Libros: los mejores thrillers del año, salvo dos clásicos, para pasar el verano

  • Recomendaciones de libros del género thriller para pasar la temporada estival

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Las bicicletas son para el verano, vale decir, es en esta ocasión cuando ese vehículo de dos ruedas deja de ser un instrumento de transporte para convertirse en objeto de placer. La cosa, no hace falta decirlo, estriba en la estación misma, proclive a convertirse en Arcadia en el recuerdo, en los subterfugios de la memoria personal, que en el fondo no deja de ser un relato. Y la bicicleta aquí actúa como metáfora de la estación del calor, de las vacaciones, de las revelaciones del amor adolescente, de esa estación proclive a las revoluciones, el 4 de julio, el 14 de julio, fechas que supusieron un cambio en Occidente, las fechas de las revoluciones americana y francesa, las fechas míticas para el republicanismo...

Todo esto es el verano. También colas interminables para comprar cualquier cosa, intoxicaciones alimenticias, un entorno favorable a que el mundo sea tomado como una bobería continua donde sólo se bebe y se asiste a conciertos nocturnos con el ánimo de que eso es “vivir”, si se acompaña del latinajo Carpe Diem mejor que mejor, quemaduras solares, picaduras aleatorias de las carabelas portuguesas, el recuerdo para algunos españoles del comienzo de la Guerra Civil justo cuando los trenes se llenaban de niños para pasar el verano en las costas del Norte, que era lo que entonces se llevaba...

Todo esto es también el verano. Tan cierto como las listas de libros que el ciudadano debe llevarse a la playa o la montaña o a  cualquier ciudad de este ancho mundo cada vez menos ancho y que desde los medios repetimos año tras año con ánimo de cumplir un requisito casi obligatorio, amén de socorrido ya que las noticias culturales importantes, se supone, comienzan en el otoño. Con la caída de la hoja y la recolección de la uva.

Otros años en cuartopoder.es hemos recomendado libros que trataban del verano en la literatura. Era un medio de hacer partícipe al lector de que la estación cálida se desprendía ya de las páginas que éste leía mientras el libro se mantuviese abierto. Este año recomendaremos algunos thrillers, y no sólo porque el género esté de moda, junto a la novela histórica, y no sólo porque muchos piensen que es el género donde la novela de denuncia se ha refugiado hoy día, sino por estas razones, desde luego, pero también porque pensamos que siendo el verano estación propicia a ciertas fantasmagorías paranoides, de seguro producto de la exposición al sol, el género se muestra idóneo para inducir al lector a una catarsis curativa, al modo que sirven las películas de terror, ¡bien que lo saben gentes como Stephen King! Vayan, pues algunos títulos.

Sófocles. Edipo Rey

Para muchos, junto al bíblico Libro de Daniel, del que Leonardo Sciascia realizó un bello ensayo, la primera muestra de literatura de género policíaco en nuestro mundo. Edipo mata a su padre Layo, se casa con su madre Yocasta y no lo sabe hasta que, despejado el oráculo en que se había cifrado el destino del héroe, éste se arranca los ojos con las agujas de oro de su madre-esposa y...

Edgar Allan Poe. Los crímenes de la calle Morgue

Este libro es la madre nutricia de la literatura policíaca. Aquí está todo: el detective amateur que colabora con la policía a regañadientes, el suspense que aborda al lector hasta la ansiedad, el misterio aparentemente irresoluble y luego, cómo quién no quiere la cosa, el misterio que no es tal, sino que obedecía a una lógica implacable... y, además, aquí no hay mayordomo, sino un mono. El azar en lugar de la  lógica o confundiéndose con ella. Poe realiza aquí una de sus grandes obras maestras.

Anne Meredith. Retrato de un asesino. Alba Editores

Las convenciones de la novela policíaca inglesa vueltas del revés. El ambiente navideño es propicio al crimen. Hasta aquí se sigue el canon y la autora aprovecha la ocasión para realizar un terrible retrato de familia. Pero hay más: la identidad del asesino la conocemos desde el comienzo y el suspense se desplaza ahora a si su identidad será descubierta o no. Una inteligente novela.

David Mamet. Chicago. RBA Editores

Novela que sigue punto por punto el canon del thriller norteamericano desde que Dashiell Hammett prácticamente lo inventase en Cosecha roja, una de las grandes narraciones del siglo. Asesinatos, ambientes grotescos, deformantes, corrupción a tope, personajes cínicos a pesar de ellos mismos, como si les hubiesen secuestrado su arcadia de inocencia de pertenecer a un país nuevo, revanchas, traiciones... Y todo ello en la Ciudad de los Vientos, vale decir, la ciudad que quieras colocar en su lugar...

Michelle Mcnamara. El asesino sin rostro. RBA Editores.

Acabáramos. No existiría conciencia de que el lector asiste a una representación de nuestro tiempo sin la aparición de un depredador sexual. Aquí se trata de uno especialmente reincidente, cincuenta agresiones en el espacio de diez años... todas ellas en el Norte de California hasta que se trasladó al Sur y allí cometió algunos sádicos asesinatos, unos diez. En 1986 desapareció sin dejar rastro para que la policía no supiera de su paradero. Una periodista obcecada no cejará hasta dar con su paradero... en fin, absorbente, como suele decirse.

Daniel Woodrell. Los huesos del invierno. Alba Editores

Una muy buena novela policíaca. Aunque el autor se dedique al cuento, es también autor de nueve novelas ambientadas la mayoría en los Ozarks de Misuri. Con su primera novela, Danos un beso, acuñó a falta de una definición mejor, el término country noir para definir de qué trataba. El feliz término define como nada esta última entrega donde hay un personaje llamado Lágrimas, al que le falta una oreja, y tiene una sobrina, Ree Dolly, que busca desesperadamente a su padre.

Una recreación estupenda de ese mundo bíblico que tanto sedujo a Faulkner y donde los personajes que lo habitan son unos patológicos individuos que hubiesen dejado perplejo al mismísimo Dostoievski.

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