LITERATURA

Un viaje para recuperar lo perdido

  • Comentario literario de 'El mercader de libros', de Luis Zueco

0

Novela histórica: El mercader de libros

Autor: Luis Zueco

Edita: Ediciones B

Thomas Babel, un adolescente hijo de un cocinero, iniciará, como Ulises, un viaje para recuperar lo perdido. Y como Ulises se convertirá en un aventurero, un navegante, y disfrutará de cada momento. Y es que, como dice Luis Zueco en esta novela, ‘El mercader de libros’: “Un hombre sin rumbo es peligroso; para los demás, pero sobre todo para sí mismo”. Aunque no se debe olvidar y se ha de tener en cuenta que “todo viaje exige un sufrimiento”.

Un golpe de mala fortuna sacará al joven Thomas de su vida acomodada para que tome las riendas de su destino. Atrás ha quedado la oscuridad de la Edad Media, las ideas de Erasmo de Rotterdam aterrizan como un torbellino en el centro de Europa. “Dios ya no es la respuesta a cualquier problema”, todo ya no está en su mano. El hombre puede y debe dirigir su destino con el esfuerzo, la superación y el conocimiento. Ha comenzado la Era de la Razón. Ha prendido la mecha del Renacimiento.

Luis Zueco‘El mercader de libros’ vuelve a demostrar que la novela es un género vivo, que puede combinar perfectamente la reflexión y el conocimiento con una lectura ágil y entretenida plagada de aventuras y de giros narrativos que mantienen la lectura en suspense.

Aparecerán y desaparecerán en este viaje personajes fascinantes de estratos sociales distintos: desde el pueblo llano, sus gremios y sus ladrones, a la nobleza cuyo ocaso comienza, y cómo no, la incipiente burguesía. Pero junto a esos seductores personajes de carne y hueso, descubrirás otros dos más tan vivos e interesantes como ellos: los ambientes, maravillosamente descritos sin frenar ni un ápice el ritmo narrativo, y los libros. Luis Zueco los dota de alma y los guarda, como no podía ser de otra manera, en las nuevas bibliotecas del siglo XVI, “lugares del cuidado del alma”.

“Los libros —te dirá en ‘El mercader de libros’— son la única arma que tenemos contra el olvido, ¿y acaso hay algo que temamos más los hombres que el olvido?”. Para más adelante vaticinarte: “Volverán tiempos oscuros, los hombres se volverán necios, la ignorancia se apoderará de sus vidas y olvidarán su pasado. Pero entonces los libros nos salvarán”.

Después de las aventuras del joven Thoma Babel por Europa, el viaje reposa durante un largo periodo de tiempo en la que en esa época probablemente sea la ciudad más importante del mundo: Sevilla. Luis Zueco recrea la urbe andaluza de principios de siglo XVI con la precisión de un cirujano. Te devolverá a esos tiempos y a esos ambientes. Pasearás con cuidado por el barrio de Triana después de cruzar el Puente de barcas y te aproximará al tenebroso castillo de la Inquisición. Visitarás palacios, disfrutarás las maravillas traídas del Nuevo Mundo, correrás peligros entre callejas y callejones, o asistirás a los trueques en la improvisada lonja de su Catedral.

Pero sobre todo conocerás en Sevilla el proyecto de un loco o un gran soñador. Dos grandes hallazgos universales rivalizan en estos tiempos en importancia: el descubrimiento de América y la imprenta. Y como “solo para los necios está prohibido soñar”, el hijo pequeño de Cristóbal Colón ha emprendido una locura a la altura del padre: La Biblioteca del Nuevo Mundo. Desde ahí Hernando Colón está dispuesto a luchar “contra la oscuridad y la superstición de la Edad Media”.

Así se relata en este fragmento textual de ‘El mercader de libros’:

«—¿Tenéis textos de Platón? —inquirió Alonso con mucho interés.

Hernando Colón lanzó una discreta risotada.

¿De Platón? Por supuesto. Imprescindible. Y es que no sólo los conocimientos que antes permanecían cubiertos por las tinieblas del olvido se han puesto de manifiesto, sino que también se están descubriendo saberes completamente ignorados por los antiguos: nuevos lugares, leyes, costumbres…

Thomas seguía embelesado; allí sí que podrían guardarse todos los libros del mundo.

Don Hernando…, permitidme que os pregunte: ¿cuántos libros tenéis aquí? —preguntó Alonso.

Veinte mil, clasificados por un sistema que yo mismo he ideado —respondió orgulloso—, gracias a los consejos de un sabio impresor de Amberes.

Thomas recordaba perfectamente aquella conversación, en la que Jan Thys le habló a Colón sobre la necesidad de clasificar bien los libros para facilitar su consulta y su uso. Le emocionaba haber sido testigo del germen de la magnífica organización de esta biblioteca única en el mundo.

Por eso esta biblioteca no es comparable a ninguna otra —siguió Colón—. Aquí todo está ordenado por materia, de todo tenemos un sucinto resumen. Se puede buscar y localizar fácilmente toda la información sobre un tema.

Ahora lo entiendo. —Alonso avanzó hacia las primeras estanterías. No habéis adquirido todos estos libros para coleccionar por coleccionar, o para copiarlo o venderlos.

Exacto, mi propósito es otro. Todo el saber concentrado y, lo que es más importante, disponible. Para el progreso de la humanidad. Mi padre descubrió un Nuevo Mundo, yo soy su hijo. Debo estar a su altura».

Más comentarios literarios en LIBRETERÍA

Leave A Reply