ANÁLISIS / De los procesos internos de ambos partidos, al conflicto catalán

2017: la historia de amor-odio con final abierto entre PSOE y Podemos

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El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el de Podemos, Pablo Iglesias, durante su primera reunión en el Congreso el pasado mes de julio.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, y el de Podemos, Pablo Iglesias, durante su primera reunión en el Congreso el pasado mes de julio. / EFE

Éste ha sido un año agitado para la izquierda española. La primera mitad de 2017 estuvo dominada por un PSOE al que sus heridas internas tenían demasiado distraído como para hacer una oposición aguerrida contra el Gobierno, un hueco que bien aprovechó Podemos. Ambas formaciones arrastraban un rencor mutuo después de que los morados se negasen a investir presidente a Pedro Sánchez, abriendo el camino a Mariano Rajoy, un hecho que nadie olvida, aún hoy, en el PSOE. Las dos fuerzas no se esforzaban mucho en disimular su animadversión mutua, que dejaron patente en un intercambio epistolar en el que Pablo Iglesias le pedía al presidente de la Gestora, el asturiano Javier Fernández, que le apoyase en una moción de censura: “Tengo la sensación de que pretendes regresar como salvador a la escena del crimen”, le espetaba el dirigente socialista, entre otras lindezas.

El principio del año Podemos centró su estrategia en un acoso y derribo al PSOE, a quien acusó de ser el sostén del PP. La “triple alianza” con Ciudadanos constituía un gran obstáculo del cambio para los morados y se convirtió en el término usado constantemente en la mayor parte de sus discursos. Así la formación de Iglesias se erigía como la única oposición real a los populares. La pugna interna de la formación morada se selló en febrero, antes que la de los socialistas, y la victoria del actual secretario general continuó por la senda del desafío al PSOE.

El primer escollo: la moción de censura

Podemos aprovechó las múltiples noticias sobre la corrupción del PP para registrar una moción de censura que puso contra las cuerdas al PSOE, inmerso en un pleno proceso de primarias que enfrentó a Sánchez, Susana Díaz y Patxi López en la disputa por la Secretaría General. Los morados consideraron urgente impulsar una moción que expulsase al “Gobierno más corrupto de Europa” y plantearon al nuevo secretario el reto de tener que apoyar o rechazar la medida en los días posteriores a su elección. Sánchez llegó a decir en campaña que Rajoy era “censurable” y que no descartaba una iniciativa para derrocarle liderada por el PSOE, pero acusó a Iglesias de presentar una medida con escasas posibilidades de prosperar para “intentar meter un dedo en el ojo” a su partido.

Sánchez finalmente ganó las primarias en mayo y no apoyó la moción de censura ni tampoco propuso una nueva. Sin embargo, Podemos mostró su agrado por esta victoria, dejó de usar la expresión “triple alianza” y se produjo un acercamiento. En octubre, Sánchez ya había reconocido en una entrevista en La Sexta que se equivocó al tachar a Podemos de populistas y que no supo entender “el movimiento que había detrás de Pablo Iglesias”. A la hora de elaborar su programa para las primarias también tuvo sus vaivenes. Mientras en la presentación de febrero planteaba una  “alianza de progreso”, el documento definitivo planteado en mayo lo matizaba. El motivo es que en el proceso detectaron que este excesivo acercamiento entre Sánchez e Iglesias no había sido bien recibido por los militantes socialistas, que pedían un proyecto más autónomo.

La mesa de coordinación, una amalgama de promesas

Sánchez ganó las primarias y se propuso ocupar el espacio que poseían los socialistas hasta la aparición de Podemos. Para seducir a sus votantes tenían que acercarse a ellos, pero sin mimetizarse con Iglesias. Por ello, junio fue un mes de conversaciones y reuniones que cristalizaron en una mesa de coordinación parlamentaria, donde coincidían en desarrollar una agenda social común, de la que a día de hoy no hay ningún resultado. La estrategia sobre el procés catalán era, ya entonces, la diferencia más grande entre ellos.

Desde Podemos, el tono con los socialistas era más relajado, aunque no ocultaban su desconfianza. En privado, observaban con detalle como Sánchez intentaba acercarse a sus votantes. Los socialistas se habían inspirado, según los morados, en las consultas que Podemos hace a sus inscritos para realizar sus primarias. No obstante, desde el partido morado comenzaba a admitirse con más frecuencia que la alianza o el apoyo del PSOE era imprescindible para poder gobernar, así se lo había demostrado la experiencia de los Ayuntamientos del cambio. En julio, la dirección del partido morado se arriesgó a apoyar la entrada en minoría en el Gobierno del PSOE de Castilla-La Mancha, aunque sometió la cuestión a consulta entre sus inscritos. Este ha sido el primer gobierno autonómico conformado por ambas fuerzas políticas y la apuesta permitirá medir los aciertos y errores de este tipo de uniones.

