ENTREVISTA

Enric Juliana: “Industrialización es un concepto que empieza a ser un significante vacío”

  • Conversación con el periodista y autor de 'Aquí no hemos venido a estudiar' (Arpa)

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El periodista Enric Juliana (Badalona, Barcelona, 1957) acaba de publicar el libro Aquí no hemos venido a estudiar (Arpa). En él, repasa la historia real de Manuel Moreno Mauricio, preso político durante 17 años en penal de Burgos franquista. De la mano de este comunista de Vélez-Rubio, los lectores recorremos la historia de España desde la Guerra Civil hasta nuestros días. También, junto a las andanzas del protagonista nos encontramos con los complejos debates políticos que se han ido dando durante estas décadas, especialmente en el campo comunista, lo cual nos lleva a adentrarnos hasta el epicentro de la fascinante historia mundial del siglo XX.

Juliana, director adjunto de La Vanguardia, es uno de los analistas políticos más brillantes en la actualidad. Su perspicacia le permite relacionar cualquier acontecimiento social y político con el contexto, ayudando a explicar y comprender un mundo que en los tiempos actuales se encuentra especialmente convulso. Por ello, en la entrevista, a modo similar de lo que hace en el libro, hablando de este no podrá evitar referirse y analizar la actualidad política española y el apasionante momento por el que pasa la geopolítica y las relaciones internacionales.

- Un hecho real, bien contado, se convierte en una historia que bien podría ser una novela. La realidad, muchas veces, supera a la ficción.

- La realidad se puede explicar con una intensidad digna de la ficción. En este libro, explico unas vidas de una gente que ha vivido episodios excepcionales de la historia de este país a través de una tensión personal muy fuerte. El protagonista estuvo en la cárcel y se jugó la vida. Estas vidas, si las colocamos en nuestro contexto, el contraste es muy potente. Nosotros tenemos la suerte de vivir, hasta ahora, una fase histórica con muchos defectos, pero en la que buena parte de las incertidumbres básicas de la vida están controladas.

De hecho, si vamos al fondo de la cuestión de los temores que hay en estos momentos, late esto. No es tanto que tenemos miedo a una enfermedad, que también, sino a que nuestra forma de vida pueda estar en riesgo. Esto es lo que apesadumbra hoy a la sociedad. Claro, al explicar estas historias que empiezan después de la Guerra Civil entendemos cómo ha cambiado la forma de vivir. Yo he querido explicar esto, también: hubo gente que pasó años en la cárcel, en condiciones durísimas que ahora no se vivirían.

- Mi generación, cuando estudiaba Historia en el Bachillerato, se nos enseñaba el franquismo casi en un único tema. Daba la sensación que durante aquel largo periodo de tiempo pasaron muy pocas cosas.

“España era interesante para invertir, disponía de un ejército de trabajadores disciplinados y a precios módicos”

- Siempre pasan cosas. La idea que se ha creado es que el franquismo es un periodo en el que siempre pasaba lo mismo. No, fue cambiando constantemente y a bastante velocidad. Hay un franquismo de la posguerra, de los cincuenta, los sesenta y lo sesenta. Había cambios notables, salvo que el dictador era el mismo aunque iba envejeciendo.

En el libro se hace hincapié a cómo con el Plan de Estabilización del 59 se produce un viraje muy importante de la realidad política, económica y social de España. Es la pugna de los tecnócratas y falangistas. Es muy interesante, he de decir que escribiendo y buscando datos sobre aquello he ido aprendiendo y entendiendo lo que aquello significaba. Por ejemplo, la Falange fue marginal con Franco, había falangistas en el gobierno pero no era el grupo dirigente del franquismo en absoluto. Sin embargo, estaban allí y dotaron al régimen de una liturgia, un cierto pensamiento e, incluso, una cierta idealización de España.

