Cuando la palabra se hace voz

  • Pascual García Arano acaba de publicar ‘Delincuenciario’, novela que tiene mucho o casi todo de teatro en un acto o de guión cinematográfico que se resuelve en la voz
  • El libro es una colección de historias que contienen voces; es decir, situaciones; es decir, vida, que resulta ser una sarta de diálogos de delincuentes
  • "Con esta obra Pascual García Arano creo ha encontrado su modo más idóneo de expresión. Sólo debemos esperar que continúe otorgándonos goces así"

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Hay autores volcados en la voz y que se sienten vinculados a ella como un destino. Entre nosotros, dejemos de lado a los dramaturgos porque la cosa ahí va de sí, escasean este tipo de escritores y su literatura de voz, en otro tiempo dispersada por el aire y que hoy yace en los archivos sonoros de la radio. Pascual García Arano (Pamplona, 1963) es casi un caso único pues formado en la radio—una emisora pirata de Pamplona donde en sus orígenes periodísticos emitía programas como La Cha-Cha atómica o La Gran Resaca—ha publicado a lo largo del tiempo una serie de libros que, como Carta de ajuste, Doble Cero o La metralleta nacional, amén de Radio Paraíso—libro de relatos que tomó el nombre de aquella emisora primeriza—, ahondan en esa querencia hacia las historias que se resuelven en un marco habitado, casi en exclusiva, por las voces de los diálogos.

Este tipo de literatura es una literatura difícil pues termina haciendo casi realidad la fábula platónica de la caverna, sólo que aquí las sombras han sido sustituidas por voces, lo que en el fondo es de una sugerencia intensa y casi irresistible. Así, en Radio Paraíso, los relatos breves que contenía el libro destacaban por esa cualidad de voz, es decir, por la excelencia de los diálogos, artificio literario bastante difícil de lograr porque en un quítame allá esas pajas puede caer en la transcripción más burda del lenguaje hablado, como si lo copiásemos de un magnetofón, o en una retórica sobrellevada que casi es peor por lo que tiene de pretencioso.

Ahora Pascual García Arano, colaborador habitual en cuartopoder.es acaba de publicar Delincuenciario (Ediciones Eunate), novela que tiene mucho o casi todo de teatro en un acto o de guión cinematográfico que se resuelve en la voz, por lo que yo recomendaría que el lector que se enfrente al libro comience por intentar ponérsela a los diálogos, y si quiere o le dejan, en alto. La mejora que se produce se debe a que esta literatura está estrechamente vinculada al momento, experiencia un tanto frenética propia de la radio, donde el único pecado que existe es el silencio, aun sea de un segundo.

García Arano es devoto de Valle Inclán, y no sé si de Tarantino, pero puedo colegir que sí. El libro comienza con una cita de los Evangelios apócrifos que en sí misma es inencontrable por apócrifa, al modo de las runas que hacía la gallina Belinda en el Finnegans Wake, de Joyce. “Los hombres que maltratan a las mujeres son unos malditos cabrones”, dice la cita apócrifa, lo que corresponde en el lenguaje actual a esa maravillosa frase del capítulo correspondiente a “La libertad sin licencia”, de Del amor y sus leyes primordiales, de M. de Sénancour, publicada en 1806, donde se dice: “Los hombres que oprimen a las mujeres se convierten en odiosos”

El caso es que Delincuenciario es justo lo que sugiere su título, una colección de historias que contienen voces; es decir, situaciones; es decir, vida, que resulta ser una sarta de diálogos de delincuentes y que resulta ser metáfora de nuestra condición más jodida, que diría alguno de los personajes que sustentan el libro. El catálogo resulta perturbador: policías, ladrones, chivatos, traficantes, maltratadores, parricidas. Una multitud abigarrada y variopinta donde adquiere protagonismo la saga policial de los Castillo, corrompida tanto o más que los desdichados que se cruzan en el camino de sus motos patrulla.

Lo que une a estas voces es otra voz, la de una muy tarantinesca emisora de radio pirata cuya locutora, Marga, se cuela cada noche en la prisión a través de las ondas. Su programa, La hora de Marga, atiborrado de canciones yonquis y experiencias psicotrópicas, se convierte en una válvula de escape, un punto de fuga tanto para los reclusos como para el lector.

Con esta obra Pascual García Arano creo ha encontrado su modo más idóneo de expresión. Sólo debemos esperar que continúe otorgándonos goces así.

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