Llega el desafío catalán

A partir de septiembre, la política catalana se aceleró cruzando límites que meses antes parecían imposibles. El 8 de septiembre, el Parlament aprobó la ley de desconexión, obligando al Estado a dar una respuesta y al resto de fuerzas políticas a posicionarse. Las cargas del 1 de octubre, día del referéndum catalán, fueron otro punto y aparte. El PSOE decidió mostrar su parte más institucional y dejar de lado el discurso que le hizo ganar las primarias socialistas. Se situó al lado del Gobierno y  le brindó su apoyo en la senda del 155, alegando que en la causa independentista no hay “ninguna bandera de izquierdas” y siendo mucho más duro con el President, Carles Puigdemont, que con Rajoy.

Aunque la aplicación de este artículo constitucional siempre fue incómodo, el PSOE quiso erigirse como la izquierda de Gobierno frente a un Podemos que no acababa de posicionarse entre los dos bloques. A cambio, una promesa de Rajoy que semanas después él mismo se encargó de enfriar: abrir la reforma constitucional.

La fuerza morada, que siempre ha defendido el derecho a decidir en Catalunya a diferencia del PSOE, se situó en un terreno pantanoso al criticar sin paliativos a Sánchez por su apoyo al PP y al “artículo 155”, una medida que en todo momento ha considerado incendiaria para el conflicto catalán. En un primer momento, Iglesias atacó con más virulencia a los populares y a quienes les apoyaban que a los independentistas catalanes, algo que explotaron los socialistas para arremeter contra ellos. Para hacer frente a la “la emperadora de la ambigüedad”, Ada Colau, usaron al veterano socialista Josep Borrell, que se convirtió en una de las voces más críticas contra esta formación y sus partidos afines. Finalmente este viernes se confirmaba el distanciamiento. El portavoz socialista, José Luis Ábalos, reconoció que la ruptura de la alianza en Barcelona entre ambas fuerzas políticas había supuesto "un problema" y dejaba de considerar "socio preferente" a la formación morada. "No necesitamos formalizar ningún espacio de relación entre partidos", indicó, dando a entender que la mesa de coordinación en el Congreso es un proyecto fracasado.

Finalmente, ninguna de los dos partidos de izquierdas no nacionalista ha obtenido buenos resultados en las elecciones catalanas. Frente a unos ‘comunes’ debilitados, el PSC ha logrado mantenerse (e incluso ganar un escaño), aunque se ha situado muy por debajo de las expectativas. El líder de Catalunya En Comú, Xavier Domènech, había presentado a su fuerza política como “la llave” para conformar un gobierno de izquierdas con ERC y los socialistas, una propuesta que de entrada había sido rechazada por el propio Miquel Iceta. Ninguna de las dos fuerzas políticas ha conseguido resultados suficientes para cambiar la dinámica y ambas se han dejado arrasar por el independentismo y la derecha de Ciudadanos. El año culmina con un duro golpe que requiere una profunda reflexión por parte de ambas fuerzas. ¿Por qué no habrán sabido convencer?

 

 

2 Comments
  1. Francisco José says

    Siguen las heridas muy abiertas entre el psoe y podemos, hay que entender que el psoe debe luchar con un partido que le esta quitando su espacio…tantos años de dominio de la izq. y ahora se vea con un fuerte competidor, duele y mucho…
    Pero de los dos antiguos partidos que conformaron el bipartidismo en las últimas décadas… el psoe es quien lo tiene mejor, pero para ello debe tener un líder de izq de verdad, no que apoye.. a la derecha..
    Supongo que lo mismo le sucederá al pp con C’s que le roba votos por la derecha, aunque C’s se empeñe en hacer de caballo de troya diciendo que es «socialdemócrata»

  2. florentino del Amo Antolin says

    Para esa reflexión, no hacia falta juntar plumas de faisan. Que el PsoE fué de izquierdas, hace muchos años; que han sido los turnantes de hacer un bipartidismo oculto a las bases. Que le hicieron la reconversión industrial a la derecha ultra… Que vendieron los años de honrradez, y de firmeza; comprando gasolina para apagar el fuego terrorista. Que no solo los ERES. Guerra, y su hermano empezaron el melón ( que se sepa ); las puertas giratórias y sus pagos al regimen. Los Barones, esos » sociolistos «, fachas de muchas narices, han sido los traidores, que vendieron la utopia de militantes credulos… El 135, el 155…. ¿No os dice nada ?. Tampoco pensaís… ¿ Como salió Lehendakari Paco López ?. ¿ Como fué Presidente del Parlamento… Y Rojo del Senado ?. ¿ Alguna vez el PsoE, trató con naturalidad a Podemos ?. Han manejado cloacas para distorsionar la imagen de Podemos; cuando haya más limpieza politica, se podrán saber otras cosas que no se dijeron en: Salvados… Duele decirlo, pero con sinceridad: No dejaré de ser socialista en mi vida. Pero nó volveré, donde el socialismo de bar se apuntan hasta los ULTRAS. Si esos barones, son sociatas… ¡ Yo,. soy otra cosa !… ¡ Democráta !

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