Cuando se plantea el Plan de Estabilización del 59, hay un choque fuerte. En realidad, lo que se pretendía era que España entrase en el neocapitalismo, una fase de evolución del capitalismo de consumo que se estaba desarrollando en las posguerras europea y española. Eso significaba abrir el país a capitales extranjeros, a las inversiones industriales… España era interesante para invertir, disponía de un ejército de trabajadores disciplinados y a precios módicos. A su vez, este plan lleva consigo que la actividad agraria disminuya bruscamente, también se produce la mecanización del campo, por lo que los excedentes de trabajadores de la agricultura son enormes. Cinco millones de personas salieron del campo para trabajar a las grandes ciudades españolas, Madrid, Barcelona, Bilbao, o a otros países extranjeros. Este fenómeno era europeo, también se produce en Italia con la migración del sur al norte. España e Italia, en muchas ocasiones, tienen procesos paralelos.

Todo esto horrorizaba a los falangistas, que habían construido una idealización de España en la que cada uno ocupaba su puesto, una España sin lucha de clases. Cuando se produce la estabilización, entienden que eso significaría la migración a la ciudad y el conflicto social. Hay una película de los 50, Surcos, que está financiada por el Movimiento y era un llamamiento a la gente para que no marchara de los pueblos. Una familia emigra del pueblo a Madrid y, cuando llegan, todo lo que les ocurre son desgracias. Esta película tenía un final en el que la familia regresaba al pueblo, pero una hija saltaba del tren. Esto último lo censuraron. Con esto quiero decir que había muchas tensiones en el propio régimen en términos sociales y políticos. Franco, infundido por Carrero Blanco, llegó a la conclusión de que o se hacía algo o se iba España a la ruina. Si no cambiaban el esquema, España se quedaba sin reservas, las agotaba.

- ¿Ha querido hacer un homenaje al PCE y al PSUC en este libro?

- He querido hacer un homenaje a una persona particularmente, Manuel Moreno Mauricio, al que conocí de joven y me influyó bastante. Cuando uno tiene 17 años y conoce a una persona mayor con una biografía intensa y aprende de él, le influye. Fue amigo de mi abuelo también, habían trabajado juntos como metalúrgicos. Creía que su historia se tenía que explicar.

Manuel Vázquez Montalbán, cuando murió, dijo de él una frase muy bella y certera: “fue uno de los hombres que no quiso ponerse de puntillas para salir en la foto de la Transición”. Y hubo varios más, no solo en el campo del PCE, en distintos campos. En la foto de la Transición, salieron muchos, algunos en primerísimo plano, y otros no salieron. Creo que hay biografías interesantes que es bueno que se conozcan. Básicamente, esto es lo que quise hacer. Y me pareció que la forma de hacerlo era, para no sentimentalizarlo demasiado, explicar el contexto. A través de su vida, explicar el contexto de España.

- En el libro, habla de Joan Sardà Dexeus, economista artífice del Plan de Estabilización de 1959. Dice que desde aquel año 59, ningún ministro ha cambiado la línea económica de España. En el pleno de esta semana en el Congreso, el diputado de Unidas Podemos y secretario general del PCE, Enrique Santiago, hablaba de que era el momento de “adoptar medidas para ser menos dependientes, recuperar soberanía industrial…”.

“Un simpatizante de ERC fue el hombre que sacó a Franco de la economía de guerra”

- Sardà Dexeus es otro de los hombres que no se pusieron de puntillas en la foto de la Transición. Fue un hombre fundamental, el cerebro del Plan de Estabilización, y nunca quiso hacer carrera política, siempre jugó un papel técnico, aunque de gran envergadura. Es un personaje poco conocido para el público en general, los economistas claro que lo conocen, y que en los años 30 había asesorado a Josep Tarradellas cuando estaba al frente de la Generalitat. Poca gente sabe que un simpatizante de ERC fue el hombre que sacó a Franco de la economía de guerra. Estos matices son necesarios para comprender la España de aquellos años, son interesantes.

Efectivamente, la línea económica del 59 es la que ha regido España desde entonces, con modulaciones, pero sin fuertes alteraciones. Esta línea significa apertura al exterior, tenemos una economía muy abierta al exterior comparada con otros países europeos, como Italia, que ha desarrollado mecanismos de protección de su industria. Un ejemplo muy actual, no hay ningún otro país europeo en el que una cadena de televisión y un diario importantes estén en manos de capital extranjero. El diario que en este momento en España intenta liderar la línea de la oposición y una de las principales emisoras televisivas son de capital italiano. Imaginemos que, en Francia, Le Figaro fuese de capital español, habría una convulsión. Esto es porque nuestra línea económica permite mucha apertura al capital extranjero.

