Las familias con enterrados en el Valle de los Caídos esperan que también los exhumen

  • Exhumar a Franco no es suficiente para los familiares que buscan también sacar los restos de sus seres queridos de Cuelgamuros
  • “Nunca vamos a reconocer a ese lugar como un cementerio. Queremos sacarlos de allí y llevarlos al cementerio de su pueblo”, advierte la familia de los hermanos Lapeña

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Los restos de Franco están un paso más cerca de salir de la basílica de Cuelgamuros. Este martes el Tribunal Supremo, en uno de sus pronunciamientos más esperados, dio luz verde al plan del Gobierno de Pedro Sánchez de sacar al dictador del Valle de los Caídos y ubicarlo en Mingorrubio (El Pardo), donde yace su esposa, Carmen Polo. Si el Constitucional no se opone a la decisión, nos encontraríamos ante un gesto de reparación a las víctimas del franquismo que, sin embargo, no sería suficiente para los familiares que buscan también la exhumación de sus seres queridos, enterrados sin su consentimiento en la fosa común más grande de España.

La noticia de expulsar al dictador de su gran monumento funerario -más de 33.000 cadáveres le acompañan- ha sido recibida con diferente entusiasmo por los familiares que tienen a seres queridos enterrados también en el Valle de los Caídos. Una treintena de familias ha iniciado procesos para tratar de sacar los restos de los suyos de Cuelgamuros y devolverlos su lugar de origen. Aunque algunos de ellos ya hace tiempo que recibieron la autorización de Patrimonio Nacional que les daba derecho a la exhumación, han visto alargarse el proceso por cuestiones técnicas o burocráticas que no siempre comprenden.

“Al hablar de Franco parece que está todo solucionado. Nos da miedo que se le exhume a él y se diga que el resto de víctimas se pueden quedar allí tranquilamente”, desconfía Miguel Ángel Capapé, el marido de Purificación Lapeña, nieta de Manuel y sobrina nieta de Antonio Ramiro Lapeña, dos hermanos republicanos fusilados en Calatayud (Zaragoza). La exhumación de estas dos víctimas fue la primera en ser autorizada por un juez de San Lorenzo del Escorial hace tres años y cuatro meses, pero los restos de estos republicanos continúan enterrados en el valle de Cuelgamuros.

El paso del tiempo hace desconfiar a esta familia. Los Lapeña han esperado un año al informe del Instituto Eduardo Torroja del CSIC necesario para confirmar la posibilidad de exhumar tanto a sus familiares como a otras víctimas. El documento, que fue entregado este mes, concluía que no había ningún impedimento técnico para exhumar a los familiares, pero recibió la petición de nuevas aclaraciones por parte de Patrimonio. Temen estar recibiendo excusas y acabar sin ser reparados tras el traslado del dictador, si es que llega a producirse, ya que todavía tiene que superarse el recurso que la familia de Franco interpondrá ante el Constitucional. “Nosotros nunca vamos a reconocer a ese lugar como un cementerio. Lo que queremos es sacarlos de allí y llevarlos a su pueblo”, advierte Capapé.

Por otro lado, Maribel Luna ha recibido la noticia de la sentencia firme del Supremo como “un avance enorme para las víctimas en general”, pero reconoce que para ella y los familiares con seres queridos enterrados en el Valle de los Caídos la noticia de verdad sería que “ellos vuelvan a casa”. Su abuelo, Aquilino Baragaño Montes era apodado el “Ruiseñor de Lada” por su talento para el cante. Miembro de la CNT falleció tras un combate en el 1937 en Salas (Asturias). Su cuerpo fue uno de los miles exhumados y trasladados al monumento para honrar al dictador.

La familia de Aquilino Baragaño recibió hace un año la autorización de Patrimonio que les daba derecho a recuperar el cuerpo y llevarlo de vuelta a Langreo, pero siguen esperando junto a otros familiares que se termine el mismo proceso burocrático que parece no tener fin. “Queremos que vuelvan a casa lo más rápido posible, antes de que los hijos fallezcan”, manifiesta Luna, quien tiene a su madre de 85 años enferma, esperando a recuperar los restos de su padre.

Más positiva se muestra Rosa Gil, nieta de Pedro Gil, caído del bando golpista. Ella es una de las familiares con víctimas del lado franquista que buscan también dar una digna sepultura a sus seres queridos después de que sus restos fueran trasladados a Cuelgamuros sin autorización familiar. Se muestra “muy contenta” tras la sentencia del Supremo que avala el traslado del dictador. “Es un primer paso y la avanzadilla para que nuestros familiares salgan de ahí. Aunque para mí lo primero es la exhumación de mi familiar, yo sabía que a nivel de Estado era extraño que fueran exhumadas de allí las víctimas antes que el dictador”, explica. Por eso confía que con el visto bueno del Alto Tribunal se acelere un proceso que en su caso comenzó hace dos años, cuando recibió la autorización de Patrimonio para recuperar los restos de su abuelo.

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