Junqueras mantendrá el pulso electoral con Puigdemont pese al juicio del procés

  • Para Junqueras, la unidad del independentismo es sagrada, dicen los suyos, pero sólo tiene la salida política de la transversalidad con fuerzas no independentistas

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Las peticiones de condena por rebelión y sedición de la Fiscalía y la Abogacía del Estado contra los procesados por el 1-O han sido un “palo” –aunque esperado- para Oriol Junqueras y ERC. Sin embargo, los republicanos soberanistas no variarán su estrategia de hacerse con el liderazgo del independentismo para acabar imponiendo la negociación de un referéndum pactado con el Gobierno central, en el que se solvente si los catalanes quieren más autonomía o la independencia, avanzando siempre por la vía pacífica del diálogo. Es decir, un camino por el que se alcance más pronto que tarde una solución a lo Quebec o a la escocesa y deje a un lado el todo o nada de “independencia sí o no” que postula Carles Puigdemont.

Los republicanos no irán en listas conjuntas con el ala exconvergente que lidera el expresident exiliado en Waterloo y, de entrada, no formarán parte de la Crida, el movimiento que Puigdemont ha presentado en el Registro de Partidos del Ministerio del Interior con el que trata de engullir la vieja CDC, sometiendo a todo el PEdCAT a su liderazgo, e incluso arrastrar votantes de ERC como hizo en las últimas elecciones autonómicas, e incluso del PSC y la CUP. Para Junqueras, la unidad del independentismo es sagrada, dicen los suyos, pero sólo tiene la salida política de la transversalidad con fuerzas no independentistas y, en consecuencia, apoyar la Crida supondría retroalimentar el conflicto potenciando frentes que generan frentes opuestos y enquistan el problema dificultando una solución realista.

Altos responsables de ERC aseguran que, pese a las presiones en favor de listas unitarias, no habrá marcha atrás en la estrategia de elaborar candidaturas propias. Aun sabiendo, como saben, que muchos de sus seguidores votaron al JxCat de Puigdemont el 21 de diciembre pasado por su estrategia electoral del “si me votáis, regreso”, y que solo les sacaron 12.000 votos (el 21.66 % contra el 21,38 %), gracias a que vencieron a En Comú Podem en la zona metropolitana, los republicanos están decididos a virar la nave de modo que se imponga el independentismo realista al “echado al monte”, el radical que vive de gesticulaciones y broncas que pueden acabar agotando políticamente y desmovilizando al movimiento soberanista.

Tal es así que, aunque sus encuestas hablan de la posibilidad de que ERC y la Crida, si van en una lista conjunta, se hiciesen con la alcaldía de Barcelona, desplazando a Ada Colau, no van a ceder. Tirarán para adelante con su candidato, Ernest Maragall, el mejor valorado, y consideran que ganará, e incluso que podría ser alcalde con el voto de los comunes.

Y a partir de ahí, aseguran altos responsables de ERC, abordarán todo tipo de elecciones (europeas, catalanas si las adelanta Torra tras la sentencia contra los juzgados por el procés, e incluso las generales si se adelantan al otoño de 2019 como todos barruntan) con listas propias y el objetivo claro de liderar el independentismo desplazando a Puigdemont de su cabeza.

Una alternativa que, no obstante, mantiene la táctica de la unidad en las movilizaciones, sobre todo teniendo en cuenta la transcendencia del juicio contra los encausados por el procés. Y que ahora, con Junqueras como auténtico y realista héroe en prisión – que da la cara frente a un exiliado que vive en libertad, condicionada pero libertad-, puede hacer que ERC recupere su voto por completo e incluso sumar otros no independentistas pero que apuestan por el referéndum. Un Junqueras que ya les ha dicho a sus fieles y su familia que no pedirá nunca el indulto y que seguirá en la cárcel lo que sea necesario hasta que se reconozca a los catalanes el derecho a decidir su futuro en las urnas.

1 Comment
  1. ninja45 says

    Aunque la intención de los que diseñaron el cuadro represivo era inequívoca,
    decapitar toda la dirigencia independentista política y civil, el hecho es
    que ha pasado lo contrario: todos los líderes, tanto en el exilio como en
    prisión, han crecido en fuerza política. Ello no significa que se
    menosprecie el daño ingente y la erosión que la represión ha provocado en la
    normalidad de la vida política catalana. El solo hecho de que los dos
    grandes líderes independentistas, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, no
    puedan hablarse ya es un desastre, añadido al desastre mayor de no poder
    ejercitar libremente su representatividad política. Ciertamente, despreciar
    la represión sería una ingenuidad y una temeridad. Pero asumida la gravedad
    de la situación en Cataluña, y el terrible coste personal que representa
    para nuestros dirigentes y sus familias, es un hecho que dicha represión no
    sólo no ha conseguido minimizar la fuerza de su liderazgo, ni destruir sus
    convicciones, sino que, al contrario, hoy tenemos líderes más convencidos,
    más solidos y más reconocidos, y su liderazgo ha crecido de forma
    exponencial. Si me pegan, me divorcio. Som República !!*!!

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