En España, no ha habido, hasta ahora, ruptura con ese modelo. Y creo que no lo va a haber. Habrá modulaciones. Ahora es un momento interesante. En estos momentos se va a discutir de los mismos temas que se discutía en el 59. Los dos temas que preocupan son la recuperación del turismo y la industrialización, que es un concepto que empieza a ser un significante vacío. Cada persona que habla de industrialización quiere decir una cosa distinta. Habrá que ver en qué se concreta. Lo que está claro es que los dos pilares del 59 fueron el turismo y la industria, por lo que ahora estamos discutiendo sobre el Plan de Estabilización III, el II fue los Pactos de la Moncloa.

- Tiene poca esperanza, entonces, en que tras el pacto europeo del mes pasado haya una remodelación del modelo económico español.

“Hay discursos críticos sobre el excesivo peso del turismo en la economía española, discursos que pueden ser razonables, pero la realidad es la que es”

- Las constantes son apertura al exterior, industria y turismo. Ahora hay que ver cómo se combinan. Está claro que España no puede prescindir del turismo, me parece más claro que el agua. Hay discursos críticos sobre el excesivo peso del turismo en la economía española, discursos que pueden ser razonables, pero la realidad es la que es. Una de las urgencias españolas es recuperar el grado de actividad de la industria turística, pues garantiza la ocupación de muchísimas personas, es una fuente de ingresos, yo creo que en términos reales es más del 15% del PIB. Si España pierde esto, tiene un cataclismo.

En segundo lugar, la apertura al exterior creo que tampoco está en cuestión. La discusión se va a centrar en qué queremos decir cuando se habla de industrializar. Hay una discusión interesante, pero según quién la formule quiere decir algo distinto. ¿Hay que invertir en relocalizaciones y que industrias que se han ido a China vuelvan a Europa? ¿Hay que pensar en ese concepto de un modo más amplio? Ahí está el tema.

Lo que cambia en estos momentos, parece, es que para afrontar esta situación va a haber un esfuerzo de inyección de dinero público proveniente de la Unión Europea. Veremos si el país lo sabe aprovechar bien. Esta es la cuestión fundamental de este país para los próximos años. El riesgo es que esto se convierta en una tómbola del siglo XXI en la que se quiera contentar a todo el mundo y no se tomen decisiones estratégicas. La política está muy angustiada, hay una crisis de confianza muy grande en la política, y en una situación de crisis como la actual todo el mundo llamará a la puerta del Estado. El Estado tiene que dar respuesta, si no esto podría implosionar, pienso que hacia fórmulas autoritarias. La cuestión es qué tipo de políticas se hacen, si se apuesta por algo o por intentar contentar a todo el mundo.

- Por seguir con la intervención de Enrique Santiago del pasado miércoles, recordaba desde la tribuna a Julio Anguita y sus explicaciones sobre el Tratado de Maastricht. En parte, aquella línea económica del 59 también se ha mantenido por la firma de aquel tratado y el reparto del trabajo europeo que se hizo.

“Ahora hay ideas de que España debería disponer de industria. Creo que el enunciado es claro, veamos cuál es su concreción”

- Yo no soy experto en política industrial ni económica, puedo equivocarme fácilmente. Mi impresión es que España tuvo una industrialización muy rápida y tardía, desde los 60 al 74. Fue un crecimiento fulgurante y desordenado en términos sociales, con la dramática migración en la que cinco millones de personas estaban fuera de su casa, tres repartidos por España y dos millones en el extranjero, con unas tasas de crecimiento anual entorno al 7%. Hubo unos cambios importantes en el nivel de vida, la nevera eléctrica en las casas, el Seiscientos… Eran formas de vida nuevas, ya había parecido el seguro de enfermedad. Esto recibe una sacudida muy fuerte en la Crisis del Petróleo del 74, y fueron dos crisis en una, pues en el 80 llega la segunda ola de aquella crisis a raíz de la revolución en Irán y la escasez de suministros. La segunda ola significó la caída de Suárez.

