‘Pies descalzos’, el manga de la bomba atómica, cómic del verano

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Juan Ángel Juristo

Cubierta de 'Pies descalzos'.
Cubierta de 'Pies descalzos'.

Coincidiendo con el 70 aniversario de la explosión de la primera bomba atómica en Hiroshima, DeBolsillo recupera Pies descalzos, publicando el primer tomo de cuatro del que es uno de los grandes cómics del siglo XX y desde luego el manga más reconocido fuera de Japón. Recomendar este cómic como lectura del verano es como recomendar Ulises o Berlin Alexanderplatz o La montaña mágica en el mundo de la novela, algo así como una obviedad tan desorbitada que hasta suena a chiste.

Pero el desconocimiento que hay en España respecto a este manga clásico y el hecho de que haya sido editado por primera vez en formato de bolsillo sólo unos días antes de la conmemoración de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, nos ha movido a recomendarlo como lectura del verano, una lectura nada proclive al relajo que se le supone a la estación, antes bien es lectura acongojante, terrible, pero no estaría mal recordar que fue precisamente en este mes cuando se hicieron explotar en ciudades las dos únicas bombas nucleares utilizadas por ahora en una guerra. La excelencia del libro lo merece, y eso que este año lo teníamos difícil, ya que la calidad de la edición del cómic y de la novela gráfica están adquiriendo en España unos niveles óptimos, en agudo contraste con el de la edición de narrativa y ensayo donde están desapareciendo hasta los correctores.

Este primer volumen tiene más de 700 páginas y relata la vida en esa ciudad de Gen, que asiste a la explosión y se convierte en uno de los escasos supervivientes de la misma. El protagonista es el alter ego, sin disimulo alguno, del autor del cómic, Keiji Nakazawa, que a los seis años sufrió aquel bombardeo y sintió como el mundo, literalmente, se había convertido en un infierno. A Nakazawa sólo le sobrevivió su madre y, a la muerte de ésta, en 1968, y convertido ya en un dibujante y caricaturista en Tokio, se le ocurrió relatar su experiencia de aquel horror. El resultado fue un primer libro, Alcanzado por la lluvia negra, “Kuroi Ame ni Utarete”, pero el que se llevó todos los honores fue Pies descalzos, una serie de diez volúmenes que el tiempo ha convertido en el cómic sobre la supervivencia de la guerra más emblemático y uno de los grandes entre los grandes, lo que es decir mucho en un género lleno de talentos de primer orden.

DeBolsillo tiene previsto que el segundo tomo salga en septiembre, el tercero en noviembre y el último en febrero, por lo que sólo podremos gozar de la serie completa el año que viene. La espera merece la pena.

Captura de cuatro viñetas de 'Pies descalzos'.
Captura de cuatro viñetas de 'Pies descalzos'.

De Nakazawa se ha dicho que es el Maus japonés antes de Spiegelman, o el Paracuellos japonés antes de Carlos Giménez, pero lo cierto es que no se puede entender la obra de estos dos grandes autores sin el magisterio de Nakazawa, que fue el primero. Así lo dejó dicho Robert Crumb, el más gamberro de los autores de cómics de los sesenta y setenta, y lo dijo a la americana, “uno de los mejores cómics de todos los tiempos”, lo que por otra parte es verdad. Tengo debilidad por los trazos de Spiegelman, esos trazos expresionistas que le imbuyen a uno en los planos y construcciones estéticas de la UFA de la República de Weimar, pero reconozco que Pies descalzos es el cómic que se enfrenta al horror con puntos de vista muy complejos y que es justo esa amplitud de miras lo que hizo de Nakazawa un referente. Art Spielgelman, refiriéndose a Pies descalzos dijo que “esta historia tan gráfica y desgarradora hará crecer en tu memoria un cráter radioactivo que no permitirá que la olvides. Gen es una de estas escasas combinaciones que realmente logra poner en práctica un truco de magia esencial: hacer que los pequeños trazos en el papel cobren vida por completo”

Y lo cierto es que para entender la trascendencia de esta obra hay que tener en cuenta que se trata de un cómic cuyo tema es la persistencia de los valores cuando hay circunstancias tan brutales que arrasan con ellos en cuestión de segundos. Esa persistencia de los valores sólo puede ser posible si la lleva a cabo un niño, que en cierta forma representa el futuro, la conservación y continuidad de la humanidad y Nakazawa realizó esa fina incursión en el alma humana porque su obra es fundamentalmente autobiográfica, pero Pies descalzos, la historia de Gen, mantiene una complejidad estructural que rebasa la incursión biográfica: Nakazawa utilizó el estilo Shônen, muy de la época en que se publicó, donde los rasgos de humor y distensión se mezclan en sabias dosis con el relato del horror. Con estos rasgos el drama no se palia, pero si se armoniza con otros sentimientos que existen, otras situaciones que ayudan a que la historia se convierta en poliédrica, en un relato complejo, como en aquellos años nos tenía acostumbrada la novela pero no el cómic, que navegaba aún en la borrachera para adolescentes del héroe de rasgos épicos.

Gen Nakaoka es un personaje literario de primer orden, comparable al de muchos consagrados en la narrativa. En este primer tomo asistimos a la descripción de la vida cotidiana en el Japón de la II Guerra Mundial con un Gen que crece entre un padre vigilado porque no cree en la victoria de su país, una madre embarazada de nuevo y sus cuatro hermanos que tienen que sobrevivir en un país que repudia a los que no demuestran una alegría incondicional a los designios de las autoridades.

Y de pronto todo se iguala. Partidarios del Emperador y su camarilla, críticos con la política oficial... cae la bomba reduciendo la complejidad de la vida a la pura nada, convirtiendo la carne en ceniza. Es aquí donde Pies descalzos se descuelga como obra maestra. No es fácil describir el horror. Muy pocos lo han conseguido. Pies descalzos, el cómic del verano, de un verano que hace 70 años contempló una nueva figura, la de una seta que simbolizó desde entonces la muerte.

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