El flamante gobierno bipolar, siamés y sin complejos de Díaz Ayuso

  • Hay dos polos claramente disociados: el de los 6 consejeros de Cs, con sus independientes y el del los 7 del PP, donde la ideología, vale su peso en oro
  • Le toca a Díaz Ayuso hacer funcionar a una sola voz a su equipo. Por distintas que parezcan las dos almas, han nacido siamesas y están condenadas a transitar juntas

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A nadie puede sorprender que la flamante presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, haya parido un gobierno con dos polos claramente disociados: el de los 6 consejeros de Ciudadanos, con sus independientes y su intento de hacer prevalecer el perfil técnico y profesional sobre la ideología, y el del los 7 del PP, con su otro perfil, donde la ideología, vale su peso en oro.

En realidad, Díaz Ayuso solamente puede atribuirse la huella genética de sus siete consejeros, con permiso de la expresidenta Esperanza Aguirre, ya que buena parte de ellos proceden del “aguirrismo”; algunos ,incluso, exhiben pedigrí. Los nombramientos de Ciudadanos eran cosa de su socio, Ignacio Aguado, siempre con el beneplácito del megalíder Albert Rivera. Cosas de la política, de los compañeros de cama y de lo que hay que ver y tragar: Isabel Díaz Ayuso ha tenido que tragar con su otrora compañero de partido y presidente tránsfuga, Ángel Garrido, dentro de su equipo. De él y con cierta frialdad, la presidenta se limitaba a mencionar, durante el acto de toma de posesión del Ejecutivo, su abultada experiencia anterior, como atributo que le ayudará a desempeñar con acierto su nuevo puesto al frente de la Consejería de Transportes, Movilidad e Infraestructuras.

Volviendo a los nombramientos de los propios, Díaz Ayuso no se ha andado con chiquitas y ha lanzado un mensaje a navegantes: su equipo representa la derecha sin complejos, el neoliberalismo, la quintaesencia del PP de Pablo Casado, que, sin duda, ha puesto su sello en ese equipo de gobierno, que aspira a ser “Faro de España”. El nombramiento de Javier Fernández Lasquetty (producto FAES, tanto como el propio Casado) como consejero de Hacienda, con su rebaja del 5.5% del IRPF en el tramo autonómico por bandera, es cosa de Casado.

En su mochila, Lasquetty lleva su polémica etapa al frente de la Consejería de Sanidad, de la que dimitió cuando un tribunal le impidió poner en práctica lo que los médicos y sanitarios que inundaron Madrid con la “marea Blanca” entendieron como una privatización intolerable del servicio público de salud. Con el tiempo y estando ya fuera de del gobierno y de España, los tribunales autorizarían la operación. Pero, por si acaso y por tener la fiesta en paz, Ayuso ha preferido mantener a Enrique Ruiz Escudero (el único que repite en el gobierno con respecto al anterior) al frente de la sanidad madrileña.

El otro halcón dentro del Ejecutivo de Ayuso es Enrique Ossorio, aguirrista de pro, consejero de economía y portavoz popular en la Asamblea, que se ocupará de la cartera de Educación y Juventud. Pero para nombramientos “sin complejos”, están sin lugar a dudas el de Enrique López (magistrado apartado de los casos Gürtel y Bárcenas) en la Cartera de Justicia, Interior y Víctimas del Terrorismo. Condenado por ser sorprendido conduciendo sin casco su moto, cuadriplicando la tasa de alcoholemia permitida y tras saltarse un semáforo, dimitió de su puesto en el Tribunal Constitucional, a donde, como a otros, lo había promovido el PP, apelando a su calidad de “jurista de reconocido prestigio”. Dicen que quien no da una segunda oportunidad a un amigo, no tiene corazón y, sin duda, a la presidenta de la Comunidad de Madrid, le sobra.

Dicen quienes la conocen bien que sufrió más de una punzada en ese corazón, al tener que ofrecer un “premio de consolación” a David Pérez, que aspiraba a la cartera de Presidencia, ocupada por María Eugenia Carballedo. Pérez, exalcalde de Alcorcón, es uno de los “duros” en el PP madrileño, aguirrista vocacional, no se ha librado todavía del aura que se ganó al tachar a las feministas de “amargadas, rabiosas  y fracasadas” o al ausentarse ostensiblemente en la votación de la legislación referente a los colectivos LGTBI en la Asamblea. Cuentan en el PP que Pérez se negó hasta el último suspiro a asumir la consejería de vivienda, por parecerle poca cosa, algo que él puso todo su empeño en desmentir durante su toma de posesión.

El caso es que el hasta ahora presidente, Pedro Rollán, se quedaba compuesto y sin consejería después de que, según la versión de fuentes del PP madrileño, David Pérez diera su brazo a torcer. “Para Rollán habrá algún otro cargo con visibilidad y buena retribución- asegura un dirigente del PP- por los servicios prestados”. Con Paloma Martín, en la consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad, Ayuso da por completada el ala PP dentro de su gobierno.

Al otro lado y veremos si capitaneados por Ignacio Aguado o por la presidenta, junto a Ángel Garrido están otros nombres, como los de los independientes Manuel Giménez, que se ocupa de Economía, Ciencia, Competitividad y Empleo, o el economista Eduardo Sicilia, nuevo consejero de Ciencia e Innovación; la escritora, periodista y diputada en el Congreso Marta Rivera De la Cruz, al frente de Cultura y Turismo. Procedente también de la cantera de C´s, Alberto Reyero, quien fuera portavoz de la formación naranja en Políticas Sociales, ocupa la Consejería de Políticas Sociales, Familia y Natalidad.

No parece, de entrada, un Gobierno presto a la confrontación política, como sí tiene toda la pinta el bloque del PP.  Ahora le toca a Ayuso hacer funcionar a una sola voz y a la vez a todo su equipo. Por distintas que parezcan las dos almas del nuevo gobierno de Madrid, han nacido siamesas y están condenadas a transitar juntas o batirse el cobre, pero lidiar una oposición de derechas y de izquierdas (no hay que olvidar que VOX jura y perjura que hará valer sus postulados, desde la oposición) que no está dispuesta a ponérselo fácil y sacar adelante unos presupuestos, con rebajas de impuestos y sin cifras concretas de la aportación del Estado.

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