A partir de ahí, viene el ingreso en Europa. Efectivamente, España no podía ingresar en el mercado común con industrias altamente subvencionadas por el Estado porque iba en contra de la libre competencia. Ahí se tuvo que acometer lo que se llamó la reconversión industrial. Y a su vez sucedió otra cosa, y creo que esto forma parte de la idiosincrasia española y de buena parte de los industriales españoles, hubo una venta masiva a los capitales europeos. Eso no venía dictado por el acuerdo europeo, eso es que alguna gente que fabricaba productos interesantes para las cadenas de valor de las empresas europeas y los vendieron. De aquella época data esa frase, que ahora resuena de forma especial, de Carlos Solchaga, exministro de Industria y después de Economía de Felipe González. “La mejor política industrial es la que no existe”. Eso se dice ahora y hay un problema, si sale ahora Maroto y dice esto, tendríamos un jaleo. El ministro socialista venía a decir que el mercado asigne quién puede seguir y quién no.

Creo que, en este momento, con los problemas que ha puesto sobre la mesa la epidemia, hay ideas de que España debería disponer de industria. Creo que el enunciado es claro, veamos cuál es su concreción. La idea de Anguita sería que Europa nos impuso la desindustrialización y nos convirtió en un país de albañiles y camareros y unas pocas élites profesionales cualificadas que podían hacer cosas interesantes. Yo diría que Europa y nosotros mismos, no lo achacaría todo a un pérfido plan europeo. Lo que está claro es que no se fomentó, en el Gobierno no estaba la idea de fomentarlo, un polo industrial. Veremos a ver qué pasa ahora.

- En este sentido, en una parte del libro dice: “Un gran proyecto de hegemonía cultural necesita de un sueño de libertad, la vida no es un plan quinquenal”. Ahora, no se trata quizás de un plan quinquenal, pero parece que para que haya un sueño de libertad sí que hace falta una mayor intervención del Estado en la economía.

- Son estas dos pulsiones... La gente se aburre del plan quinquenal y quiere más libertad, son ciclos. No creo que se vaya a volver a los planes quinquenales, pero sí que hay una corriente amplia que aboga por una mayor intervención del Estado en la economía. No se habla de planificación, no creo que ese concepto vuelva ahora, pero hace falta un mayor control social de la economía.

Pero esto porque estamos ahora en una situación muy apurada. Si tenemos la suerte de que dentro de un año esta situación está más controlada, imaginemos que las vacunas tengan un efecto real y eficiente, no tengamos la sorpresa de que pasado el peligro nos parezca que hemos vuelto ante el mundo de antes. La imaginación humana necesita construir ideas que dibujen el futuro, el ser humano está para imaginarse el futuro. Hemos estado en unos meses difíciles, inéditos, en los que ha sido necesario imaginar el futuro, pero si esto pasa, igual dentro de dos años todas estas palabras tan grandilocuentes que se han pronunciado se las ha llevado el viento.

- Sí que se ha evidenciado en estos meses de pandemia cómo la polarización geopolítica entre Estados Unidos y China se ha fortalecido.

“La moción de censura de Vox no es irrelevante”

- Y se ha visto en el Congreso, en el discurso de Vox de esta semana. La tendencia de parte de la izquierda es ridiculizar a Vox, cuidado. Con Vox ha hablado, en el debate parlamentario de finales de julio del 2020, la presidencia de los Estados Unidos, ha expuesto su programa. La última vez que en el debate político español alguien leyó en el Congreso el programa de la presidencia norteamericana fue el presidente del PP, José María Aznar, cuando iba a apoyar con todas sus energías la invasión de Irak. Hoy quien lo ha defendido ha sido Vox. Igual en diciembre hay otra presidencia en los Estados Unidos y esto es humo de paja, ya lo veremos, no me atrevo a aventurarme.

Puede no gustar el discurso de Vox, pero considerar que es irrelevante es un error. La moción de censura de Vox no es irrelevante. La tendencia periodística ha sido decir que esto ayuda a Sánchez y perjudica a Casado, es evidente, pero esto no es una broma. Han sacado tres ideas claves: China, el cuestionamiento del origen de la epidemia, la inmigración… Es un enfoque orgánico, no están improvisando. Son conceptos que indican una visión del mundo.

Por otro lado, estoy convencido de que aunque Trump pierda las elecciones, el enfrentamiento entre Estados Unidos y China seguirá adelante, aunque se expresará de otra manera, no veo a Biden lanzando tuits a las 6 de la mañana. Estados Unidos y China han entrado en ruta de colisión.

