Entre magdalenas y postureo progre: el PSOE quiere ser la izquierda útil en Madrid

  • Mar Espinar, portavoz de la candidatura de Pepu Hernández describe a los de Carmena como una izquierda “soberbia”, que no “quiere cambiar el mundo, sino que el mundo se adapte a ella”

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El PSOE madrileño y Más Madrid están condenados a entenderse si quieren que la izquierda conserve el Ayuntamiento de la capital. Con el proyecto de Carmena aún sin configurar y con los socialistas en la precampaña de sus primarias, ambos partidos se preparan ya para confrontar en mayo de 2019 con el candidato del PP de José Luis Martínez-Almeida y la líder de Ciudadanos, Begoña Villacís. Pero PSOE y Más Madrid comparten electorado y cada uno tendrá que explicar a los madrileños progresistas por qué deben apostar por sus siglas. En la presentación de Pepu Hernández, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya adelantó a quién irían dirigidos los mensajes de campaña del PSM: a "los votantes progresistas, muchos de ellos desilusionados con una izquierda que no supo gobernar el cambio" en Madrid.

Haciendo un balance de legislatura, algunos socialistas madrileños creen que durante los últimos años se ha hecho un buen trabajo por parte del grupo en el Ayuntamiento de Madrid, aunque discreto. Apuntan a que el PSOE ha mejorado en muchas ocasiones las propuestas del Gobierno de Manuela Carmena, pero después no ha sido capaz de rentabilizar los méritos.

Las relaciones de los socialistas con la alcaldesa son buenas, aunque algunos son más benevolentes que otros a la hora de evaluar a la dirigente. Pocos son los rivales que no expresan en público el respeto por su trayectoria. Incluso, José Manuel Franco, bromeó con que fuera su candidata, en una conversación que publicó El País el pasado abril.

Aunque algunos 'salven' a la alcaldesa, los socialistas describen un equipo de gobierno plagado de contradicciones internas, que no ha solucionado los problemas más urgentes de la ciudad o ha llegado tarde a ellos. Incluso, Mar Espinar, portavoz de la candidatura de Pepu Hernández y responsable socialista de Cultura en el consistorio de la capital, aprovechó el domingo para describir a la izquierda con la que ella misma ha trabajado en el consistorio, a su juicio "soberbia", que no "quiere cambiar el mundo, sino que el mundo se adapte a ella". Al otro lado, dos derechas, una "bizarra", que no se arrepiente y otra que piensa que la política es un "carnaval".

La edil esbozó la receta de esa izquierda que ha dirigido desde 2015 el ayuntamiento, "ideas cerradas en un 80%", "cerriles en un 5%" y "un 15% entre magdalenas y postureo progre".  De hecho, Mar Espinar  ha sido siempre muy crítica con la gestión de Manuela Carmena.

A solo 3 meses de las elecciones, las piezas de la izquierda aún están colocándose en el tablero que albergará la partida definitiva el próximo mayo en las elecciones municipales. Un nombre conocido como Pepu Hernández (en el caso de que ganase) sumado al efecto Sánchez en el que algunos confían podrían ser los flotadores para salvar una federación que, en ocasiones, ha parecido a la deriva. Ambas formaciones tendrán que sumar frente a una derecha que ahora, con la irrupción de Vox en Andalucía, se juega a tres bandas.

1 Comment
  1. ninja45 says

    La provocación es el substantivo que más ha exacerbado las tertulias políticas, hasta el punto de que José Zaragoza, sociolisto de pro y curtido en todo tipo de salsas, llegó al límite de la impertinencia con Helena García Melero, en el «Tot es mou» de TV3, por el simple hecho de que se le hiciera la pregunta: “¿Es una provocación el Consejo de Ministros del 21-D?”, y saltaron las furias de la lingüística. ¡Qué ofensa!, gritaron en las esquinas de la oficialidad patria, y el rayo purificador cayó sobre el temerario hereje. Sin embargo, Salvador Dalí aseguraba que la única manera de interesar a los demás era provocándolos, de manera que, desde esa acepción, se trataría de un intento contundente de llamar la atención de la trinchera catalana. Lo cierto es que creo que la decisión inicial de trasladar el Consejo de Ministros partió de la buena intención de hacer un gesto para con Catalunya. Un gesto para enviar un mensaje de distensión y propiciar un clima menos tempestuoso. Pero, si esa fue la voluntad, los errores ya se acumularon con el primer borrador. Y cuando la Moncloa entendió que no caía bien el Consejo y que irritaba, más que tranquilizaba, sin duda es una provocación haberlo mantenido. O los gestos de concordia sirven para la concordia, o son una imposición. Y este tiene todo el aire de “venimos a Catalunya porque somos el Estado” o sea a marcar paquete. Ergo, el verbo imponer por encima del verbo acordar. Y este es un verbo que siempre provoca, incluso cuando no quiere provocar. A la m. con la Injusticia española prevaricadora, títere de los fascistas y corruptos, vergüenza de Europa. Si me pegan, me divorcio. Som República !!*!!

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