La Pluma contra los desokupadores

  • El 25 de junio de 2018, un grupo de individuos desalojó el Centro Social Okupado Transfeminista (CSOT) La Pluma, en la madrileña calle Barbieri
  • Las activistas que pasaban la noche ahí han sido absueltas este jueves de un delito de usurpación
  • Ahora esperan que se resuelva la denuncia que ellas mismas interpusieron por coacciones, lesiones y delito de odio
 

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"Nos habíamos quedado un grupo de personas a dormir. Cuando nos despertamos oímos ruidos, gritos y una radial", así recuerdan Bárbara y Raulito, dos nombres ficticios, la jornada del 25 de junio de 2018 en plena celebración del Orgullo Crítico. Ese día un grupo de individuos desalojó el Centro Social Okupado Transfeminista (CSOT) La Pluma, que se encontraba en el número 5 de la calle Barbieri de Madrid. Llevaba menos de 24 horas con estos activistas LGTBI dentro. Este jueves, varios de ellos fueron llevados a a juicio por delito de usurpación y salieron absueltos. Ahora esperan a que se resuelva el proceso que ellos interpusieron contra los "desokupadores" por coacciones, lesiones, delitos de odio y realización arbitraria del propio derecho.

Esta última causa aún se encuentra en fase de investigación. Según cuentan, cuando llegó la policía municipal al lugar de los hechos ya solo pudieron identificar a unos pocos individuos de "complexión fuerte". Cuando comenzaron a oír los golpes aquella mañana, pensaron que se trataba de algún grupo extremista, pero sus sospechas viraron después a una empresa profesional de desokupación que hubiera podido ser contratada por los propietarios del inmueble que hasta ese momento estaba vacío y que pertenece a la empresa ZZ Inmobiliari Próxima, según aseguran.

"Tuvimos ansiedad y miedo", asegura Bárbara sobre las secuelas de ese episodio que aún está pendiente de juicio. Los activistas denunciaron por coacciones, lesiones y delitos de odio. Más tarde añadieron también la acusación por realización arbitraria del propio derecho: "Hay personas a las que les echan de sus casas y no denuncian este tipo de desalojos", explica Raulito, que anima a que el resto de afectados por este tipo de empresas denuncien.

Un intento de desarticular "movimiento críticos"

Raulito cree que los desokupadores "sabían perfectamente qué tipo de colectivo estaba en ese espacio" por los gritos que les proferían, entre los que figuran "maricones de mierda", según la denuncia presentada. Ambos activistas opinan que el desalojo de este edificio en pleno corazón de Chueca podría tener que ver con la causa que defienden ellos como colectivo: un orgullo LGTBI que no esté mercantilizado e invadido por el "capitalismo rosa". "Estas personas se está lucrando de la comunidad LGTBI y a la vez nos está echando con delitos de odio", argumenta el activista.

Pero también hablan de un progresivo desmantelamiento de muchos centros sociales okupados, desde La Ingobernable de Madrid hasta el Ateneo Libertario de Vallecas. "Hay una necesidad de que los colectivos de base tengan lugares de encuentro común y unión. Esta es una forma de desarticular todos los movimientos críticos y de resistencia", explica Raulito.

Pero además, alertan de una campaña de "criminalización" de la ocupación en los medios de comunicación, en medio de una crisis de la vivienda que ya dura años. "Limpian la imagen de estas empresas de desokupación", se queja Raulito.

 

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