- Para hablar de geopolítica, en el libro hace referencia al geógrafo inglés Halford John Mackinder.

“Ahora es como si el viaje de Nixon (a China) estuviera concluyendo”

- Sí, los norteamericanos lo rescatan mucho. El concepto geopolítica, es decir, leer los acontecimientos políticos relacionados con la geografía, tiene algo más de cien años. Mackinder decía que Europa no existe, que es solo la parte más occidental de la gran plataforma que va desde Lisboa hasta Vladivostok, desde el Atlántico hasta el Pacífico. Él decía que si alguien dominaba esta plataforma, a su vez podría dominar África, que está conectada por tierra con la plataforma continental euroasiática, y controlaría el mundo.

En realidad, entre el 1917 y el 1949 se produce un hecho muy importante, los dos países más importantes de esta plataforma pasan a estar gobernados por regímenes socialistas. Esto tiene un alcance mundial extraordinario. Lo que ocurre es que estos dos países rompen. ¿Por qué rompen? En el libro hablo de ello, porque causó una conmoción en los partidos comunistas de todo el mundo. Yo creo que el principal motivo fue que los chinos no querían obedecer a los rusos, estos se creían que la patente del socialismo era suya. Los americanos vieron esto, y entonces se da el viaje de Nixon a Pekin. Los americanos suelen desempolvar a Mackinder. Querían evitar esa unión de China y la URSS. Ahora, sin embargo, es como si el viaje de Nixon estuviera concluyendo.

Hay otro pasaje interesante. El equipo de Gorbachov se pregunta qué tipos de reformas cabe hacer para salvar la situación de la URSS y algunos apuntan a China, primero las reformas económicas y luego las políticas. Los soviéticos llegaron a la conclusión de que primero harían las políticas y luego las económicas. Hay una visita de Gorbachov que coincide con las revueltas de Tiananmen y los jóvenes de Tiananmen aclaman a Gorbachov. Él explica a los chinos que iba a empezar por las reformas políticas y, cuando Gorbachov regresa a Moscú, le preguntan a Deng Xiaoping cuál es su opinión. Dijo que Gorbachov era un imbécil.

Ahora el viaje de Nixon a Pekin se ha extinguido. Aquellos que fueron a visitar los norteamericanos por eso de que el enemigo de tu enemigo era tu amigo, se ha convertido en su verdadero enemigo.

- También escribe en el libro que el régimen franquista decía que “no hay presos políticos en España porque a todos los presos se les ha aplicado el Código Penal”. Hay quien podría decir que eso pasaba en el franquismo, pero también hoy en día.

“No voy a decir que España sea el Adonis de la democracia europea, pero no es Polonia, ni Hungría”

- En un momento dado, España quedó fuera de las Naciones Unidas y fue aislada diplomáticamente, luego la mayoría de los países restablecieron las relaciones. A pesar de ello, estaba siempre bajo escrutinio, creo que algunos países europeos tenían una mala consciencia por ello, es decir, la Europa democrática no se movió contra el régimen y les reconcomía a algunos. Los países tenían su vertiente pragmática, pero existían opiniones públicas muy adversas al franquismo, que siempre estaba bajo el escrutinio internacional. Los presos de la cárcel de Burgos mandaban muchas cartas al exterior. El régimen tuvo que crear sus mecanismos de defensa, el Ministerio de Información y Turismo se encargaba de trabajar una determinada imagen de España hacia el exterior. Fraga tuvo un campo de entrenamiento muy importante.

A la acusación de que en España había presos políticos, respondían que no, que eran delincuentes que habían infringido las leyes, el Código Penal. No creo que se pueda hacer un paralelismo con la situación actual, no estoy de acuerdo con quienes sostienen que España es un país con un déficit democrático crónico. España podría ser una democracia de mayor calidad, probablemente, no lo voy a negar, pero creo que esta presentación de que España es un país minusválido democráticamente no lo comparto. No voy a decir que sea el Adonis de la democracia europea, pero no es Polonia, ni Hungría, en absoluto. España es un país con enormes tensiones políticas, está claro.

- Cómo valora la decisión de la suspensión del tercer grado a los dirigentes independentistas.

