar de que su obra tiene unas raíces japonesas, él es capaz de recibir y reinterpretar influencias de todo el mundo y acabar generando obras universales, que interesan a públicos de todas las edades y lugares.

– Es un cineasta de anime que ha gozado de éxito y reconocimiento desde sus comienzos. ¿Qué ha podido influir en que eso suceda?

– Probablemente esto que comentaba, el hecho de que de un modo u otro todos nos podemos reconocer en sus obras. Para los japoneses, la influencia europea le confiere un aire exótico a su obra; y lo mismo ocurre para los espectadores occidentales, aunque al revés.  Aunque nada de esto sería posible si la base de sus películas, la narración en sí misma, no fuera, como el mismo dice, como un árbol con profundas raíces y un sólido tronco. Esta importancia oculta del guion también es la base sobre la que Pixar, el otro monstruo de la animación de las últimas décadas, sustenta su éxito, más allá del brillo que la animación computerizada confiere a sus películas.

– ¿Qué habrá podido suceder para que vuelva a trabajar después de haberse despedido hace casi 4 años?

Como todos los genios Miyazaki es un obseso del trabajo y de su obra. No sé si morirá trabajando, pero seguro que mientras le quede lucidez maquinará historias y proyectos en su mente.

– ¿En qué medida ha influido, o influye, Miyazaki en la juventud en general, la española en particular?

"Ha dejado huella por una obra muy personal que ha gustado a millones y que ha subvertido cánones de la animación tradicional"

Ghibli en general y Miyazaki en particular han tenido un papel destacado en la consolidación de lo que los norteamericanos llaman el “Cool Japan”: una imagen de Japón como país divertido, extravagante, creativo; ciertamente opuesto a la imagen del Japón industrial, robotizado y aburrido dominante hasta los 80. Sin duda las series de animación en las que Miyazaki participó de joven (como Heidi o Marco) empezaron este cambio de imagen, pero es sobre todo a partir de Akira, de Katsuhiro Otomo,  y de la posterior explosión del manga y del anime que se extiende esta nueva percepción de Japón. Aunque ciertamente tanto el manga como el anime no dejan de ser productos de consumo y tienen una gran industria detrás. En cualquier caso Miyazaki ha dejado huella al hacer una obra muy personal pero que al mismo tiempo ha conseguido gustar a millones de personas, y lo ha hecho no solo a pesar, sino gracias a que sus películas subvierten algunos cánones de la animación tradicional, como un ritmo constantemente acelerado o la simplificación de las historias.

– A los no familiarizados con el manga les sorprende el cruce de dibujo infantil y fondo duro, a veces.

Esta es una de las características de las películas de Miyazaki: a pesar de que están explícitamente pensadas para un público infantil y adolescente, las puede disfrutar un adulto porque Miyazaki cree que debe tratarse a los niños como adultos, sin esconderles las partes duras de la vida. De hecho muchos de sus protagonistas superan la situación de dificultad en que se encuentran a través del esfuerzo y el trabajo (como Chihiro, Sofía o Nicky). Aunque ciertamente esto hace que algunos padres, que no comparten plenamente este planteamiento de Miyazaki, prefieran irles mostrando determinadas películas a sus hijos a medida que crecen...

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