Viajar para encontrarse con la muerte: la moda oscura del tanatoturismo

  • Las visitas a Chernóbil han aumentado un 30% desde que se estrenó la serie sobre el desastre nuclear de HBO y Sky
  • “Con el boom del sector turístico como sector fundamental en las economías desarrolladas, se aprovecha esa tendencia a la muerte o a lo morboso para explotar algunas destinos en particular”, explica el profesor Daniel Liviano

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Hace más de treinta años el mundo fue enterándose del accidente nuclear de Chernóbil con asombro en parte por la información que había sido deliberadamente ocultada por la URSS. Pero el pasmo casi se supera al ver cómo el lugar donde se produjo una de las mayores tragedias de nuestro tiempo, que dejó a miles de personas afectadas, se convierte en uno de los destinos favoritos de los turistas. Hoy se hacen selfies mientras desafían a la radiación que aún persiste.

Este interés por la tragedia y muerte del viajero ha existido siempre, pero desde hace poco se le conoce como tanatoturismo. Además, va en aumento. Las visitas a Chernóbil han aumentado un 30% desde que se estrenó la serie sobre el desastre nuclear de HBO y Sky en relación al mismo periodo del año anterior, según indicó el director de la agencia de viajes Solo East a Reuters. Otro ejemplo: el campo de concentración de Auschwitz recibió el año pasado 2,15 millones de visitas, un récord histórico según sus responsables.

Sin duda, algo que ha contribuido a que el tanatoturismo esté de moda es que se le pusiera nombre. Quienes acuñaron el término en los 90 fueron John Lennon y Malcolm Foley, dos profesores de la universidad de Glasgow que publicaron varios libros sobre lo que llamaron “dark tourism” después de viajar a lugares como los campos de concentración en Polonia y Alemania o el museo del Sexto Piso en Dallas sobre asesinato del presidente John F. Kennedy.

Recientemente también se han sumado al seguimiento del fenómeno periodistas como el neozelandés David Farrier. La serie de Netflix Dark Tourist nos lleva a Colombia de la mano de un particular guía turístico, uno de los sicarios de Pablo Escobar, o al “bosque de los suicidios” del Monte Fuji.

El tantoturismo o turismo oscuro es “tanto un producto de las circunstancias del mundo post-moderno como una influencia significativa en esas circunstancias”, escribieron Lennon y Foley. Lo mismo opinan los expertos españoles. "Hay mucho turista moderno searching emotions --busca emociones--", explica Francesc Núñez, sociólogo y filósofo, profesor en la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y en la Facultad de Filosofía de la Universidad Ramón Llull. Estos turistas “no es que sean morbosos o enfermos mentales, sino que buscan singularidad. El tanatoturismo te propone un nuevo tipo de visitas cargadas de una dimensión emocional y diferenciadora”, indica.

El tanatoturismo es heterogéneo. De hecho muchos de nosotros hayamos sido tanatoturistas sin saberlo. Existen varias categorías como el necroturismo, o turismo de cementerios; el turismo de santuarios, que tiene su ejemplo en España con el polémico Valle de los Caídos; o los escenarios bélicos como el caso de Belchite, el pueblo de Zaragoza donde el tiempo parece congelado desde que fue arrasado en la Guerra Civil.

Varios visitantes fotografían el monumento del Valle de los Caídos
Varios visitantes fotografían el monumento del Valle de los Caídos./ J.J.Guillen (Efe)

Otras categorías serían los campos de genocidio europeos o los de Ruanda o Camboya; los lugares donde se han producido catástrofes naturales como Pompeya (Italia) o donde se realizan representaciones simbólicas de la muerte como el Día de los Muertos en México o incluso la Semana Santa española.

El tanatoturismo, una moda rentable

El fenómeno que puede tener una explicación psicológica o sociológica por la fascinación que siempre ha existido hacia la muerte, ahora se expande para ser rentabilizado. “Con el boom del sector turístico como sector fundamental en las economías desarrolladas, se aprovecha esa tendencia a la muerte o a lo morboso para explotar algunas destinos en particular”, indica Daniel Liviano, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.

El ejemplo de cómo las agencias y turoperadores, gracias a los medios de comunicación y las redes sociales, se lucran con el tanatoturismo como puede apreciarse en Chernóbil, lugar donde ocurrió la tragedia atómica. También es una ocasión para determinados gobiernos, que ven posibilidades de desarrollar zonas que hasta la fecha no han sido destinos turísticos muy populares. El Gobierno de Ucrania, país que no es precisamente el más visitado por los viajeros, acaba de anunciar que Chernóbil será convertido en un lugar turístico oficial con rutas, puestos de control y un “corredor verde” que situará al lugar como uno de los destinos principales.

La casuística por la que el turista puede acabar en este tipo de destinos es muy variada. Hay quienes visitan los lugares de tragedia como los campos de concentración por sentir una conexión –por ejemplo, ser judío-- o como una especie de deber moral para rendir homenaje a las víctimas. También hay turistas con interés histórico, que acuden con el objetivo de aprender de estos lugares, y otros que simplemente acaban aquí por casualidad o porque están de moda, ya que muchos de estos destinos forman parte de paquetes turísticos.

Sin embargo, quizás el tipo de turista más controvertido sea aquel que acude por “curiosidad morbosa”, explica Liviano. “En la frontera de EEUU con México se hacen visitas para tratar de recrear la experiencia de alguien que trata de cruzarla de manera ilegal. Son visitas guiadas, teatralizadas, con actores que hacen de policías, perros, sirenas... El visitante busca adrenalina, no tienen nada que ver con la concienciación de un drama humanitario o con el interés histórico”, añade.

Este tipo de turistas traspasa límites del respeto. A veces, sin tomar consciencia del lugar donde se encuentran. Los responsables del museo Auschwitz, el conjunto de campos de exterminio en Polonia, se vieron obligados a hacer un comunicado en las redes sociales denunciando las selfies de turistas. "Cuando venga a Auschwitz, recuerde que está en un lugar en el que fueron asesinadas más de un millón de personas. Respete su memoria. Hay lugares mejores para aprender a andar sobre una viga que en un lugar que simboliza la deportación de cientos de miles de personas", indicaron en Twitter en marzo de este año.

Otros lugares preferirían simplemente escapar a este fenómeno turístico. En España tenemos el ejemplo de Puerto Hurraco, donde los vecinos preferirían no ser objetivo de los curiosos de la masacre entre dos clanes familiares que causó nueve muertes en un pueblo de poco más de un centenar de habitantes.

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