“Me parece que la judicatura española no va a ayudar a buscar una solución al tema de Catalunya”

- El problema de Catalunya es un problema serio al cual no se le ha dado la respuesta política adecuada. No es fácil darla. En el momento en el que el problema pasó al campo judicial, es más difícil darle una respuesta política. Es que ya han sido condenados. Yo sería partidario del indulto e intentar resolver políticamente esto a la mayor velocidad posible por el bien de todos, pero esto no es fácil. Para la Fiscalía y los jueces hay unas normas. El juez de vigilancia penitenciaria podría haber tenido una interpretación más fina del contexto e igual no habría tomado esta resolución, cierto, pero me parece que la judicatura española no va a ayudar a buscar una solución al tema de Catalunya. Pero insisto, los matices son muy importantes, esto no conduce a considerar que España es Polonia o Hungría, ya sé que es el discurso oficial de los independentistas, pero no cuadra.

En Catalunya no hubo declaración de independencia, hubo una simulación. Los que la protagonizaron creyeron que una simulación iba a ser penalizada en tanto que simulación. Lo que hubo después fue una reacción iracunda de la derecha española que fue acompañada por la propia judicatura. Las leyes del país se pueden interpretar de una u otra manera en función del espíritu con el que se lean en términos políticos. La declaración de independencia no fue en serio y los que más lo saben son los que la formalizaron. Por eso mismo, como sabían que no iba en serio, han quedado muy heridos por haber sido castigados por ello. El drama es esto. Es complejo. Veremos cómo evoluciona todo.

No se puede comparar con Polonia o Hungría. Este país, en estos momentos, tiene una fórmula de Gobierno que no existe en otros países europeos. Hay países europeos en los que la izquierda no existe o se ha convertido en algo marginal. Y no la izquierda al socialismo, sino los propios partidos socialistas. ¿En Francia, dónde está el partido socialista? ¿Y la izquierda al partido socialista? La Constitución de 1978 es una constitución democrática. Diré más, con la correlación de fuerzas actuales no se podría repetir la actual Constitución.

- En diciembre del 2018, asistí a la presentación del libro Nudo España de Pablo Iglesias y suyo en Barcelona. Dijo aquello de que “antes de que cante el gallo la navidad siguiente, estaremos defendiendo la Constitución de 1978 como baluarte democrático”.

“Nos jugamos el tipo en las elecciones de noviembre en Estados Unidos”

- Aquello fue en relación a las navidades del 2019, ya hemos pasado las del 2020. En aquel momento, las elecciones de Andalucía. Yo estuve allí, en las elecciones en Andalucía, y volví impresionado. La llegada de Vox, primero en Andalucía y luego se iría replicando, indicaba que hay una parte de la sociedad española que siente pulsiones de ruptura con el sistema político pero de otra manera. Eso adquiría una especial dimensión. Y conectaba con algo contemporáneo, el éxito de Vox no se deriva de un replanteamiento de la nostalgia del franquismo, aunque se pongan a la defensiva con ese pasado, ellos proponen una respuesta política a la situación sobre la base de reorientar el malestar de la gente señalando a nuevos culpables, incluso señalando al propio sistema democrático como parte culpable. Pero esto es contemporáneo, es el mismísimo discurso de la presidencia norteamericana que ha impregnado el mundo. A esto le doy mucha importancia y creo que nos jugamos el tipo en las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Vox es la sección española de la internacional trumpista.

Si uno lee la Constitución Española, se da cuenta que tiene unos componentes democráticos muy importantes. En términos reales, la historia política española desde el 1978 es la pugna por la interpretación de la Constitución. Una de las grandes batallas económicas de los 80 fue cuando González y Boyer nacionalizaron Rumasa, estaba en riesgo de quiebra y podía tener efecto en cadena sobre la economía española. La batalla campal en el Tribunal Constitucional sobre aquella expropiación fue extraordinaria y la campaña de calumnias contra el presidente, Manuel García-Pelayo, también. Aquel hombre dejó de vivir en España después. Se estaba dirimiendo algo que en aquel momento se veía como crucial, hasta qué punto el Estado podía intervenir en la economía. Desde el 78 estamos discutiendo cómo se interpreta la Constitución.

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